Aunque tiene una buena fachada, la puerta de entrada es pequeña, pero el local es grande. El comedor se encuentra a un nivel un poco más bajo que la calle, aunque no es un sótano. Esto le da una cálida luz natural ya que los cristales de su vidriera no son transparentes y atenúan el sol. Los colores oscuros de algunas sus paredes combinadas con otras decoradas con titulares de diario y un mobiliario en tonos madera también ayudan a ello. Tiene su barra y no demasiadas mesas, con el suficiente espacio entre ellas para no dejarnos “disfrutar” de conversaciones ajenas. Según puede verse en su entrada, disponen de algún salón privado para eventos o cenas de grupo. En
El Bar, Sergi Giménez, sumiller atiende la sala y Brian Matic la cocina.
Su oferta se centra en
platillos y tapas para compartir, para dar opción a probar mas variedad y así disfrutar más de sus elaboraciones. Porque en general, disfrutareis. Yo por lo menos lo hice compartiendo varios de sus platos, que acabó en lo que podríamos llamar un menú degustación.
Primero y como bienvenida, mientras haces la elección, un aperitivo de
olivas y cacahuetes con polvo de wasabi. Viciosos como ellos solos.
Y empezamos con una
Coca de Escalivada con Ventresca y Ajo Negro. Buena la escalivada y abundante la ventresca. El ajo negro, tan de moda últimamente, le daba un buen sabor sin que quedara excesivamente fuerte. De hecho, es una de sus características y quizá esa sea parte de su éxito. La base de pan crujiente, indicador de que la hacen al momento.Un clásico que difícilmente desagrada.
Otro clásico que debe probarse y que suele ser un buen termómetro de la cocina de un restaurante: la señora
croqueta. En este caso de
pollo y jamón y grande de tamaño. Parece que ya están desapareciendo las “minis” que tanto se impusieron en su día. Menos mal, porque por el precio que te cobran en algunos sitios por ellas sería imperdonable. En
El Bar no es el caso, un buen tamaño, más grande de lo normal. La próxima vez tengo que recordar poner alguna referencia que sirva para hacerse la idea del tamaño real…
El
Ravioli de Gambas con salsa Ponzu empieza a apuntar maneras. Aunque los dos platillos anteriores estaban muy buenos, son menos sorprendentes, seguramente por ser más habituales y tenerlos más interiorizados. En este platillo se percibe ya algo de imaginación y una inquietud por destacar. Una
delicatessen, una
pasta muy bien cocinada y rellena y una salsa para maridar estupenda que le proporciona el toque asiático.
Volvemos a un clásico en el que la calidad del producto lo hará un manjar o un desastre. En este caso, la balanza se declina claramente hacia el manjar:
Guisantes de Llavaneras con Panceta. Quizá es en estos platos clásicos donde se puede apreciar realmente la buena preparación por tener más referencias para comparar. Deliciosos.
Siguiendo con la línea del peso del producto de calidad, nos vamos a un
Calamar de potera. Pocas cosas me parecen tan buenas como un buen
pescado fresco, en general, pero debo reconocer que los calamares, igual que la sepia, si los encuentro en la carta suelo pedirlos. Aunque, si lo pienso, me pasa con demasiadas cosas, no solo con el pescado!. Casi sin manipulación, a la plancha sin más, como mejor se puede saborear, y acompañado con
mayonesa de wasabi.
La mayonesa la probé por curiosidad y tenía el típico sabor del ya común wasabi. Pero prefería comerme el calamar sin ella. Creo que le mata el sabor y es una lástima. Posiblemente, por la reflexión que os he hecho antes. Quién no sea un apasionado del calamar, por lo menos tendrá la opción de saborearlo con una salsa diferente.
Una
Vieira con un toque de plancha
con huevas de trucha y praliné de macadamia sigue el mismo camino que abrió el ravioli. Platos más creativos y muy acertados. Exquisita, el calor justo para que no pase la barrera de tersa a correosa y, una vez más, un toque de salsa que acompaña sin matar el sabor principal.
Y de vuelta a lo tradicional:
Merluza de palangre con calçots y espárragos. Un jugoso taco de merluza de un tamaño correcto más cerca de un plato que no de un platillo, y fresca, muy fresca. Más que por excentricidades en su elaboración, la aconsejo, una vez más, siguiendo la misma doctrina que para los calamares. Si el producto es bueno, no lo escondamos!
Y el último típico, un
canelón de ternera y foie. Tengo que decir que el plato original va gratinado con
Parmesano. Siempre que opino de cosas que en un principio llevan queso y son modificadas para que las pruebe tenéis que tenerlo en cuenta. Es muy posible que, en general, el sabor cambie mucho si degustáis la receta original, pero no puedo opinar de algo que no conozco. En este canelón si, aunque llevaba
foie, lo encontré suave, muy meloso. Correcto, pero le faltaba algo de potencia, seguramente la que le aporta el Parmesano. Así que lo mejor es que si váis lo probéis tal y como ha sido pensado, ya que es uno de los platos que más salida tiene. Por algo será.
No hay comida culminada sin final dulce, para mi, parece que no hayas acabado de comer.
Un
postre ligero por ser con
fruta:
Macedonia cocinada con vainilla y naranja sanguina. Elegante y sabrosa. Muy aromatizada por la vainilla, me sorprendió este postre por su originalidad y sabor. Muy recomendable si eres de los que duda si te queda hueco para el postre, entrará con mucha facilidad.
El siguiente ya es más rotundo: el imprescindible
Chocolate, pero además un
Cremoso, con Cardamomo y Pistachos.
Una bonita presentación floral, contundente, espeso y con el toque crujiente de los pistachos. Igual que en la macedonia, el perfume de Cardamomo le daba el toque de distinción. Y muy muy cremoso, haciendo honor a su nombre.
Pero una de las cosas que más se oyen de El Bar es un postre que no es dulce precisamente y del que tampoco puedo hablaros en primera persona, pero que los incondicionales valorarán mucho: Un carro de
magníficos quesos, que aún sin opinión, tenía la obligación de haceroslo saber.
Toda la comida la acompañamos con un buen
pa de coca con tomate, como mandan los cánones. Imprescindible.
No tomamos una botella de vino con la comida, sino que nos aprovechamos de los conocimientos de Sergi Giménez para que nos guiara en todo momento. Si él es sumiller, nos ponemos en sus manos!. Así que tomamos varias copas dependiendo del momento de la comida. Iba escogiendo de su
buena carta de vinos, bastante completa y con algún tesoro que otro.
En general, un sitio agradable a tener muy en cuenta. Sobre todo para compartir pero que no necesariamente suponga ir con prisas ni comer cualquier cosa. Estuve muy cómoda en El
Bar Barcelona, el trato fue muy agradable: atento sin excesos que incomoden. Tiene un buen precio, no es caro para la calidad del producto y la cantidad de las raciones. Como siempre que hablamos de carta, dependerá de lo que se escoja pero se puede comer o cenar bien por unos 25 Euros por persona. Si la opción es escoger alguna tapa, las hay desde 3 Euros. Aunque no hace menú, vimos anunciado que ofrece lo que llama “Fórmula Migdia” los días laborables. Una comida rápida compuesta por un entrante, un plato principal y un postre con un precio de 16 Euros. Escoger esta fórmula puede ser una buena opción para una primera visita.
Si queréis profundizar un poco más en cuales son sus
tapas y platillos, ya que la carta es bastante extensa, igual que la de vinos, quién mejor os lo puede decir son ellos mismos, así que os dejamos su
web. Anotadlo en la lista!