Revista Música

Donna summer – capítulo 2 (la reina de la música disco)

Publicado el 19 noviembre 2017 por Perendengon

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

Hola, Graminoleños.

Vamos hoy a disfrutar del segundo capítulo dedicado a la figura de Donna Summer. Si en la primera entrega asistimos a su irrupción, lenta pero segura, en el panorama musical internacional, en esta ocasión vamos a abarcar su periodo de mayor éxito y fama, el momento en el que se convirtió en la auténtica reina de la música disco.

Con la publicación de “I Remember Yesterday” en el año 1977 había conseguido conquistar al público de ambos lados del Atlántico, dando muestras de que a partir de ese instante iba a ser una de las artista de referencia del momento. Su productividad la llevaría a publicar ese mismo año un trabajo ambicioso y original con el que se daba un pequeño capricho.

Se trataría de un disco doble, totalmente conceptual, inspirado en la figura de Cenicienta, personaje que siempre había cautivado a Donna. Su título sería “Once Upon a Time” y aunque lograría unos resultados algo menores en cuanto a ventas, con el paso del tiempo se ha convertido en uno de sus discos más aclamados, tanto por su calidad como por su concepto en sí.

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

Este disco está concebido como una especie de obra de teatro musical, en la que va narrando la historia de su personaje. De hecho, en los títulos del álbum no se habla de caras A y B sino que cada uno de los discos que lo componen se estructura en cuatro actos.

A pesar de que el disco estaba estructurado de esta manera y se basaba en el personaje de la Cenicienta, que nadie piense que se trata de un trabajo con musica orquestal y similar, no. Es un disco de música para bailar que no haría más que reafirmar que Donna era en ese instante la mayor estrella la música-disco, dejándonos un álbum verdaderamente destacable en el que se nota la labor de Giorgio Moroder que nuevamente llevaría el mando en tareas de composición y producción.

La canción que sería publicada como primer sencillo de este álbum lograría un contundente éxito a nivel mundial y se convertiría de inmediato en otro de sus clásicos. Se trata de “I Love You”, una canción espectacular, con los típicos arreglos de la música-disco de los 70 y en la que la voz de Donna suena … como siempre.

Tratándose de un disco concebido como una especie de musical, era de esperar que algunas de las canciones tuvieran un componente instrumental bastante claro. La originalidad y la exclusividad en esta oportunidad vienen de la mano del estilo en el que se mueve esa parte instrumental, que no es otro que el sonido discotequero de aquellos tiempos.

Una de las canciones en las que mejor se aprecia esta circunstancia es “Once Upon A Time”, que además de darle el nombre al álbum nos presenta una primera parte totalmente orquestal para dar paso posteriormente a la entrada de Donna con su chorro de voz, todo ello con un sonido que invita a bailar de principio a fin.

Todas y cada una de las canciones del disco tienen el componente común de la música disco por lo menos en algún momento de las mismas. En ocasiones el contraste del principio y del final de algunas de ellas está muy marcado, ofreciendo una variane que con el paso de los años Donna utilizaría en muchas ocasiones logrando unos resultados espectaculares.

De esta manera, resulta espectacular escuchar canciones como “Fairy Tale High”, un tema en el que el inicio es pausado, melódico, tranquilo, con la voz de Donna acariciando los oídos, para dar paso después a unos momentos de gran intensidad y ritmo en los que su manera de cantar se transforma buscando registros mayores. No cabía duda, se encontraba en su salsa.

Como ya os cuento, en estos instantes estaba considerada como la artista más grande del momento en lo que a la música-disco se refería. No había quien la hiciera sombra y a la hora de salir a bailar en cualquier pista de cualquier discoteca, su música era de obligado cumplimiento.

Dominaba cualquier variante que existiera a la hora de hacer bailar y en muchas ocasiones, dentro de una misma canción era capaz de mostrar distintas vertientes de la música disco enlazadas unas con otras con unos resultados increibles. En este sentido, en mi modesta opinión, “Queen For a Day” recoge en sus más de seis minutos de duración todos los vericuetos de la música-disco que tanto triunfaría en la década de los 70 y principios de los 80.

