Revista Música

Foreigner

Publicado el 08 diciembre 2016 por Perendengon

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Hola Graminoleños.

El sabor a rock & roll sigue inundando “La Graminola”. Si en el útlimo capítulo disfrutábamos de la música rockera de Bruce Springsteen, continuamos con este estilo con un grupo que entre finales de los 70 y principios de los 80 se convertiría en la banda de cabecera de muchísima gente, entre la que me incluyo. Hoy vamos a deleitarnos con la buena música de Foreigner.

Estamos hablando de un grupo formado a partes iguales por ingleses y norteamericanos, que iniciaría su andadura cuando Mick Jones, auténtico alma máter del grupo, contacataría con su amigo Ian McDonall, recién salido de los míticos King Crimson, con el objeto de formar un nuevo grupo. Poco después se unirían a su proyecto Dennis Elliott, Al Greenwood y Ed Cagliardi, junto con un vocalista poseedor de una espectacular voz y piedra angular de la banda: Lou Gramm.

A la hora de escoger el nombre del grupo influiría el que, a pesar de ser una banda afincada totalmente en Estados Unidos, tres de sus miembros eran británicos, es decir, extranjeros, es decir, Foreigner.

Como veremos más adelante, los registros vocales de Gramm serían parte fundamental del éxito del grupo, que publicaría su primer disco, titulado simplemente “Foreigner” en el año 1977.

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Este primer disco sería toda una sorpresa y cosecharía un gran éxito en Estados Unidos y Canadá, aunque le costaría un poco más despuntar en el resto del mundo. De cualquier modo, como álbum de debut dejaría muy a las claras que había grupo para un largo y exitoso recorrido.

La carta de presentación del disco sería “Feels Like The First Time”, una canción en la que la poderosa voz de Lou Gramm puede detectarse desde el primer instante, notándose de igual manera la profesionalidad y saber hacer del resto de los miembros del grupo.

Aunque en el Reino Unido el disco funcionaría de manera más discreta a como lo haría en Estados Unidos, algunas de sus canciones publicadas como sencillos sí que llamarían la atención del público británico, como sería el caso de la que es posiblemente la mejor canción del disco: “Cold As Ice”.

Dada la buena acogida de su disco de debut, casi sin solución de continuidad se pondrían manos a la obra para grabar su segundo trabajo, el cual aparecería en el mercado en el año 1978, bajo el título de “Double Vision”.

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Este segundo disco sería una especie de prolongación del primero, siguiendo las mismas pautas de música de rock simple y llanamente, con la única diferencia de que ya eran un grupo conocido y habían adquirido suficiente experiencia como para ir puliendo y mejorando su sonido.

Además, podría decirse que en este segundo trabajo se incluiría el que podría considerarse como primer gran éxito a nivel mundial en lo relativo a los singles publicados del mismo. Me estoy refirendo a “Hot Blooded” una canción potente, con las guitarras llenándolo todo y la voz de Lou Gramm haciendo el resto.

“Double Vision” no solamente repetiría el éxito de su primer trabajo sino que lo superaría con creces, logrando un elevado número de ventas y llevando al grupo a adquirir una gran popularidad. Ya no eran unos debutantes prometedores sino que empezaban a abrirse camino en la superpoblada senda del rock de la década de los 80.

Hasta cuatro de sus canciones serían publicadas como singles, siendo la más popular, a excepción del tema del que acabamos de disfrutar, la que da nombre al disco.

El mercado norteamericano, así como el canadiense, lo tenían ya ganado. En Estados Unidos sobre todo se habían convertido en una de las bandas más aclamadas del momento y las críticas hacia su música eran muy favorables. Con este segundo disco se abrirían camino en Europa y su éxito en el Reino Unido empezaría a ser bastante considerable también.

Son muchas las canciones que pueden destacarse del disco, pero a mí en particular me encanta una de ellas: “Blue Morning, Blue Day”.

Como colofón a este segundo disco de Foreigner, os dejo el vídeo de otra de sus canciones más destacadas. Concretamente con la titulada “Love Has Take Its Toll”. Merce la pena escuchar la música y contemplar el videoclip, ya que en él se pasa revista a la trayectoria del grupo con un montón de fotos realizadas a lo largo de su carrera.

Las cosas no podían irles mejor, así que el tercer disco saldría de inmediato, concretamente en el año 1979 y se convertiría en un pequeño retroceso, ya que su éxito sería menor, dando la impresión que que algunas cosas no funcionaban del todo bien, produciéndose las primeras deserciones en el seno del grupo.

