dan para mucho, si todo sucede en cuatro días. Uno de los muertos era amigo íntimo y, aunque persona ya algo mayor y enferma desde hacía años, la relación que manteníamos deja un hueco que, sin más, ahí quedará, no se puede rellenar. El segundo muerto era, no puedo decir otra cosa, una buena persona y todos pensábamos que lo era. Su hueco es de otro tipo para mí, pero su ejemplo y las cosas que hoy se han dicho de él, me hacen pensar: hay que intentar hacer siempre el bien tanto como huir de hablar mal de las personas o prejuzgarlas en función de gustos propios. Oye, Joan, ¿pero esto no es un cuaderno sobre vinos y comidas? ¿Qué haces divagando sobre cosas que no tienen nada que ver? Es sencillo: los Romanos nos lo cuentan precisamente desde sus tumbas: 1. Pásalo lo mejor que puedas porque acabarás viniendo donde todos (los muertos) ya estamos. 2, y como consecuencia de 1 y aplicable sólo a los que estamos en el asunto del vino por vocación y pasión, no por negocio o mercadeo: Come bien, bebe mejor, diviértete cuanto puedas, porque acabarás viniendo a nosotros. Horacio, siempre Horacio, lo resume mejor que nadie: cuando te encuentras ante situaciones como las que yo he vivido esta semana (pero todos vivimos con frecuencia), no queda otra que fijar el horizonte de expectativas en la hora siguiente, como mucho, pensar que en la sencillez de las cosas se encuentran la elegancia y la belleza supremas y aprender, cada día más y mejor, a compartir las cosas bonitas que te suceden. Sin perjudicar a nadie. Intentando beneficiar a quien puedas. Sin más objetivo que ése. Sin esperar nada a cambio.
El resfriado...afonía, catarro, falta de sintonía con lo que comes y bebes porque tus sentidos no están para alegrías...la cruz de los que amamos comer y beber bien. Empecé con él en el primer entierro, siguió el bruto trabajando un par de días y cuando, a mitad de semana, planteamos una cata que prometía mucho, yo ya no estaba en forma. Y ahora lo noto, lo veo y lo entiendo. No me gustaba nada, nada me parecía bien. Puede que, en parte, fuera culpa de los vinos (no pocos pensaban como yo) , pero otra parte, sin duda, fue debida al factor humano. A cómo me sentía yo y cómo percibía yo las cosas. Y esa sensación, de cata frustrada y de mal estado personal, junto con una conversación sobre cómo vemos y sentimos cada persona aquello que comemos y bebemos en función de nuestra propia experiencia, me llevó a una segunda pequeña reflexión sobre qué hago yo ahora mismo en este cuaderno de vinos, para qué, para quién, por qué lo hago. No, por favor, Joan...¿No habíamos quedado hace ya por lo menos dos años que nunca jamás escribirías otra metarreflexión bloguera? Menudo peñazo...Pues sí, es cierto, pero he sentido la necesidad hoy mismo y ahí va, no me privo de ella. Por qué. ¿Sigo queriendo compartir experiencias con quién quiera leerlas? Sí. Para qué. ¿Te sigue gustando que la inmensa mayoría de lectores anónimos puedan tener información para disfrutar de buenos momentos parecidos a los que tú vives? Sí. Para quién. ¿No te estás desviando un poco de uno de tus objetivos claros: que los vinos de los que hablaras pudieran comprarse y beberse con cierta facilidad?
Aquí topo con una piedra. Porque de la conversación que tuve me quedó claro que algunos de los vinos que salen aquí no son fáciles de encontrar. Que la gente lee, la gente tiene ganas de beber esto o aquello quizá porque ha encontrado la referencia en este cuaderno y, en fin, la distribución no es mi fuerte y las cosas no siempre se encuentran en la tienda de la esquina...No debo olvidar mis principios y siempre tengo que decir cómo y dónde he conseguido este o aquél vino. O quizá, también, husmear en internet y proponer a los lectores de este cuaderno dónde encontrar (sin moverse de casa y usando la red) los vinos de los que hablo. Qué hago. Hay momentos en que ya no lo sé. Tengo que volver a recordarme que escribo por placer, porque me gusta. Y si tengo días y momentos en que no me apetece hacerlo o no tengo nada que decir, pues no escribo. ¿No habíamos quedado en eso, Joan? No lo olvides, pues. Compartir es un placer, explicar y que la gente pueda llegar a disfrutar con algo que propones, también. ¿Por qué te preocupas, pues, si sabes que alguien se beneficia de tu esfuerzo sin, presuntamente, sacar tú nada a cambio? Último grave error, Joan, a evitar y para tener siempre bien presente: tú siempre sacas algo a cambio de lo que escribes. Los buenos vinos que bebes, los buenos ratos que compartes con los amigos. Y lo más importante: las personas que hacen el vino en sus tierras y cada cual a su manera. Tienes que recordar, amigo: te gustará más esto que aquello pero conviene ser respetuoso con todos los que se ganan la vida con el vino. Con todos. Las personas estamos al principio y al final de todo y seguimos siendo la medida de todas las cosas, también en el viñedo y en la bodega. Esfuérzate por conocerlas y por respetarlas. Habla de lo que quieras, defiende incluso tus puntos de vista, pero no pierdas de vista que, al final, siempre estamos hablando de lo mismo. Personas. Lo más importante: las que se fueron. Las que seguimos, Historias de personas, historias de vinos. Ahí estamos. aquí seguiremos. Sin olvidar por qué. para qué, para quién, qué.
Vaya, hombre: ¿te acaba de salir un post sin foto ni ilustración? ¿Pero no habías dicho también que una de las cosas más importantes de un blog era la buena compaginación de texto e imagen? Pues mira, hoy ha salido así. Y si al jefe de redacción no le sabe muy mal, así se publicará.