Todo lo que tocaba lo convertía en oro y cualquier canción que publicaba se convertía en un éxito total de manera inmediata. Había entrado en esa etapa en la que entran los grandes artistas cuando son capaces de versionar una canción de otro intérprete y mejorarla de manera considerable, haciéndola suya de alguna manera.

Esta circunstancia iba a producirse en el año 1978 cuando salió al mercado el sencillo que iba a convertirse en el primer número uno a nivel mundial como tal de su carrera. Se trataba de una versión de “MacArthur Park”, una canción que diez años atrás había popularizado Richard Harris y que una vez pasada por el tamiz de Donna iba a transformarse en un tema que rozaba la excelencia.

La dificultad que entrañaba darle a esta canción un aire discotequero era bastante grande ya que la versión original nos mostraba un estilo melódico con un marcado fondo orquestal. Sin embargo, Donna sería capaz de convertirla en una auténtica joya, con una primera parte en la que el piano y su voz suenan de manera casi exclusiva para romper posteriormente con un desenfreno “disco” total.

Por aquella época resultaba bastante recurrente que el mundo del cine se fijara en la música de discoteca para crear sus películas. Títulos como “Saturday Night Fever” o “Fame” lograban un tremendo éxito tanto en las salas de cine como a la hora de vender los discos comprensivos de sus bandas sonoras. Estaba claro que si los productores cinematográficos norteamericanos estrenaban películas basadas en la música disco, la figura de Donna Summer tenía que aparecer en alguna de ellas tarde o temprano.

En 1978 se iba a estrenar una de las mejores películas musicales de la década de los 70 en la que se narra la historia de un día cualquiera en una discoteca norteamericana de moda. Con este argumento está claro que la música va a tener una importancia fundamental en el film y que ésta no puede ser otra que la música-disco. El título de dicha película sería “Thank God It’s Friday”, estrenada en España como “Por Fin es Viernes”.

Nuestra queridísima Donna no solamente interpretaría el tema central de la banda sonora del largometraje sino que además tendría un destacado papel en él. Iba a demostrar bien a las claras que la reina de la música-disco era ella de manera indiscutible con una canción simplemente espectacular titulada “Last Dance”.

Siguiendo las pautas marcadas anteriormente con “MacArthur Park”, Donna volvería a jugar con un inicio de canción como si de una balada se tratase para dar paso poco después a la explosión discotequera. Además, en esta oportunidad le daría una nueva vuelta de tuerca al asunto al volver a introducir una parte más pausada en el centro de la composición para volver a subir de manera casi inmediata. Tanto público como crítica caerían rendidos a sus pies, una vez más, y Hollywood reconocería su talento al otorgarle el Oscar a la mejor canción.

Llegamos al año 1979 que iba a traer luces y sombras. Donna iba a vivir casi al mismo tiempo el cielo y el infierno. Ya era una grandísima figura no solamente en su país sino a nivel mundial y con su siguiente disco iba a lograr el mayor éxito de toda su carrera. Sin embargo, su estado anímico no era el más adecuado ya que tanta fama la terminaría desbordando y como hemos visto tantas y tantas veces, desgraciadamente, el mundo de las adicciones terminaría atrapándola también a ella.

Viviría momentos verdaderamente delicadas teniendo que ingresar en varias ocasiones en clínicas de desintoxicación. Lo más curioso del caso es que estos problemas no repercutirían lo más mínimo en su creatividad y en su talento ya que ese año 1979 aparecería en el mercado “Bad Girls”, el disco que está considerado como el mejor de toda su carrera y con el que alcanzaría su punto más alto tanto de ventas como de buenas críticas.

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

No solamente nos encontramos ante el disco de mayor éxito de su carrera sino también con el más involucrado socialmente hablando, ya que a pesar de no tener el carácter conceptual de sus primeros trabajos, sí que incide en la crítica social reivindicando los derechos de la mujer convirtiéndose en una especie de canto de libertad hacia aquéllas que han caído en las redes de la prostitución.

Para presentar el disco empezaría a lo grande, con una canción que es todo un clásico de la música disco y en mi modesta opinión la mejor de toda su trayectoria. Un tema con un inicio mágico, eléctrico, con toques incluso orientales y un ritmo discotequero intenso y contundente. No cabe duda, “Hot Stuff” es una auténtica genialidad.

