Corea del Sur y Japón habían presentado por separado sus candidaturas para organizar la Copa del Mundo 2002, sin embargo, con el correr del tiempo y las proyecciones de las ganancias que un torneo de tal magnitud le podía dejar a ambos países si se asociaban, Seúl y Tokio decidieron unir sus fuerzas y pelear juntos por ser sedes del Mundial.
Estadios nuevos e imponentes, infraestructura envidiable, un nivel de inversión inmenso y las puertas abiertas para que “el producto llamado fútbol”, como alguna vez lo presentó el ex presidente de FIFA, Joao Havelange, tenga como flamante y gran socio a dos potencias de oriente.
Japón finalizó su aventura en octavos de final, tras caer con Turquía 1 a 0, sin dudas, una campaña mejor de la que se esperaba por historia, pero decepcionante teniendo en cuenta su localía y la influencia que ésta puede tener en una Copa del Mundo.
Quien aprovechó esta condición fue Corea del Sur, aunque sus méritos deportivos fueron “potenciados” por escandalosos arbitrajes.
El 4 de junio, en Busán, los dirigidos por el holandés Guus Hiddink se presentaron el campeonato mundial ante Polonia con una clara victoria de 2 a 0. Ahn Jung Hwan, hasta allí ignoto delantero del Perugia de Italia, ingresó a los cinco del segundo tiempo para colaborar con la cosecha de los primeros tres puntos.
El 10 de junio, era la fecha señalada para enfrentar a Estados Unidos. Fue empate en uno y Ahn corrió la misma suerte que en el debut. Corea sumaba cuatro puntos y el acceso a octavos de final estaba cada vez más cerca.
El Mundial 2002 fue atípico, no solamente por su sede, sino por la cantidad de sorpresas que se dieron como la eliminación en primera ronda de tres campeones del mundo: Francia, Argentina y Uruguay.
Muchos, luego culparían a los calendarios FIFA por semejantes fracasos, ya que ellos complicaban la preparación de los planteles para el torneo.
Los arbitrajes también fueron, desgraciadamente, grandes y tristes protagonistas del certamen, aunque hasta ese momento, sin grandes consecuencias, por lo menos para los favoritos a levantar la copa.
El 14 de junio, en Incheon, con el arbitraje del argentino Angel Sánchez, Corea selló su pasaporte para meterse entre los mejores 16 del Mundial con una victoria por 1 a 0. Sánchez expulsó a dos portugueses, en lo que fue un polémico arbitraje.
Sin embargo, el verdadero escándalo tuvo su puntapié inicial el 18 de junio en Daejeon, en el marco del partido por octavos de final que debían disputar los coreanos con los italianos. El árbitro fue el ecuatoriano Byron Moreno.
Christian Vieri abrió el marcador a los 18 minutos del primer tiempo siguiendo el camino de la lógica, que indicaba que la “Azzurra” acceda a la siguiente fase. Sin embargo, a dos minutos del final, Seol Ki Hyeon igualó el encuentro. Todo se definiría en tiempo suplementario. Allí, jugados trece minutos, Moreno expulsó a Fracesco Totti. Una serie de vergonzosos fallos fueron inclinando la cancha a favor de los locales, hasta que a falta de tres minutos para ir a los penales, Ahn marcó el segundo gol coreano.
Pese a las protestas, la historia estaba sentenciada, Corea había eliminado a Italia de la Copa del Mundo y se había metido entre los mejores ocho equipos del certamen.
Ahn, luego del torneo, debió abandonar el Perugua como consecuencia del gol que le anotó a los italianos. Luciano Gaucci canceló su contrato y fue citado diciendo, “No tengo ninguna intención de pagar un salario a alguien que ha arruinado el fútbol italiano”.
El jugador no logró ser fichado por ningún otro club europeo y debió regresar a Asia para continuar su carrera, Shimizu S-Pulse fue su destino inmediato post Mundial.
El 22 de junio, en Gwangju, los coreanos debían enfrentar a los españoles, que venían de eliminar a los irlandeses en una dramática definición por penales.
Tras igualar sin goles, españoles y coreanos debieron ir a tiempo suplementario y allí, en el segundo minuto, el árbitro anuló un gol a Fernando Morientes (que hubiese sido de oro), al considerar la pelota, llevada por Joaquín junto a la línea de fondo había salido.
El equipo español empezó a mostrarse nervioso. En el minuto 100 Morientes erró en una de las mayores oportunidades del partido, al estrellar el balón contra el palo. El árbitro corta injustamente en tres ocasiones jugadas de peligro de Joaquín (min. 99), Morientes (min. 110) y Mendieta (min. 113) por fuera de juego, los dos primeros se habían quedado solos ante el arquero.
A medida que se terminaba el tiempo de juego, la tensión aumentó y en el minuto 114, Morientes recibió una tarjeta amarilla por protestar. La prórroga acaba en el minuto 120, cuando España iba a sacar su último córner.
El equipo español estaba fuera de sí y en los penales Corea tuvo la suficiente sangre fría para definir la serie a su favor y llegar, de manera histórica y polémica a semifinales, donde caería contra Alemania. Luego, por el tercer puesto, perdió ante los turcos, eliminados escandalosamente por Brasil.
Corea y el arbitraje habían hecho historia en el fútbol, pero de la que no será relatada en los mismos libros que en los que figurarán los grandes equipos y el famoso fair play, difundido por la FIFA.
El partido ante Portugal
La semi ante Alemania