Posted by D.F. Ospina on 24/10/2014 · Dejar un comentario
A las nuevas generaciones se le asignaron tareas propias del devenir de la sociedad occidental, la “liberación femenina” es uno de estos fenómenos. Siendo pues yo el dueño de este humilde hoyo en medio de la inmensidad de la web, me permitiré mencionar la vacuidad del discurso feminista. ¿Soy un machista por esto? No lo creo, admiro a muchas personas y muchas de esas personas son féminas. El problema del feminismo esta primero en su problema con la autocrítica, así pues, cualquier cuestionamiento a su método guerrillero de análisis sobre los modos de expresión convencionales de la sociedad occidental es tomado como una posición antifeminista. Si feminismo significa igualdad, entonces debe empezar por no llamarse feminismo, sino humanismo. El auto-categorizarse en el género encasilla al movimiento feminista y lo segrega de la moral común, el problema que conlleva esta posición distante con la sociedad es que al renegar de los valores comunes es tomada como extremista por quienes aún pertenecen al sistema que atacan, dicho de otra forma, el feminismo abre una brecha entre las mujeres feministas y las no feministas ¿Por qué? La respuesta es de una complejidad difícil de exponer.
Diferentes estructuras psicológicas, sociológicas, éticas, políticas y naturales nos fueron inyectadas durante los años de educación en los institutos, son estas mismas estructuras de pensamiento las que rigen en nuestra cultura.
¿La mujer tiene una imagen débil en nuestros sistemas educativos?
Si la respuesta es positiva (como evidentemente lo es) entonces la raíz del problema es el sistema de instrucción en sí, sus posteriores manifestaciones en los aspectos cotidianos son aristas de poca importancia. Un movimiento que pretenda realmente liberar a la mujer se centrara en forjar nuevos valores que brinden equivalencia al rol que cada uno de los géneros desempeña dentro de la cultura. No nos equivoquemos pensando que las feministas son aquellas mujeres con bozos charros y de las cuales se escucha decir jamás se depilan. La feminista verdadera es la mujer ejemplar que logra éxitos inesperados en papeles que antes le estaban vedados y estos logros no los hacen mediante reclamo de equidad jurídica, sino con una demostración de fuerza que transforme el pensamiento de las masas y genere dudas sobre la debilidad del género.
El problema de los estereotipos es una guerra perdida, pudiendo existir los estereotipos desde el origen del idioma mismo, la mujer es víctima al igual que el hombre de estos y si bien los matices bajo los cuales son explotados algunos publicitariamente son continuadores de un pensamiento de atraso no son estos nada más que el reflejo de un pensamiento común, que como nuevamente digo, se remiten a una formación educacional adquirida en el transcurso de la vida.
La religión dependiendo del caso puede ser tanto machista como feminista y como este existen infinidad de situaciones que comparten una dualidad y que no son más que la reminiscencia de un sistema de valores desbalanceado a favor del hombre.
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