Los más jóvenes conocerían esta canción en el año 1997 ya que sería incluida en la banda sonora de una de las películas más exitosas de ese año, “The Full Monty”. Espectaculares y desternillantes las escenas en las que aparece este tema.

El éxito tanto del álbum al completo como de este tema en concreto fue espectacular y se daría el caso de que durante varias semanas “Hot Stuff” se alternaría en el número uno de las listas de éxitos norteamericanas con el que iba a ser el segundo sencillo del disco.

Este segundo sencillo iba a ser “Bad Girls” y es el que trata más profundamente en su letra el mundo de la prostitución femenina. Nuevamente música-disco pero con unos pequeños matices de pop, algo que daría alguna pista por donde iba a transcurrir su carrera en el futuro. El coro femenino con su “chup chup ahhh beep beep” es simplemente único.

De todos era sabido que su voz era espectacular. Nunca antes ningún artista que hiciese música-disco había mostrado esa potencia a la hora de interpretar sus canciones, por lo que podía decirse que  era única en su especie. De esta manera, la fórmula que utilizaba cada vez con más frecuencia de iniciar sus temas con una parte más tranquila, con un estilo claramente de balada, para dar paso poco después a la parte más intensa y bailable, lograba cntinuamente resultados más espectaculares.

En este sentido, “Dim All The Nights” lo tiene todo. Su inicio es impresionante con la voz descomunal de Donna interpretando lo que parece una balada para convertirse a continuación en un nuevo tema para bailar. Lo dicho, espectacular.

La figura de Giorgio Moroder fue fundamental en esta etapa de su carrera. Fue él quien supo ver su potencial y quien apostó por ella cuando más difícil lo tenía. La combinación entre la forma de componer y producir de Moroder y la de interpretar de Donna dieron resultados excepcionales y un éxito total.

Moroder fue uno de los personajes más influyentes en la música de los 70 y de los 80 e incluso se llegó a hablar de “sonido Moroder” para referise a todas las ocasiones en las que su mano se posaba sobre algún artista. Por poner un ejemplo, el tema “Sunset People” puede considerarse como el más identificativo de esta circunstancia. Los sintetizadores adaptados a la música-disco dejan grandes canciones como ésta. Donna hace lo demás.

El disco en su concepto puede considerarse como una especie de Catecismo de la música para bailar. Cada una de las canciones que lo integran tiene un potencial espectacular y fueron muchos los sencillos que se fueron extrayendo del álbum. Aquél que no sea capaz de ponerse a bailar escuchando este trabajo es que no le gusta bailar.

El sonido electrónico de estas canciones producía una intensidad tremenda, por lo que no era de extrañar que las discotecas recurrieran una y otra vez a los temas de este disco. Entre ellas yo destacaría una que a mí particularmente me encanta. Se trata de “Our Love”, una de esas canciones que con solamente escuchar su principio te invita a bailar intensamente de manera inmediata.

En el año 1979 llegaría uno de los momentos estelares de su carrera, de la mano de una colaboración muy especial de otra artista poseedora de una voz descomunal que iba a propiciar una de las mejores canciones de la década de los 70 en un mano a mano entre las dos verdaderamente excepcional. Esa colaboradora de lujo no sería otra que la inigualable Barbra Streissand.

La canción en cuestión sería un rotundo éxito a nivel mundial. Y es que juntar las voces descomunales de las dos artistas en una canción que ya de por sí es una auténtica joya no podía obtener otros resultados. Su título sería “(No More Tears) Enough is Enough”, repitiendo de nuevo la fórmula de un inicio en plan balada para acabar con una intensidad discotequera final impresionante.

Sus problemas de adicción habían sido superados y el éxito era continuo. En esos momentos estaba considerada como una de las artistas más importantes del panorama musical internacional y su popularidad no podía ser mayor. Su música sonaba una y otra vez en las emisoras de radio de todo el mundo, llegando el momento de hacer una especie de balance de lo conseguido hasta el momento con la aparición en el mercado de un doble recopilatorio comprensivo de todos sus éxitos logrados hasta el momento.

