Revista Deportes
No hay día que pase en el que no tengamos noticias de estos cobistas de chicha y nabo que montan asociaciones de toreros como setas crecen por el monte. Hoy le toca al July, el Oreja de Oro, ese que hace unos días, recogiendo su enésimo premio, esta vez concedido por el Foro de la Juventud Taurina, nos vacilaba con un "hemos hablado de la posibilidad de que TVE recupere la retransmisión de corridas de toros, y de que el mundo del toro tenga más presencia en la televisión pública, y la verdad es que creo que han sido pasos muy importantes, abrimos el camino y ahora mismo está la Mesa del Toro llevando todas las cosas que hemos hecho y representan a todos los estamentos taurinos, nosotros hemos echado a andar el barco, pero este barco es para todo el mundo".
Pues nada, cuatro días después ni barco ni niño muerto, el importancias se niega en rotundo a que las televisiones públicas de Andalucía, Extremadura y la Comunidad de Madrid lo televisen el Domingo de Ramos en Don Benito, que mira tú la cita tan comprometida que se ha buscado para fecha tan torera. Dicho sea con todo el respeto a los dombenitenses, que verán como se inaugura su coqueta plaza de toros. En fin, que donde el July dijo digo, dijo el July Diego.
Y es que uno, cuando pone el par de neuronas que le quedan -de ver tantos toros- a conchabar teorías para entender esta repentina telefobia, se imagina la conversación en la habitación del hotel, entre July y Roberto Domínguez, maldiciendo su mala fortuna por tener que ser víctimas de los comentarios de Ruiz Miguel y Enrique Romero, esos centinelas de la integridad y la ortodoxia con los que es tan difícil tener una tarde importante. Puestos a maquinar, quizás también sea un ataque de vergüenza torera, y no quiera que se le vea demasiado -como el esposo que tiene una mujer mellada, barbuda y bizca- con babosas de Jandilla ahora que es torero de gestas importantes, capaz de matar siete u ocho toros de la Quinta en las setenta u ochenta corridas en las que se anunciará este año, que será el número trece de alternativa. Otra de las tramas del asunto -la valenciana- nos puede llevar a Manolo Molés, el aladino bigotudo que todo lo que toca en oro lo convierte. Quid pro quo: el fenicio tiene en exclusiva a su antídoto televisivo contra el indómito José Tomás, y el torero de Velilla tiene a tres tios al micrófono rompiéndose la camisa en directo durante todo el año por las ferias de España. O quizás todo sea más sencillo y solo quiera tapar otro caso Priego, a sabiendas del material que le han apartado los veedores en los campos de Véjer de la Frontera. Y cómo más vale prevenir que curar, el problema tiene una fácil solución, que todavía se está a tiempo de dar: se le compra a los veedores un GPS en dónde la cobertura llegue más allá de Jerez, que normalmente es la zona, como el Triángulo de las Bermudas, en la que estos diabólicos aparatos se escacharran y allí que tienen que arreglárselas como pueden estos devoradores de asfalto, dehesas, casta y alquitrán. Y ahí mismo que tienen que terminar de hacer sus compras, de hacer sus fotitos y volverse pa' casa con media camada del Marqués de Domecq o de Zalduendo reservada para el maestro. Pongamos por ejemplo que el nuevo GPS lee coordenadas hasta Aznalcázar. Pongamos que es capaz de llevarlos a la finca de Partido de Resina. Y pongamos que apartan una docena de cuernos de los que iban para Francia y que ahora esperan destino.
Pero ya es mucho poner.
Mientras tanto, el oro de la oreja que se le concedió se va pareciendo al orín que se ha hecho dueño de las Ventas. Sin duda señal premonitoria del próximo papado julyanista en la que fue primera plaza del mundo.