En la mañana del pasado viernes día 5 de julio, el Papa Francisco firmó los decretos que reconocían un milagro obtenido por intercesión del beato Juan Pablo II y otro atribuido a la intercesión del venerable Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei. Esos milagros harán que uno y otro sean declarados santo y beato, respectivamente.
"Una feliz coincidencia" -señalaba Mons. Javier Echevarría, Obispo Prelado del Opus Dei- pues ambos "eran muy amigos, y el propio Juan Pablo II quiso rezar ante los restos de Don Álvaro".
El milagro que la Santa Sede reconoce por la intercesión de este próximo beato es la inesperada recuperación del niño José Ignacio Ureta Wilson tras un paro cardíaco de más de media hora y una hemorragia masiva, hechos que acontecieron en Santiago de Chile el 2 de agosto de 2003. Los médicos no encuentran explicación científica a aquella sorprendente sanación.
El vídeo que recojo en este post cuenta con todo detalle –y con una emoción muy viva- lo que sucedió aquel día y los días precedentes. Lo relatan sus propios padres, algunos familiares y, sobre todo, José Ignacio Rodríguez, el médico que lo atendió y que experimentó una profunda conmoción al ser testigo directo de la curación. El vídeo fue lanzado en Internet el mismo día 5 y a los tres días superó las 20.000 visitas. Es ciertamente cautivador.