El Manchester City pasó en solo cinco minutos de perder 3-1 y estar condenado a la derrota a igualar 3-3 y aspirar a una victoria que de haberse concretado hubiera sido sublime. No se dio y finalmente el extraordinario encuentro que lo enfrentó al Sunderland terminó en un empate que no le permitió alcanzar en lo alto de la tabla de posiciones al United.
Si bien volvieron a escaparse puntos que llegado el final del certamen pueden llegar a lamentarse muchísimo (si el United supera el lunes al Blackburn le sacara cinco unidades de diferencia), lo cierto es que visto y considerando lo complicado que se tornó el encuentro con el correr de los minutos esta vez el equipo no perdió dos sino que ganó uno.
El City, que como ante el Stoke no contó con Sergio Agüero, fue superior pero terminó pagando muy caro sus errores defensivos, los cuales fueron aprovechados por un Sunderland que brillantemente conducido por Stephane Sessegnon hizo gala de una enorme practicidad y transformó en gol las tres ocasiones claras que tuvo durante el juego.
En dicho sentido, los héroes que tuvo la visita fueron el sueco Sebastian Larsson y el danés Niklas Bendtner, quienes encima materializaron los tres goles del equipo en los momentos en los que cuadro conducido por Roberto Mancini mayor dominio evidenciaba.
Larsson marcó el primero y el tercero, mientras que Bendtner hizo el segundo, que al llegar antes del descanso y tan solo dos minutos después de que Mario Balotelli haya igualado mediante un penal que Craig Gardner le cometió a Edin Dzeko marcó un quiebre importantísimo.
Ya en el segundo tiempo y una vez que Larsson anotó el mencionado tercer tanto todo se le hizo demasiado cuesta arriba al City, que aunque adquirió algo de frescura con el ingreso de Carlos Tevez equivocó permanentemente los caminos y vio correr los minutos sin poder hacer nada para torcer la historia.
Dicha tendencia se mantuvo hasta el cierre, en el que sorpresiva e inesperadamente el elenco ciudadano resurgió de forma gloriosa y mediante tantos de Balotelli y Aleksandar Kolarov igualó el encuentro en solo dos minutos. La locura fue total.
Aunque los intentos posteriores por ganar no dieron réditos, una vez llegado el pitazo del árbitro la sensación fue de alivio. Empatando como empató el Manchester City al menos demostró que tumbarlo no será fácil.