El disco en cuestión llevaría el título de “On The Radio: Greatest Hits Vols. 1 y 2” y ni que decir tiene que obtendría unos resultados de ventas espectaculares. Poder tener todas sus canciones en un único trabajo era todo un lujo.

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

En aquel momento nadie podía sospechar lo más mínimo, pero la publicación de este recopilatorio obedecería a un cambio de estilo que iba a producirse a partir de la publicación de su siguiente disco de estudio, como ahora veremos. Donna además de una gran artista era una persona inteligente y sabía llevar su carrera a la perfección, no cabía ninguna duda.

El disco incluye una única canción inédita que llevaría el título de “On The Radio”, con el que además de servir de homenaje a esas emisoras de radio que apostaron siempre por ella y por su música, reincidiría en la fórmula tan eficaz de “inicio lento-final intenso”.

Entrábamos en la década de los 80 y la música iba a cambiar radicalmente. La música-disco que lo había llenado casi todo en los 70 había saturado el mercado musical de tal manera que muchos de los que habían sido sus más fervores seguidores comenzarían a renegar de ella. Por si fuera poco, la llegada del punk, los New Romantics o el Tecno iba a suponer que muchos artistas que habían sonado una y otra vez tanto en las emisoras de radio como en las discotecas fueran literalmente borrados del mapa.

La variedad musical que traería consigo esta nueva y mágica década provocaría que muchos artistas cambiaran sus registros. El pop en sus distintas facetas sería el estilo musical que mejores y más duraderos resultados obtendría y en este aspecto Donna sabría como capear el temporal y de algún modo reorientar su carrera. Como ya os cometnaba hace un momento, además de una gran cantante era una persona muy inteligente.

Ella sabría entender los cambios que se estaban produciendo y se aclimataría y reciclaría a la perfección. El primer paso sería cambiar de casa discográfica, ya que ésta pretendía que todo continuara igual, pero el cambio más profundo vendría con su reinvención, la cual se produciría en el año 1980 con la aparición en el mercado de su nuevo disco, el primero de su carrera alejado de la música-disco y que llevaría el título de “The Wanderer”.

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

En gran medida el cambio de estilo vendría de la mano de Moroder, ya que éste estaba volcado en aquel instante con el emergente tecno-pop y su música de sintetizadores, colaborando con grupos como The Human League, por lo que las influencias New Wave serían evidentes.

Desde el primer momento podía comprobarse que el cambio que iba a experimentar era radical. Sin ir más lejos, el primer sencillo, que no es otro que el que le da título a todo el disco, deja atrás la música discotequera para sumergirse en el pop más característico de los 80, modificando incluso su manera de cantar. La habitual potencia vocal de Donna deja paso en esta ocasión a unos registros más graves y más bajos con los que en algunos momentos parece más recitar que cantar.

Cierto es que las ventas de este nuevo disco estarían algo por debajo de las del anterior, pero también hay que comentar que todos los trabajos que fue publicando posteriormente lo estarían. El listón había quedado colocado demasiado alto. Pese a todo, el público en general aceptaría de muy buen grado los cambios producidos y seguiría considerándola como una de las más grandes. Había corrido un gran riesgo pero la jugada le había salido bastante bien.

Hay muchas maneras de cambiar de estilo y reciclarse musicalmente hablando. Algunos lo hacen de manera gradual a lo largo de dos o tres discos. Otros apuestan por hacerlo de manera radical y en estas ocasiones las cosas suelen salir o de manera extraordinaria o de manera desastrosa sin término medio. Donna utilizaría una tercera opción que resultaría ser la acertada.

Se trata de introducir en el disco canciones que tocan distintos estilos, algunos totalmente antagónicos entre sí, y de esta manera comprobar cuales son las que mayor aceptación logran indicando el camino a seguir. Con este álbum, Donna se atrevería incluso con ritmos más rockeros, como sucedería con “Cold Love”, una de las canciones más contundentes de su carrera. Eso sí, cosecharía menor éxito que su anterior single, lo que evindenciaba que el pop parecía ser el camino más acertado a seguir.

Una vez pasada la sorpresa y la euforia por los cambios, hay que reconocer que el disco fue perdiendo algo de fuelle. De hecho, únicamente aparecerían en el mercado tre sencillos del mismo y su éxito iría decreciendo de manera evidente. Los tiempos habían cambiado, aunque seguía en la élite.

