El tercer volumen de la serie del capitán Alatriste, El sol de Breda, es de estas tres que por ahora llevo leídas la más bélica y la más coral. Dejamos Madrid para acompañar a Diego Alatriste y a Íñigo Balboa hasta Flandes, Íñigo como mochilero del Tercio Viejo de Cartagena y como ayudante de su capitán."Voto a Dios que los canales holandeses son húmedos en los amaneceres de otoño. (...) Era aquel sol un astro invisible, frío, calvinista y hereje, sin duda indigno de su nombre: una luz sucia, gris, entre la que se movían carretas de bueyes, campesinos con cestas de hortalizas, mujeres de tocas blancas con quesos y cántaros de leche".
Alatriste sigue en mostrándose un hombre duro, frío, distante, meditabundo y con ciertos momentos sentimentales- todo un hombre del siglo XVII- e Íñigo sigue siendo el narrador pero ya empieza aquí, en donde toma armas por primera vez, a madurar, a buscar su propia identidad y a dejar de ser, a sus catorce años, ese adolescente imberbe e ingenuo.
La narración de Íñigo a lo largo de las cerca de 250 páginas se centra sobre todo en las penalidades y duras condiciones durante el sometimiento de la ciudad de Breda, en donde intervinieron españolitos de todas partes de la geografía hispana y entre los que encontramos interesantes personajes como Copóns, de Huesca, el vizcaíno Mendieta o el gallego Rivas."En cuanto a mí, la naturaleza de mis sentimientos estaban divididos respecto al capitán, aunque yo apenas era consciente de ello. De una parte, lo obedecía con disciplina, profesándole la sincera devoción que harto conocen vuestras mercedes. De la otra, como todo mozo en creciente vigor, empezaba a sentir el apremio de su sombra."
Tras meses de asedio finalmente en 1625 la temida infantería española salió vencedora y Breda hubo de rendirse. Miles de aguerridos soldados españoles lucharon por su patria y por su soberano y muriendo sin saber muy bien por qué. Pérez-Reverte, como reportero de guerra que fue, nos retrata un campo de batalla sin grandes heroísmos ni heroicidades en el que prima un indiscutible afán de supervivencia."- ¡España!... ¡Cierra España!"
La maestría de Pérez-Reverte queda como siempre bien demostrada pero, a pesar de ser de nuevo una muy buena lectura, me ha resultado una historia menos atrayente que la de las dos volúmenes anteriores. Los personajes de Alatriste, Íñigo y Francisco de Quevedo, con sus cuitas personales y moviéndose por el apasionante Madrid del siglo XVII, son un atractivo que he echado en falta en este libro. Quevedo no aparece aquí y nuestros dos protagonistas quedan semi ocultos por los otros personajes en acción y por la trama bélica en sí. Es una novela más mesurada, de fácil lectura, eso sí, como las anteriores, pero menos aventurera y jocosa.
La rendición de Breda, o Las lanzas, de Velázquez
"El resto es un cuadro, y es Historia". Pero cuando ya damos el libro por terminado los lectores nos encontramos una nota del editor, que me ha resultado un juego muy simpático, y me ha tenido observando el cuadro de Velázquez largo rato identificando cada uno de los personajes. Esta nota confirma aún más la veracidad de los datos históricos aportados por Íñigo Balboa y es una estupenda táctica narrativa para despertar nuestro interés. Con ayuda de la detallada descripción que Íñigo le hace unos nueve años después de los sucesos, Velázquez pinta su famoso cuadro La rendición de Breda, popularmente llamado Las lanzas, en el que aparece retratado el capitán Alatriste. Sin embargo, con posterioridad Alatriste fue eliminado del cuadro, al igual que de alguna obra literaria en la que se le mencionaba. El misterio, supongo, se desvelaré en siguientes volúmenes de la saga.Esta reseña se inscribe en el Reto Capitán Alatriste."A ellos, españoles de lenguas y tierras diferentes entre sí, pero solidarios en la ambición, la soberbia y el sufrimiento, y no a los figurones retratados en primer término del lienzo, era a quien el holandés entregaba su maldita llave."
¡Gracias por vuestros comentarios! Nos leemos...
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