Revista Decoración

¿Emprender en internet?

Por Paula Lesina
Emprender en internet: el gurú y el vendedor de espejos.
Soy una evangelista del blogeo. Incluso puede que resulte intensa en mi franco convencimiento del umbral de posibilidades que abre escribir un blog. Para quien conoce mi historia personal, tanto afán no produce extrañamiento: escribir un blog -totalmente anónimo- fue mi válvula de escape a un trabajo alienante, también una forma de expresión para mi maternidad primeriza (en esos primeros días en los que me superaba la experiencia) y finalmente, un espacio de encuentro conmigo y con una comunidad activa y solidaria cuando viví el duelo por la muerte de mi padre. ¿Será mi estilo de vida en el futuro? Si mi propósito y tu presencia se cruzan, entonces sí. Escribir este blog va a ser mi estilo de vida -y emprendimiento digital- a partir del 2016. De lo contrario, todos tan contentos y yo seguiría escribiendo en La Desmesurada. 

¿De qué va este post?


Este post que estás leyendo, es el segundo de una serie dirigida al sondeo de objeciones. No es un post con consejos prácticos como el anterior, de todos modos, tiene tres objetivos definidos:
- Reflexionar sobre lo que significa un emprendimiento online.
- Compartir contigo dos de los blogs sobre el tema que sigo.
- Contar cuál es mi postura frente al tema de emprender con un blog.
¿Por qué estos objetivos? Porque estoy tratando de pensar "por fuera" de mi pasión personal y mi propósito para proyectar en el siguiente post cómo un blog puede ser para vos un buen emprendimiento.
También para que quienes aún no descubrieron la poderosa herramienta de comunicación que supone escribir un blog tengan una visión desmesurada de lo que significa ser un emprendedor online sin la idealización persuasiva.
Ah! Solo por si te perdiste el primer post de la serie y te interesa leerlo para ir siguiendo el planteo desde el inicio, te dejo el enlace a continuación: Quiero un blog pero no sé cómo escribirlo. Y con esta transición poco convincente, seguimos adelante si me das tu permiso.


Cuando lo sólido se diluye en el aire.


No soy de las personas con visiones futuristas. No hago proyecciones en el tiempo respecto al potencial del mundo blogger ni sigo tendencias apocalípticas que afirman que los blog están condenados a extinguirse devorados por la fuerza de las redes sociales. Sin embargo, tiendo a creer que un instrumento que permite expresión, colaboración y difusión de ideas complejas y proyectos personales de forma gratuita y democrática, no puede compararse con la efímera propuesta de otros espacios de exposición pública. Claro, es simplemente una opinión.
Vivimos en una sociedad de la información y, más allá de las quejas o los lamentos, la digitalización de experiencias es un proceso instaurado. Puede frustrarte pero no podés negarlo. Podés encerrarte en el medio del monte sin conexión de ningún tipo pero la realidad digital sigue estando ahí, sacándole fotos a tu rancho de retiro desde un satélite.
En este contexto, un blog es una particular experiencia en el mundo virtual, con implicancias que no tiene ni tendrá jamás Facebook o Instagram. Nunca antes fue tan fácil difundir tus ideas. Nunca antes fue tan fácil y accesible iniciar un emprendimiento basado en tu talento más allá del mundo físico. Nunca antes aparecieron tantos vendedores de humo, intentado sacar el lustre del lifestyle del emprendimiento online y transformándolo en la octava maravilla del universo.

El gurú y el vendedor de espejos.


¿No te cansa el discurso de la maravilla de trabajar desde internet? Si ni siquiera sentiste incomodidad al respecto es porque aprendiste a usar Google hace menos de dos semanas. Desde que me interesé seriamente por el tema, encontré tanta variedad de propuestas al respecto que aún estoy filtrando y procesando lentamente toda la información recopilada (sí, soy un poco obse, cuando investigo, investigo de verdad).
Encontré espacios enriquecedores y con una clara propuesta de valor. Sigo  a mujeres tan diferentes como Laura Ribas y Déborah Marín. Es injusta la mención exclusiva, lo sé, porque no son las únicas que leo y sigo con asiduidad. Las elegí porque, de alguna forma, ellas representan dos extremos de la postura emprendedora. Son talentosas, confiables y obvio, escriben un blog. Ambos cargados de información.
Laura hace videos compactos, informativos y amenos dirigidos a emprendedores de "alto rango". Fui siguiendo su crecimiento y, aunque no se parece en nada a lo que quiero para mi vida, admiro cómo le dio forma a su visión. Deb escribe textos extensos, reflexivos, cargados de introspección para emprendedoras creativas. Tiene un modo literario de expresión, es pausada, nunca jamás escucharás de su boca la palabra "leads" y me siento más cerca de su escritura y de su visión del mundo. Perdonen lo burdo de la descripción. Si las conocen comprenderán que es una definición simplista pero que evidencia dos formas tan diferentes como válidas de emprender en internet.
Por cada uno de estos casos excepcionales, hay decenas de vendedores de objetos brillantes que se sacan fotos usando la computadora en una reposera ubicada en una playa tropical, un jardín zen o su escritorio blanco y prolijo. Como si se pudiera escribir un post en una computadora a pleno sol... (de hecho, en ninguno de estos espacios hay un post que pueda llamarse tal.)
Cuando me encuentro con un espacio así, excedido en promesas de bienestar logrado pagando una módica suma, me pregunto qué hace que una persona se deje llevar por esa iconografía de cartón pintado.  Porque estoy segura que la vida de quienes realmente tienen un emprendimiento online no transcurre mientras se hacen selfies tecleando un pretendido post que no existe porque todo texto en el blog es una promoción.
Puedo entender la necesidad detrás de la búsqueda. No solo la entiendo, la comparto. Si hubiese nacido veinte años más tarde, sin duda no habría dudado ni medio segundo al elegir una profesión vinculada con el universo digital. Por lo tanto, siento más que empatía, una franca identificación de anhelos. Lo que no puedo procesar racionalmente es qué los persuade de haber encontrado una respuesta cuando lo que yo veo es el montaje de una escenografía.
No puedo considerar con seriedad un espacio en el que un post es un texto de dos párrafos escritos sin grandes cuidados en el que se cuenta lo maravilloso que es emprender online, mostrando imágenes de Playa del Carmen tomadas de un banco de fotos. Un post es una elaboración compleja y aún en el más visual de los blogs, su escritura nunca lleva menos de dos horas. Sin contar el tiempo que requiere hacer que ese post cobre vida o dicho de otro modo, sea leído. Porque ¿qué sería de un post sin lectores?
Como realmente me consterna la distancia que me separa de este tipo de planteos, apelo a tu opinión como lectora. Si pasaste por acá y encontraste esta modesta presentación, quiero que me prestes cinco minutos de tu atención y me cuentes:


-¿Qué tanto sabés de emprender online?

- En el caso de que te interese el tema: ¿qué blogs leés? 

- ¿Qué opinión te merece obtener ingresos de un blog?


No creas que tus respuestas van a caer en el olvido. Sin duda, pienso retribuirte por el tiempo que dediques a escribir con la creación de contenido valioso para vos y una sorpresa -para quienes dejen su comentario- en el post del viernes. 
De esa forma, vamos testeando juntas si podemos seguir transitando este camino: hablar de emprendimientos online y de cómo escribir para cumplir con las metas de un proyecto de negocio. En la versión desmesurada, obvio.

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