El último de estos sencillos sería el que menos éxito cosecharía, pero a mí me parece una canción que demuestra con claridad los cambios que había experimentado. Si cualquier de sus anteriores éxitos simplemente escuchándolos sin saber a que época pertenecían se identificaban de inmediato con los 70, con “Who Do You Think You’re Fooling” sucedería lo mismo pero cambiando de década. Cerrando los ojos y escuchándola podemos apreciar que irradia 80’s por todos sus poros.

Como suele suceder en épocas de grandes cambios, las dudas no tardarían en aparecer. El éxito del disco de su reinvención había sido más que aceptable pero había mostrado un evidente retroceso, por lo que su discográfica tenía dudas sobre el camino a seguir, lo que provocaría una pequeña disputa con la artista.

En el año 1981 estaba prevista la publicación de su siguiente disco, pero éste finalmente no vería la luz hasta quince años después. El título de este álbum sería “I’m a Rainbow” y finalmente sería aparcado. Su sello discográfico consideraría que había que esperar un poco para ver como evolucionaba el panorama musical ochentero y no precipitarse. Como ya os digo, en el año 1996 finalmente vería la luz, pero esto ya os lo contaré en su debido momento.

Así pues habría que esperar al año 1982 para disfrutar de un nuevo álbum que vendría con la principal novedad del cambio de productor. La etapa triunfal de Moroder llegaba a su fin, ya que la manera de hacer música de Donna iba a ser bastante distinta y no encajaba con los propósitos del que hasta ahora había sido su gran impulsor. Así pues, “Donna Summer” puede considerarse como el disco del cambio dentro de su carrera.

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

Las labores de producción iban a recaer en uno de los productores de moda del momento, un artista considerado como uno de los mayores talentos de la historia de la música. Me estoy refiriendo al inimitable Quincy Jones, quien le daría un aire especial con toques de varios estilos al disco y unos arreglos muy cercanos al funk a unas cuantas de sus canciones.

Sin ir más lejos, el sencillo de presentación de este disco suena a Jones por todas partes. Una música para bailar pero muy distinta de la que había convertido a Donna en la auténtica reina en la materia, en la que el funk suena contundentemente. Su título sería “Love Is In Control” y tendría una muy buena aceptación entre público y crítica. En esta ocasión tengo que confesaros que voy a contracorriente, particularmente me parece una de las canciones más “insípidas” de su carrera. Eso sí, como siempre digo: para gustos, colores.

Por contra, también en mi opinión personal, el disco contiene una de las canciones más geniales que jamás haya publicado. Eso sí, con cierto trasfondo ya que la canción no es suya sino que pertenece a dos monstruos de la música que en su momento no llegaron a publicarla para regocijo de Donna que lograría un contundente éxito con ella. Os lo cuento con detalle.

En el año 1981 Jon Anderson, el vocalista de los míticos Yes, y Vangelis publicaban un disco juntos que atendía al título de “The Friends Of Mr. Cairo”, dentro del cual se incluía una canción titulada “State of Independence” que en un primer momento pasaría desapercibida y no sería publicada como sencillo. Donna vería de inmediato el potencial de esta canción y no dudo en realizar su propia versión convirtiéndose en un grandísimo éxito de inmediato. Pocos años despues, Jon & Vangelis también la publicarían como single y obtendrían buenos resultados pero siempre por debajo de los obtenidos por Donna.

Ya os he comentado en varias ocasiones a lo largo de los dos artículos que están tratando sobre su carrera que su gran voz encajaba a la perfección en las baladas, aunque en sus primeros tiempos no se prodigara demasiado en estos menesteres, habida cuenta de que estaba más por la labor de ponernos a bailar desenfrenadamente que otra cosa. Pues bien, esto iba a cambiar a partir de ahora, momento elegido para empezar a poner su voz a disposición de temas más tranquilos con grandísimos resultados.

Por poner un ejemplo podemos deleitarnos con “The Woman in Me”, una maravillosa balada en la que su voz brilla como nunca, aunque quizás sea más acertado decir que brilla como siempre.

