Sobre un fundido en negro inicial se escuchan unas interferencias, que impiden comprender el contenido de la conversación, como una premonitoria metáfora sobre la abundancia de noticias y la dificultad de localizar la información verdadera. El film se abre con unas radiantes imágenes de un paisaje quemado por el sol desde un helicóptero americano que sigue a tres de sus soldados desplegados por tierra en busca del enemigo del país. Del último de la lista, hasta el momento, porque antes han existido muchos otros: ingleses, indios, confederados, españoles, filipinos, alemanes, japoneses, rusos, coreanos, cubanos, vietnamitas, iraníes, iraquíes, afganos… de este singular listado de un país que, tras poco más de dos siglos de existencia, parece no tener fin.
Solamente un director tan excepcional como Jerzy Skolimowski, que además es guionista, actor, pintor, poeta y, hasta en sus tiempos, boxeador, podía realizar una película que contiene más información real que cualquier informativo o periódico de la actualidad. Sin prácticamente diálogos, el discurso visual es más que suficiente, estos 84 minutos de una poderosa e inhabitual fuerza expresiva ilustran la violencia de una imparable maquinaria militar, en la caza al hombre que se ha transformado en animal.
Sin ninguna posición ni discurso ideológico, sin localización exacta de la acción y sin más recursos que unos actores excepcionales, Vincent Gallo, más que merecido premio de interpretación masculina en la Mostra de Venecia 2010, y Emmanuelle Seigner, que encarna el único momento de humanidad en un film de animales salvajes, un excelente guión y un inspirado sentido de la puesta en escena, el director, también galardonado con el Premio Especial del Jurado de la Mostra, ha conseguido que el espectador no mueva ni una pestaña durante toda la proyección.
Desde hace algún tiempo cuando quiero realmente informarme sobre la actualidad, voy al cine. En el momento en que la realidad se mezcla con la ficción, por evitar polémicas y no utilizar la palabra mentira, la ficción se ampara de la realidad. Georges Bernanos, un novelista más próximo al sentimiento trágico y cristiano de Unamuno que a los extremismos de un radical, escribía en su Carta a los Ingleses (1942), “en el interés de las sociedades amenazadas les invito a ver el peligro en el lugar donde se encuentra, no en la subversión de las fuerzas del Mal sino en la corrupción de las fuerzas del Bien”. Por mi parte, simplemente, os invito a ver cuanto antes este necesario film.