Revista Cine

‘Especial Harry Potter’ – La cámara secreta

Publicado el 06 agosto 2011 por Cinefagos

LA CÁMARA SECRETA - HARRY POTTER (2)

Muy poco tiempo después de la publicación del primer libro de la saga, J.K. Rowling tenía lista la continuación, un volumen que no es de los favoritos del público y que parece que sólo ha tenido su justa importancia al valorar la serie entera, pero que a mí me resulta fascinante, ya que tras la recopilación de herméticas aventuras que era el primer libro, pasamos a una historia lineal que nos da más pistas no sólo sobre el pasado y posible futuro de Harry Potter, sino también del propio mundo mágico, con detalles, estratos sociales y criaturas fantásticas, introduciendo nuevos personajes que amplían la historia al no centrarse sólo en el trío protagonista y contándose alguno de ellos como los más adorables de la saga.

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‘Harry Potter y la piedra filosofal‘ acabó con nuestro protagonista conociendo cuál era su lugar y hogar en el mundo, y con ganas de llegar a Hogwarts para comenzar el segundo curso, lleno de júbilo y con la seguridad de que su vida en casa de sus tíos será mucho mejor que el año anterior. Pero se equivocaba. ‘La cámara secreta’ nos muestra una gran decepción por parte de Harry, ya que durante el verano no ha recibido ni una sola carta de sus amigos. Todos parecen haberse olvidado de él, y en ocasiones ha llegado incluso a pensar que todo no fue más que un sueño. Además, nada más llegar a casa de sus tíos, éstos cogieron sus cosas y las encerraron en la alacena de la escalera. Un detalle importante es que ningún alumno puede hacer magia fuera de la escuela, pero Harry “olvidó” decírselo a sus tíos para conseguir así vivir en un ambiente con un poco más de paz, pero no menos deprimente.

Los Dursley siguen siendo igual de odiosos, pero se les ha cogido hasta cariño. Son tan repelentes que el público parece pedir más, y será dentro de unos cuantos libros cuando la autora se saque un truco de la manga para justificar su aparición. Pero de momento continuemos disfrutando de ellos y de su plan para sorprender a un rico empresario. Son patéticos, de verdad, y falsamente aduladores, seguro que nos recuerda a alguien, a algún vecino, o familiar que no nos cae muy bien. Harry queda recluido en su habitación, pero al entrar se topa con una criatura pequeña, arrugada y envuelta en lo que parece una funda de almohada vieja.

Este ser chillón y con ojos enormes es una de los mejores aciertos de la saga. Contrario a los espigados y nobles elfos de ‘El Señor de los Anillos’, Dobby es un elfo doméstico, una especie de duende que se encarga de las tareas de la casa de su señor, posiblemente algún mago rico. Estas criaturas tienen un sentido del deber y la lealtad un tanto extraños, ya que se castigan a sí mismos incluso si hablan mal de sus amos, y no están muy bien considerados dentro del escalafón social mágico. A efectos prácticos, no son más que esclavos. Sin embargo, Dobby tiene la suficiente iniciativa como para escaparse de su casa y correr a avisar a Potter, por el que siente una gran admiración, y advertirle que este año no debe regresar al colegio Howarts de magia y hechicería. Este consejo sienta como un mazazo a Harry, que asegura que Hogwarts es su único hogar, pero Dobby insiste en que ese año hay un plan para que sucedan cosas terribles en el colegio, y el elfo está convencido de que es su deber proteger a Harry. Para eso, interceptó todas las cartas de los amigos del chico, pensando que si se sentía solo, quizá no quisiera regresar. También hunde la reunión de sus tíos, provocando que éstos se enteren de que los alumnos no pueden hacer magia, y dándoles ánimo suficiente como para encerrar a su sobrino en su habitación y poner rejas en su ventana.

Poco después, Harry tiene una agradable visita, la de su amigo Ron Weasley, quien ayudado por sus hermanos Fred y George (que empezarán a tener más protagonismo en este libro) han usado el coche volador Ford Anglia de su padre para rescatarlo.

