Todo fluye, todo cambia, nada permanece, decía el griego Heráclito. Y sin embargo, nos hemos ido creando ilusiones de eternidad a través de las parejas, de los amigos e incluso de las propiedades materiales. Si el cambio es una constante, el miedo el cambio también lo es. Entonces ¿es bueno cambiar? ¿y por qué necesitamos cambiar?
En La Historia Interminable, la extraordinaria fábula de Michael Ende, el protagonista es un niño llamado Bastian Baltasar Bux, que se introduce en la historia de un libro iniciando un viaje alucinante por el reino de Fantasia, un mundo de criaturas maravillosas amenazado por el imparable avance de la Nada. Para poder regresar a su mundo, el niño deberá realizar un particular aprendizaje a través de sus propios deseos.
En un momento de la historia, Bastian llega a un extraño lugar que llaman la Ciudad de los Antiguos Emperadores. En ella habita una variopinta colección de seres humanos que parecen haberse vuelto completamente locos. A su llegada le recibe un mono, llamado Árgax, guardián de la ciudad y mantienen el siguiente diálogo:
“¿Cómo han llegado hasta aquí? ¿Qué hacen? -preguntó Bastián.
-Bueno, en todos los tiempos ha habido seres humanos que no han vuelto a su mundo -explicó Árgax-. Al principio no querían y ahora, digamos, no pueden ya.
“¿Cómo han llegado hasta aquí? ¿Qué hacen? -preguntó Bastián.
-Bueno, en todos los tiempos ha habido seres humanos que no han vuelto a su mundo -explicó Árgax-. Al principio no querían y ahora, digamos, no pueden ya.
Bastián miró a una niña que, con gran esfuerzo, empujaba un coche de muñecas de ruedas cuadradas.
-¿Por qué no pueden ya? -preguntó.
-Tienen que desearlo. Pero ya no desean nada. Han gastado su último deseo en alguna otra cosa.
-¿Su último deseo? -preguntó Bastián con los labios pálidos-. Entonces, ¿no se puede desear tanto como se quiera?
-¡No es eso! ¡No es eso! -gritó excitadamente el monito-. Sólo puedes desear cosas mientras te acuerdes de tu mundo. Los que están aquí han agotado todos sus recuerdos. Quien no tiene ya pasado tampoco tiene porvenir. Por eso no envejecen. ¡Míralos! ¿Podrías creer que muchos de ellos llevan aquí mil años e incluso más? Pero se quedan como son. Para ellos no puede cambiar nada, porque ellos mismos no pueden ya cambiar.
La Ciudad de los Antiguos Emperadores es la perfecta alegoría literaria sobre una sociedad neurótica en la que nos volvemos lentamente locos mientras sostenemos el espejismo de permanencia que llamamos normalidad.
No es una locura canónica. No significa que estemos para que nos encierren, ni que desarrollemos graves trastornos mentales. Nuestra locura se traduce en renunciar a nuestros propios sueños, deseos y aspiraciones por unas buenas dosis de ansiedad, fobias, estrés, malas relaciones y estados depresivos que nos roban la alegría de existir como la Nada devoraba el reino de Fantasia.
Carpe Diem!: hemos incorporado a nuestro ideario personal esta cita de Horacio mientras la ilustramos de mala manera con cualquier adicción o evasión dañina para huir de la responsabilidad de hacer de nuestra vida algo digno de ser vivido.
Nos empeñamos en enterrar el pasado bajo los carpe diem momentáneos o en esperar cosas mejores para un futuro que lleguen de la mano de sucesos o personas extraordinarias. Y aun así aspiramos a disfrutar del presente sin sanar lo anterior ni educarnos para que las personas que traigamos los verdaderos cambios que mejorarán nuestro futuro seamos nosotros.
La vida es cine. En fabuloso y a veces trágico, y miserable 3-D. Limitarla a las evasiones, a los deseos del instante sin tener en cuanta los grandes y verdaderos deseos de nuestra alma, es condenarla a la unidimensionalidad y acabar deambulando por las las muchas Ciudades de los Antiguos Emperadores que existen para engañar el vacío con promesas insustanciales.
Cambiar es difícil. Significa, por un tiempo, renunciar al instante para reconquistar el auténtico instante. Una vez se inicia el primer gran cambio, el paso se afirma, el miedo se empequeñece y empezamos a adquirir el don de la flexibilidad. ¿Conseguirá Bastian no convertirse en otro habitante de la Ciudad de los Antiguos Emperadores? Si piensas que necesitas cambiar y no sabes por dónde empezar, te invito a que lo acompañes en ese viaje: te sorprenderás.