El dinero no trae la felicidad y aquí soy feliz. Lo que más pesó fue mi alegría y el momento. No es la hora de ir a Europa”.
Neymar da Silva Santos Júnior no es un adolescente más. Con sus escasos dieciocho años (nació el 5/02/92) ya es figura indiscutble en Santos y se ha convertido en una de las máximas figuras del fútbol de su país. “El nuevo Pelé” descolló en el último amistoso de la Selección Verdeamarelha frente a Estados Unidos, en el debut de Mano Menezes como DT del combinado brasilero.
Desde hace varios meses que el nombre Neymar, en el ambiente futbolístico, toma cada vez mayor trascendencia. Como no podía ser de otra manera, el eco de sus grandes actuaciones Peixe llegó a oídos de los clubes más poderosos de Europa. Durante el invierno sudamericano el poderoso Chelsea del multimillonario ruso Román Abramóvich posó sus ojos en la joven perla brasilera.
25 millones de euros ofrecieron los Blues para llevarse al nuevo crack del fútbol Mundial, que hace 18 años nació en el humilde municipio de Mogi das Cruzes, a cincuenta kilómetros de Sao Paulo. Ney, a pesar de los millones que le ofrecieron para tentarlo, decidió parar la pelota, levantar la cabeza y mirar sus posibilidades: el mejor del fútbol brasilero siente que todavía le falta experiencia para ir a un grande de Europa. Además se siente muy cómodo en un equipo que lo rescató de la pobreza y lo convirtió en lo que hoy es.
Hace poco hablabamos sobre los futbolístas brasileros y su sentido de pertenencia. Más allá de que las posibilidades económicas de los clubes le permiten sostener a sus figuras ante los “ataques” externos, es indudable que los jugadores sienten la camiseta y llevan impregnado en su piel el escudo del club del cual surgieron. En Argentina no se consigue…
“”