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Así, Harry podrá visitar por primera vez la casa de los Weasley, y ver cómo es en realidad el mundo de los magos. Siguiendo con su particular estilo, los Weasley viven en un lugar llamado “La Madriguera”, lo que da más énfasis a su condición de familia humilde que salta a la comba con los límites de la pobreza. Rowling es capaz de estirar, como ya he dicho, las reacciones y actitudes de los personajes, hasta que de tan falsos que son, nos parecen completamente auténticos. La señora Weasley es el arquetipo de madre, capaz de hacer sentir incómodo a cualquier preadolescente. Y el padre, quizá excesivamente jovial como para no resultar incómodo, también se gana nuestro corazón. Conocemos una forma de vida distinta a la que Harry ha tenido.

Pero ese nivel económico no es sólo una forma de resultar agradable al espectador. Sirve para meternos de lleno en un mundo mucho más complejo que el que se insinuaba en el primer libro, ya que comprendemos que, como en cualquier otra sociedad, los ricos siempre están mejor vistos y parecen más agraciados. Y las relaciones de odio de los chicos son una extensión de la de sus padres, ya que igual de odioso o más incluso que Draco Malfoy es su padre Lucius, un ser que a todas luces ves que va a entrar dentro de la categoría de personajes malvados. Harry se topa con ellos tras un accidentado viaje en el que termina en un callejón peligroso del mundo mágico, donde es rescatado por Hagrid, el guardabosques del colegio, un tipo al que nos sorprende encontrar en un lugar tan tétrico como aquel y nos hace plantearnos si oculta algo.

Lucius se burla de lo pobres que son los Weasley, y aprovecha para, en un descuido que sólo apreciamos en la película ya que en la novela ni siquiera se intuye,  dejar en manos de Ginny Weasley un peligroso objeto alrededor del cual girará este volumen. En ese momento, aprovechamos para introducir otro personaje, en una tónica que se volverá habitual en la saga. No hablo sólo de los continuos cambios en el profesorado, a los que luego buscarán una explicación, sino que la saga va creciendo como con parches. A pesar de conseguir una gran coherencia, se nota cuándo algo va a tener importancia porque podemos verlo aparecer sutilmente. Quizá la sorpresa del primer libro nos hizo tener los ojos más atentos a algunos detalles, o tal vez sea la forma más rápida de crear un mundo en parte improvisado. Es el caso del profesor de Defensa contra las Artes Oscuras Gilderoy Lockhart, cuyo nombre aparece en las primeras páginas del libro como un mago sabiondo y con aires de rock star, todo un seductor que más que un mago, parece un superhéroe en la lucha contra el crimen. Un personaje tan egocéntrico, amanerado y a todas luces, inútil que será quien reemplace a Quirrell en el segundo curso.

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Pero incluso antes de llegar al colegio, empiezan los problemas, tras no poder pasar la barrera del andén 9 ¾, Harry y Ron deben coger el coche volador de su padre para intentar llegar a Hogwarts. Entonces acabarán estrellándose contra un sauce boxeador (más detalles de un incomprensible y algo loco mundo mágico) y Ron partirá su varita por la mitad. ¿Por qué no han podido entrar en el andén? Ese detalle pronto se les olvidará cuando la enemistad entre Draco (a quien hemos podido ver brevemente como algo celoso de Harry… y quizá, sólo quizá, algo colado por Hermione) alcance un nuevo nivel, al entrar en el equipo de Quidditch de Slytherin, curiosamente, en su mismo puesto. Además, otro detalle que marca la elevada posición económica de los Malfoy es que compra las mejores escobas a TODO el equipo. Cualquier niño o no tan niño puede identificar a los Malfoy como el típico compañero de clase cuyo padre parece tener todo el dinero del mundo y que eso le permite hacer cualquier cosa, incluso comprar el acceso de su hijo al equipo, algo que todos los demás han tenido que ganarse (¿Puede alguna familia ser más rastrera y odiosa?). Entonces Malfoy lanza un insulto, un término nuevo para la saga: Sangre Sucia.