Su caché era muy elevado por aquella época, por lo que las colaboraciones con otros artistas eran bastante habituales. Eran muchos los cantantes de aquellos tiempos que reconocían su talento y ofrecian sus “servicios” para que Donna le pusiera voz a algunas de sus composiciones. En este disco hay una canción muy especial que cumple estas pautas.

No saldría como sencillo pero es una canción simplemente espectacular. Está compuesta nada más y nada menos que por el mismísimo Boss, y un tema escrito por Springsteen e interpretado por Donna no puede ser otra cosa más que genial y grandísimo. Su título es “Protection”.

La sorpresa iba a llegar en el año 1983 con su siguiente disco, un trabajo impuesto por contrato por parte de su anterior discográfica y que a diferencia de lo que hemos visto en otros artículos de “La Graminola” en los que estas obligaciones contractuales se saldaron con discos mediocres y de relleno, en su caso concreto sucedería todo lo contrario.

El sello discográfico con el que había publicado los discos que la habían transformado en la reina de la música-disco le reclamaría la salida al mercado de un último álbum al estar obligada a ello por contrato. Donna podría haber escurrido el bulto con algunos de los temas rechazados durante su carrera y similares, pero esa no era su forma de obrar. De esta manera publicaría el disco que iba a reportarle los mayores beneficios económicos de su carrera, el cual recibiría el título de “She Works Hard For The Money”.

DONNA SUMMER – CAPÍTULO 2 (LA REINA DE LA MÚSICA DISCO)

La canción que da título al disco se iba a converitr en un éxito de los grandes, no solamente por la música sino también por el videoclip que la acompañaba. Estábamos en la década de los 80 y ya sabemos que fueron tiempos en el que la imagen era casi tan importante como la música y el guion del vídeo de este tema iba a convertirlo en uno de los clásicos de la música de esa década, con su carectización como sufrida camarera.

En cuanto a su sonido, no cabe ninguna duda de que con “She Works Hard For The Money” Donna había abrazado de manera definitiva al pop. La música-disco era ya pasado.

Como os cuento, las ventas del disco fueron elevadísimas y su entrada definitiva en el mundo del pop no pudo ser más triunfal. Había sido la más grande haciéndonos bailar y seguía siendo igual de grande con una música que llegaba a más publico todavía. No cabía duda, seguía siendo una de las artistas de referencia.

Por si fuera poco, el disco incluiría una canción bastante original y peculiar, con un acompañamiento inesperado y que cosecharía también un rotundo éxito. A ritmo de reggae y en colaboración con un grupo británico de niños y adolescentes que estaban triunfando en todo el mundo iba a dejarnos otro momento inolvidable en su carrera.

En aquellos tiempos, un grupo de jovenzuelos llamado “Musical Youth” había logrado un número uno mundial a ritmo de reggae con su “Pass the Dutchie”. También a ritmo de música jamaicana acompañarían a Donna en “Unconditional Love”, produciendo una mezcla tan original como auténtica. La combinación de reggae, coros juveniles y la voz de Donna es para deleitarse una y otra vez.

No sería ésta la única colaboración especial con la que contaría en este disco, y al igual que con la realizada con los chavales británicos sería bastante peculiar e inesperada. Nadie habría apostado por un acompañamiento como el que viene a continuación.

Desde que superó sus adicciones y abandonó su título de reina de la música-disco, Donna se había apartado de manera casi total de la vida pública. Apenas salía de noche y había visto crecer su fe cristiana. De esta manera surgiría la posibilidad de colaborar con Matthew Ward, un artista que pasaba por ser el máximo exponente de lo que se había dado en denominar “Música Cristiana”, que como os podéis imaginar no es otra cosa que música con un estilo muy sencillo y unas letras bastante espirituales.

La canción en cuestión llevaría el título de “Love Has A Mind Of Its Own” y como podéis imaginaros es una balada. Sinceramente, qué queréis que os diga, porque es Donna Summer que si no … Vamos que es un tema bastante normalito.

Del resto de las canciones poco hay que decir ya que se verían un tanto eclipsadas por el éxito de “She Works Hard For The Money” y “Unconditional Love”. Si acaso yo me quedaría con una de ellas que es una especie de híbrido entre lo que había mostrado en sus mejores épocas y lo que ofrecía en estos momentos.

