Revista Cocina
El restaurante Fishka ha apostado por una cocina Mediterránea con toques rusos, con productos muy frescos y de muy buena calidad y esto, creedme, se nota al probar los platos de su carta, platos a los que su chef, Matías Fusi, les da un toque fresco gracias a guarniciones con verduras de temporada.
Fishka significa pescado cocinado, pero también es una expresión que se utiliza para decir que algo mola y sí, Fishka mola. :)
Está situado cerca del auditorio nacional de Madrid, en la calle Suero de Quiñones 22. Al entrar en el restaurante te da una sensación acogedora, de paz. Un lugar con luz, cosa que agradezco, me da mucha rabia los restaurantes oscuros en los que intuyes lo que vas a comer gracias a la luz de la vela que te han puesto en la mesa.
Tiene varios ambientes, todos ellos en perfecta armonía. Nada más entrar está la barra, donde poder tomar una cerveza y un aperitivo antes de entrar al auditorio o unas copas después. A unos pasos nos encontramos el comedor con varias mesas, todas ellas vestidas con manteles y platos blancos, lo que da sensación de limpieza y elegancia. En una de las paredes del comedor hay una ventana que da a la cocina, haciendo un poco participes a los comensales de lo que pasa en ella. Al otro lado un ventanal. Nosotros tuvimos la suerte de que nos reservaron una mesa que daba a este ventanal, parece que estás cenando en una terraza y, si hay suerte y la noche acompaña, entra una brisa muy agradable.
A continuación del comedor se encuentra el reservado, separado de este por una puerta corredera.
La especialidad del restaurante son los pescados como el rodaballo y el esturión, el rey de la carta, no salgáis del Fishka sin haberlo probado. Pero si no sois muy amantes del pescado tendréis varias opciones, muy apetecibles, de carne en la carta.
Para comenzar nos recomiendan un chupito de vodka. A mí no me sonó del todo bien tomarme un trago de vodka con el estomago vacío, pero después de haberlo hecho sí que os recomiendo empezar así la comida o cena.
A nosotros nos sirvieron un vodka ruso al que le añaden rábano picante. Lo sirven bien fresquito y entra bastante bien.
Antes de comenzar con la cena te sirven un aperitivo, en nuestro caso fue una rica crema de berenjena asada y anchoa acompañada de unas tostas crujientes de focaccia. La crema estaba muy rica, pero creo que lo que nos enamoró fue la textura de la focaccia, con otras tostas no hubiese sido lo mismo.
Tomamos un menú que nos ofreció el chef, compuesto por dos entrantes, dos platos principales y dos postres, todo ello acompañado con su vino correspondiente. Nos encantó la elección de los platos. Como nuestro menú era bastante largo redujeron el tamaño de los platos para que pudiésemos probar todo.
Para acompañar los dos entrantes nos sirvieron una copa de un Rueda, el Basa blanco 2011.
El primer entrante la ensalada Olivier.
Pues va a ser verdad que nuestra ensaladilla Rusa es Rusa de verdad o al menos algo similar. Esta ensalada lleva los mismos ingredientes que la ensaladilla Rusa, que es el relleno del “canelón” de pepino, pero además tiene pollo y cangrejos de río.
Un plato muy refrescante, pero, en mi opinión, el pepino tiene aquí el protagonismo y no nos deja apreciar bien el resto de sabores.
El segundo entrante, Blini con caviar keta, salmón marinado, arenque y creme fraiche.
Espectaculares estos blinis, que son unas tortitas saladas. Te sirven todos los productos por separado para que tú te elabores el blini como más te apetezca.
En la foto veis la que fue mi combinación favorita, blini con creme fraiche, salmón y huevas de salmón. Aunque el arenque tampoco estaba nada mal!
Llega el momento del pescado y, como no podía ser de otra forma, nos ofrecen el Esturión, con cama de guisantes a la francesa y tomate confitado.
Para acompañar este rico pescado un vino tinto de uvas de Monastrell de Casa de la Ermita Roble.
El esturión es un pescado con una textura parecida a la del salmón, pero tiene un sabor mucho más fino. Lo acompañan con un puré de guisantes, dulces con un sabor espectacular, y además unos tomates confitados.
Lo que más nos gustó de este plato es que, a pesar de llevar varias guarniciones, se distinguen perfectamente cada uno de los sabores, nada tapa a nada sino que todo se acompaña perfectamente. Este es un plato 10, ya os he dicho que creo que no os lo podéis perder.
Después nos sirvieron los Pelmeni de pollo y queso ahumado, ryagenka y salsa de aguacate.
Para acompañar este plato un Toro, el Prima 2010.
Los pelmeni son una especie de raviolis, pero a la masa se le añade remolacha, dándole un sabor especial y un toque de color. Rellenos de una rica mezcla de pollo y queso ahumado y acompañados de la salsa de aguacate.
Me parece un plato muy rico, el relleno es estupendo y, a pesar del ahumado del queso, no se hace pesado ni tiene un sabor tan intenso como para tapar el resto de matices del plato.
Llegan los postres, el primero Plátano asado, dulce de leche, chocolate, helado de yogurt.
He de reconocer que el plátano no es de mis frutas favoritas, pero este postre me gustó mucho. El plátano en varias texturas, un crujiente, una textura como de asado de plátano y otra con un toque crujiente de caramelo por encima.
El helado de yogurt estaba muy rico y todo ellos mezclado con un poco de dulce de leche le daba un toque genial.
El segundo postre, Clafoutis de cerezas, acompañado con nectarina y sopa de fresas.
Un postre muy fresco. El toque crujiente lo aportaba la galleta en el fondo del plato. Me gustó mucho la idea de acompañarlo con la nectarina tal cual, sin cocinar ni cambiar su textura, fruta fresca.
Ya habéis visto, un menú espectacular.
Quiero hacer mención especial al servicio de sala. Muy atento y agradable, conocen al detalle todo lo que te están sirviendo y te explican todos los matices de los platos.
Tuvimos la ocasión de hablar con la dueña del local, Natalia Vetogina, y con el chef, Matías Fusi. Ambos ilusionadísimos con este proyecto y, después de charlar un rato con ellos te das cuenta de que disfrutan muchísimo con su profesión y con la cocina.
Matías ha trabajado en grandes restaurantes madrileños como el Arola Gastro, La Terraza del Casino o Le Cabrera.