Y es que, al igual que no todos los magos son buenos, ni todas las familias igual de bien consideradas, la sangre y la genealogía son factores determinantes para muchos. Los descendientes de magos son considerados Sangre Limpia, mientras que los hijos de padres Muggles o con mezcla de familias son considerados como Sangre Sucia, algo impuro y, en cierto modo, indigno para las grandes familias de magos que pueblan el mundo. Un término odioso, el insulto de cualquier niño. Pero la sangre, el estatus social y la familia lo serán todo, no sólo para Harry, Hermione y los Malfoy, sino también para los más grandes personajes de toda la saga y cuyo calado sólo llegaremos a intuir en los capítulos finales. Quién es mago de nacimiento, quién no lo es y, por tanto, quién debería tener acceso a la magia, un poder a todas luces superior al del resto de los mortales. Además existe otra clase social, los squibs, mucho más raros de encontrar y, por ello, mucho peor considerados. Personas nacidas en el seno de una familia maga, pero sin ningún tipo de poder. Demasiado muggles para su familia, demasiado mágicos para adaptarse al resto del mundo, como sería el caso del conserje del colegio, el señor Filch. Harry va teniendo conocimiento de todas estas cosas al ritmo del lector, y eso nos llena de preguntas. Pero eso también queda eclipsado al producirse un ataque en el colegio. La gata del señor Filch es petrificada y un misterioso mensaje, escrito con sangre, brilla en una de las paredes:

La cámara de los secretos ha sido abierta. Enemigos del heredero, temed.

Eso nos lleva a conocer otro pedazo de historia mágica: la creación del colegio. Hace más o menos mil años, cuatro grandes magos cuyos nombres acabarían teniendo cada una de las casas, decidieron juntarse y crear una escuela donde aleccionar a las nuevas generaciones. Cada uno de ellos no podía ser más diferente al de los demás. Gryffindor buscaba el valor en sus alumnos, Ravenclaw quería que todos trabajasen su inteligencia, Hufflepuff, por el contrario, aceptaba a todos por igual (por algo es la casa menos célebre del colegio), mientras que Slytherin buscaba, como primerísima cualidad, la ambición. Tras un breve periodo de armonía, uno de los magos (imaginad cuál, dice Ron en las películas) decidió ser más selectivo con los estudiantes, limitarse sólo a los Sangre Limpia. Al final, abandonó el colegio tras, supuestamente, construir una cámara secreta que albergaría un monstruo, y que cuando fuese liberado, atacaría sin piedad a los sangre sucia.

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Hay que reconocer, a estas alturas, que Salazar Slytherin era un psicótico de cojones. Pero a pesar de que los profesores, entre ellos el único que es un fantasma, y que nos da una idea de lo emocionante que tienen que ser sus clases de Historia, niegan la existencia de la cámara, el peligro parece ser muy real. Y siguen sin ser las únicas preocupaciones de Harry, ya que en un partido de Quidditch, una de las pelotas parece querer matarle, y acaba con un brazo roto… y lo que es peor, en manos de Lockhart, quien al intentar arreglárselo, le hace desaparecer todos los huesos del brazo. Esa noche, en la enfermería, Harry tiene un encuentro con Dobby, quien ha venido a reprenderle por su decisión de permanecer allí. Él es el responsable de cerrar el andén de la estación, y de romperle el brazo. Porque Dobby sabe algo, que la cámara de los secretos se ha abierto de nuevo. Un nuevo ataque se sucede, y Lockhart obtiene autorización para abrir un club de duelo. Por supuesto, Malfoy y Harry tienen que hacer una demostración, y será entonces cuando descubramos algo muy importante de nuestro héroe. Y es que tiene la facultad de hablar con las serpientes, un don raro y no precisamente bueno que hace que todo el mundo desconfíe de él  y piensen que se trata del heredero de Slytherin. De modo que todos los estudiantes empiezan a temerlo, y se siente más sólo que nunca. Es entonces cuando descubre el diario de Tom Riddle.

Este diario siempre me pareció algo interesante, y de no haberse manejado con cuidado, podía dar al traste con toda la saga ya que se trata de una parte muy importante. Quizá la autora no lo tenía planeado (es lo más probable) pero el diario es un objeto mucho más misterioso y vital de lo que se nos dice en un principio. Se trata de un libro que contiene los recuerdos de un tal Tom Riddle, capaz de responder y que contiene información sobre la cámara de los secretos, abierta cincuenta años atrás. Y aquí conocemos otro detalle personal de la saga y mundo de Harry Potter: los recuerdos. No será la última vez que entremos en un escenario donde el chico pueda verlo todo, de la misma forma que haría un espectador en una obra de teatro. Todo esto podría estar escrito de otra forma, claro, pero es muy interesante que Harry esté presente, no sólo para recabar la información necesaria que le ayudará a desentrañar el misterio, sino también en partes que él no debería conocer o sería imposible que conociera. Harry siempre está presente, es el protagonista absoluto y todo gira en torno a él. Sólo hay una parte, en el sexto libro, donde los personajes actúan al margen del chico.

