Es posible que muchas de las nuevas generaciones y no tan nuevas, no conozcan el sabor que tiene un vaso de leche fresca. Yo todavía recuerdo cuando era pequeña e íbamos a la vaquería de Santa María de Palautordera cargados de recipientes a buscar la leche recién ordeñada, incluso hará como mucho 10 años cuando venía la lechera a casa de mi tía, en el barrio de Valdefierro en Zaragoza, lechera en mano y rellenaba esas ollas que iban directas al fuego para hervir. También tuve la suerte no hace demasiado tiempo, de poder beberla recién acabada de ordeñar en una vaquería de Almería donde, por razones que no vienen al caso ahora, solía parar.
Así que mis papilas gustativas se han puesto a dar palmas de alegría cuando he leído en El Periódico que un supermercado ha instalado en Barcelona una máquina de venta de leche fresca a granel. En alguno de los supermercados de la cadena Bon Preu se pueden encontrar estas máquinas con leche fresca que como mucho tarda 24 horas en llegar al cliente desde el momento que se ordeña.
Espero que la iniciativa funcione y dentro de poco esté al alcance de todos el poder degustar un vaso de leche calentita antes de acostarnos, un chocolate a la taza o un buen café con leche, con su nata fresca y su espumita, sin necesidad de estar al lado de cualquier granja de Girona, Asturias o Galicia.
Aunque este producto sigue pudiéndose encontrar en hipermercados es cada vez es más difícil, hay que valorar que la iniciativa se haya tenido en cuenta desde una cadena de supermercados más pequeña y accesible al consumidor en general.
Es curioso que un simple vaso de leche fresca hoy en día pueda ser considerado un placer de la vida.