Me estoy refiriendo a “Stop, Look & Listen”, una canción que se queda a medio camino entre un tema hecho para bailar y un tema representativo del pop más ochentero. Vosotros opináis.

Con este disco cerraba definitivamente su etapa con la discográfica que la había visto nacer, crecer y triunfar. Sus caminos finalmente se separaron de manera cordial y con el broche de oro del éxito de este último trabajo juntos. Lo cierto es que a partir de ese momento no volvería a triunfar como lo había hecho hasta ese instante.

Esta circunstancia iba a ponerse de manifiesto ya en el año 1984 cuando pubicó su siguiente disco. Bajo el título de “Cats Without Claws”, Donna iba a ofrecernos su trabajo de menor acogida por parte del público y en el que muchos verían la entrada en cierta decadencia. El listón del éxito de su anterior álbum había sido colocado demasiado alto y daba la impresión que le estaba pasando una factura muy cara.

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Los resultados de ventas del disco fueron bastante discretos. En esta ocación no daría con la tecla y parecía que no se encontraba en su mejor momento de inspiración y creatividad. Por si fuera poco, las críticas hacia el disco fueron malas en líneas generales, estando considerado este trabajo como uno de los más flojos de su carrera.

Sin ir más lejos, era la primera vez que ninguno de los sencillos que aparecerían en el mercado estaría a la altura, no entrando entre los puestos de privilegio de las listas de su país. En Europa las cosas saldrían todavía peor ya que el disco pasaría bastante desapercibido. Si acaso, la única canción que tuvo cierto recorrido fue “There Goes My Baby”, que no es otra cosa que una versión del clásico de The Drifters. Con esto queda todo dicho.

El abrazo al pop era ya más que evidente y el sonido de la mayoría de las canciones de este disco sonaba a los 80 por los cuatro costados. Cabe entonces preguntarse el motivo por el qué no lograría triunfar como lo había hecho hasta ese momento. La respuesta era muy sencilla: había cometido el error de ofrecer más de lo mismo, de ofrecer lo que ofrecían un sinfín de artistas en aquella época y de ella, de la gran Donna Summer siempre se esperaba más, siempre se esperaban cosas especiales.

Basta con escuchar el segundo sencillo que se publicaría, titulado “Supernatural Love”, para darnos cuenta de esta circunstancia. Es una canción que la podría haber cantado ella o cualquiera de las artistas tipo Samantha Fox, Sandra o similares que tenían cierto éxito en aquellos tiempos aunque con un recorrido bastante efímero.

Del resto de las canciones del álbum poco hay que decir, son más de los mismo, son intrascendentes. De ella siempre hay que esperar mucho más y por este motivo la decepción fue bastante grande. Lo peor de todo es que no había explicación lógica para ello ya que no había existido ningún tipo de indicios que anunciaran este retroceso.

Lo normal en estos casos es que la voz del artista sea lo que termine salvando la honrilla, por decirlo coloquialmente. Y eso es lo que sucedería con la única canción en mi parecer que merece atención de todo el álbum. Como no podía ser de otra manera, en el momento en el que una canción daba para que ofreciera su voz en su máxima expresión iba a volver a impresionar al público.

Me estoy refiriendo a “Forgive Me” una balada que muestra a Donna en su máximo nivel recordándonos a todos que además de una artista que puede ser muy comercial es una cantante de matrícula de honor.

De lo que no cabía ninguna duda es de que las cosas tenían que cambiar radicalmente para reconducir su carrera hacia el éxito. Éste había sido su primer fracaso y por este motivo decidiría tomarse un pequeño respiro para reflexionar detenidamente. Un tiempo de descanso que duraría tres años, periodo que habría que esperar para conocer si retomaríamos a la Donna de siempre o si continuaría la caída.

Pero ésta ya es otra historia que os contaré en el próximo artículo de “La Graminola”, tercero y último dedicado a esta espectacular artista que fue Donna Summer. Su popularidad decrecería considerablemente ya os lo advierto, pero seguiría ofreciendo muy buena música. No faltéis y lo podréis comprobar.

Hasta entonces, Graminoleños.

JUAN JOSÉ GOMARIZ


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