Y las aventuras parecen más coherentes que las del primer libro. Tras colarse en la sala común de Slytherin y presenciar más ataques, podemos ver el despacho de Dumbledore, donde Harry empezará a sospechar que su sitio realmente no debería ser Gryffindor, sino Slytherin. Pero en la ceremonia de selección, él fue quien pidió estar allí. Su elección parece haber sido la clave. Además, aprovecharán para presentarnos a un fénix y relatarnos, así, de forma casual (guiño, guiño) sus numerosas cualidades, entre las que se incluyen poderes curativos. Más adelante, sucede la tragedia: el monstruo de la cámara ha raptado a una alumna, Ginny Weasley, y se la ha llevado a la cámara. Eso, sumado al despido de Dumbledore y a la petrificación de Hermione, hacen que Ron y Harry tengan que planearse hacer algo por sí mismos, en vez de dar por perdida a la hermana del chico. Hermione descubrió poco antes de ser atacada qué clase de monstruo era el que acechaba: un basilisco, una serpiente gigante que es la explicación lógica de por qué sólo Harry podía escuchar su voz, arrastrándose por el interior de las paredes. Siguiendo un par de pistas, descubren la entrada a la cámara secreta, localizada en uno de los baños. Acuden al profesor Lockhart, que es quien decía poder encargarse del asunto, pero descubren que no es más que un farsante y que se ha estado beneficiando del mérito que hicieron otros. Tras la típica situación que nos deja a solas a Harry (porque al fin y al cabo, se trata del protagonista) entra en la cámara y se enfrenta al horror que hay en ella.

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Y se topa con Tom Riddle, que asegura estar saliendo del diario, absorbiendo la energía de Ginny y llevándola a la muerte. Riddle siente curiosidad, y quiere conocer en persona al famoso Harry Potter, y comprender por qué un niño sin talento alguno pudo escapar del mago más poderoso de todos los tiempos. Es entonces cuando, en uno de los detalles más ingeniosos del libro, descubrimos que

TOM MARVOLO RIDDLE

Es en realidad

I AM LORD VOLDEMORT

La traducción al castellano del libro hizo que tuviesen que cambiarse algunas letras, quedando el nombre como Tom Sorvolo Ryddle. Pero luego pasará lo que es lógico: Harry acabará con el basilisco y, aunque resultará herido en el combate, las lágrimas curativas del Fénix que también dejó ciego a la serpiente (hubiera sido imposible que Harry pelease contra ella con los ojos cerrados) le salvan la vida. Además, Harry coge uno de los colmillos del basilisco y lo clava en el libro, destrozándolo y acabando con ese pedazo del pasado de Tom Riddle. Más tarde llegamos al momento familiar que caracterizó la entrega anterior. Todo ha salido bien, todos están sanos y salvos, y creo que será la última vez que un libro de Harry Potter acabe con esa sensación. Ya hay un pequeño poso de preocupación, pero a la vez se nos habla con esperanza al explicarnos que Harry sabe hablar con las serpientes porque quizá, la noche que le atacó, le transfirió sin querer alguno de sus poderes (ejem, ejem… recordad eso). Sí, son parecidos y quizá Harry hubiera sido perfecto para estar en Slytherin. Pero entonces, ¿Por qué está en Gryffindor? ¿Por qué es tan diferente a los demás? Por sus elecciones. Cuando es Dumbledore el que habla, nada suena a discurso patatero, todo es real y cierto. Nos creemos lo que ese anciano, lo que ese personaje ficticio, nos está contando. Somos lo que decidimos ser, es el mensaje final.

En cuanto a su adaptación al cine, esta historia alcanzó el mismo nivel que la anterior, nada brillante, nada mediocre. Una película normalita que transcribió casi palabra por palabra los hechos descritos en la novela, eliminando la para nada importante presencia de Peeves y la intervención de los fantasmas. Fue también la última película en la que Richard Harris interpretaría a Dumbledore. Pero eso sería antes del cambio del director y de la llegada de Alfonso Cuarón, y también de uno de los mejores volúmenes de la saga, donde de verdad empieza la “Chicha” y donde desde luego, tenemos mucho más para analizar.

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