Nuestro sistema digestivo es un tubo que se divide en diferentes áreas. En cada una de ellas existen funciones diferenciadas que se le sumarán órganos adyacentes para ayudarle a completar la digestión. Una de estas áreas, el , realiza para su función, movimiento gástricos y de secreción de jugos digestivos.
Centrándonos en el estómago, éste también puede enfermar como cualquier otro órgano y alterarse perdiendo funcionalidad lo que significará que deberemos modificar nuestra forma de alimentarnos si queremos reducir las molestias. Una de las patologías que afectan al estómago es la hernia de hiato .
Pero ¿qué es exactamente?
La hernia de hiato (se estima que un 20% de la población la padece) puede ser provocada por predisposición genética debido a la debilitación del diafragma y que, además, se le pueden sumar otros factores como el estreñimiento, tabaquismo, la tos crónica, la realización de esfuerzos extremos o el mismo envejecimiento.
¿Cuándo se produce?
La hernia de hiato se produce cuando la parte superior del estómago queda por encima del diafragma.
Al estar parte del estómago mal colocado, su funcionamiento queda afectado y es el mecanismo que tiene de antireflujo que pierde efectividad. A efectos prácticos lo que sucede es que la comida que ingerimos vuelve al esófago produciendo molestias tales como que nos cueste tragar, pirosis, sentir dolor o acidez por el mismo ácido del estómago, que al subir afectan a las paredes del esófago no estando preparadas para pH tan bajos.
¿Cómo lo tratamos?
Se puede tratar y mejorar la calidad de vida con una dieta especial personalizada. Para conseguirlo tenemos que seguir con los siguientes consejos:
- Repartir muy bien las comidas durante todo el día sin hacer grandes ingestas
- Cocinar suave: Utilizar cocciones con pocas grasas, por ejemplo, horno; plancha, hervido, vapor...Deberemos evitar, en la medida de lo posible, comer fritos y guisos donde se utilicen aceites y grasas.
- Habrá alimentos que pueden irritarnos o nos pueden estimular una mayor secreción de ácido:
- Verduras: Deberemos evitar comer verduras flatulentas como la coliflor, brócoli, alcachofas, puerro, cebolla, pimiento crudo o tomate. En cambio las judías, acelgas, zanahorias, setas, espinacas o lechugas no ofrecerán problemas.
- Frutas: Evitaremos aquella fruta que sea ácida y buscaremos las más maduras.
- Grasas: Aceite de oliva en crudo o cocido. Los frutos secos también podrán consumirse pero con moderación.
- Lácteos: Deberemos vigilar la acidez y la tolerancia. Recomendamos los desnatados o semidesnatados
- Proteicos: La carne blanca y el pescado blanco son recomendables. Deberemos vigilar con el pescado azul por dificultar la digestión. En el caso del huevo también se puede consumir y con las legumbres deberemos vigilar con las posibles flatulencias.
- Alimentos superfluos u ocasionales: Alimentos con mucha sal favorecerán la secreción gástrica (embutidos, café, té, alcohol, chocolate...) y deberemos vigilar. Lo mismo sucederá con los alimentos grasos como la mantequilla, margarina o mayonesa.
- Otro aspecto importante es el estreñimiento: Deberemos mantener un buen tránsito intestinal puesto que sentiremos una mejoría. Tomar alimentos ricos en fibra y estar bien hidratado será suficiente.
- Finalmente, un aspecto importante a tener en cuenta es la obesidad. El exceso de peso añadirá presión sobre la zona y complicará la situación.