Hace nada más que 10 años la Argentina vivía uno de los momentos más difíciles de su historia. Agotado por un sistema económico que había vaciado sus arcas, el país sufría una profunda crisis que repercutía inevitablemente en una sociedad que, cansada de un desprecio constante por parte de las clases gobernantes, decidía salir voluntariamente a la calle para hacerse escuchar.
“¡Qué se vayan todos!” era el grito más escuchado por esos días, y los cacerolazos y saqueos las imágenes más vistas. El 19 y 20 de diciembre de 2001 se vivieron revueltas en todo el territorio nacional. Los incidentes dejaron 39 muertos y miles de heridos caracterizaban las horas de una Argentina, que estallaba y entraba en Estado de Sitio, declarado por el entonces presidente Fernando De La Rua.
El fútbol no estuvo exento en este contexto. El 19 a la noche debía jugarse, en el Nuevo Gasómetro, el partido de vuelta final de la Copa Mercosur entre San Lorenzo y Flamengo. Sin embargo, la Confederación Sudamericana de Fútbol decidió postergar el encuentro por el estado de conmoción en el que se estaba viviendo.
“Si te ponés a ver las imágenes te das cuenta que todo lo que está pasando está muy por encima de un partido de fútbol. Queda así de chiquito“, le contaba Leo Rodríguez a Olé.
Los hinchas que habían llegado al estadio temprano se enteraron de la noticia por radio y debieron abandonar la cancha. Era la oportunidad que el pueblo azulgrana estaba esperando: romper la maldita racha de los títulos internacionales, una Copa que nunca había estado en las vitrinas del club de Boedo. Pero las condiciones no estaban dadas.
La CSF había aplazado la final para el día siguiente. Sin embargo, el 20 las cosas empeoraron y finalmente, todo quedó para el mes de enero de 2002. “Era inviable jugarlo ahora y tampoco nos parecía bien la opción de hacerlo en Montevideo, por eso se pasó para enero”, reconocía Julio Humberto Grondona en su momento.
Del mismo modo, la fecha del torneo Apertura tuvo su correspondiente cambio de fecha. Racing quería cortar 35 años sin salir campeón y debía definir sus chances ante Vélez en el Amalfitani. Después de intensas negociaciones en las que intervino el Gobierno de turno y Futbolistas Argentinos Agremiados, el jueves 27 se disputó el partido y la Academia pudo festejar gracias al empate 1 a 1.
Todo quedó, entonces, para el año siguiente. El 24 de enero, luego de 35 días en los que se fueron jugadores (por ejemplo Bernardo Romeo, goleador del certamen), pasó una pretemporada y un torneo de verano, San Lorenzo tuvo su momento de gloria.
Flamengo era el rival, y el triunfo tuvo una definición agónica. Capria convirtió el sexto penal para los locales y el sufrimiento se convirtió en alegría. Fue 4 a 3 en la serie y la maldición quedó para la anécdota.