El disco llevaría el título de “Head Games” y su portada originaría cierta polémica, ya que en ella aparece una atractiva mujer en pose sugerente en unos urinarios masculinos, algo que por aquel entonces no estuvo visto con buenos ojos. De algún modo, mal empezaban las cosas para este tercer trabajo.

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Como suele suceder en estos casos, críticos y banda no se pondrían de acuerdo. Los primeros tacharían el disco de repetitivo y de un paso atrás, mientras que los componentes de Foreinger lo consideran como uno de sus mejores discos y el más trabajado de todos los que grabaron. El voto de calidad en estos casos lo tiene siempre el público y se decantaría más por la opinión de la crítica especializada ya que sus ventas fueron bastante menores que las de sus dos primeros discos.

De cualquier modo, hay canciones suficientes para plasmarlas aquí y con calidad suficiente, como es el caso del tema que le da título al álbum que es la canción que mayor éxito cosecharía de cara al público.

Otra de las canciones de este disco, posiblemente la que mayor éxito cosecharía, tendría detrás de ella una historia que años después los miembros del grupo desvelarían. Me estoy refirendo a “Dirty White Boy”.

Cada canción, cada composición, cada letra lleva detrás de si una historia, una vivencia, algo que los artistas nos quieren contar, no se hacen porque sí. De igual manera, cuando una canción consigue convertirse en un éxito siempre llegan las preguntas de a quien está dedicada o que quería contarnos realmente su compositor. Pues bien, “Dirty White Boy” es una canción dedicada al hombre que cambiaría la historia de la música moderna y proporcionaría la auténtica revolución del rock & roll. Por supuesto me estoy refiriendo al mismísimo Elvis Presley.

A pesar del pequeño retroceso que supuso este disco, a nivel de crítica, algunas de las canciones del disco recibieron muchos elogios, sobre todo una de ellas que sería calificada como una de las mejores canciones de su carrera.

Se trata de “Love On The Telephone”, una canción que llegaría a ser calificada incluso como un auténtico clásico del rock. En mi modesto entender es una buena canción pero calificarla como un clásico me parece un poco excesivo.

No puede ocultarse que las ventas de este tercer trabajo de Foreigner descendieron con respecto a las de sus dos discos precedentes, pero escuchando algunas canciones podía comprobarse que la calidad del grupo, la profesionalidad a la hora de interpretar su música y, sobre todo, la voz de Lou Gramm seguían haciendo de ellos una extraordinaria banda.

Lo que era inevitable es que tras este pequeño retroceso se produjeran las primeras “deserciones”. Tras finalizar la correspondiente gira, Al Greengwood y el gran Ian McDonald dedicirían abandonar el grupo. Supongo que un par de años después se tirarían de los pelos cuando asistieran al despegue definitivo y al éxito descomunal que sus antiguos compañeros cosecharían con su cuarto disco.

Sería en el año 1981 cuando aparecería en el mercado bajo el título de “4” (está claro que no se quebraron la cabeza) y se convertiría en su primer éxito a nivel mundial y el mejor disco de toda su carrera sin ningún lugar a dudas.

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Lo de que no se quebrarían la cabeza a la hora de escoger el título del disco no es cierto realmente, ya que en un principio iba a llamarse “Silent Partners”, pero finalmente decidirían dejarlo en “4”, un número auténticamente mágico para su carrera.

Entre las canciones de este disco se encuentran dos que pueden considerarse emblemáticas y, éstas sí, auténticos clásicos del rock. La primera de ellas sería el primer sencillo del disco que se convertiría en un éxito rotundo a nivel mundial y uno de sus himnos. Estoy hablando de “Urgent”. Para mí es una pasada y su mejor canción sin ningún lugar a dudas.

En este disco se nota cierta evolución en su música. Manteniendo el sonido rock con la pureza de sus guitarras, se acercan un tanto al pop con la incursión de ciertos acordes y de los teclados. Era la época en la que bandas como Toto o Survivor triunfaban a lo grande y ellos intentaron impregnarse de ese estilo pero dándole su toque personal. Vaya si lo consiguieron.

Lo que queda claro es que el disco fue su primer éxito a nivel mundial. En Estados Unidos triunfarían como lo hacían habitualmente, pero lograrían por fin convertirse en una de las bandas del momento también Europa, llegando al número uno en muchos de sus países incluyendo, por supuesto, el Reino Unido. No es de extrañar escuchando canciones como otro de sus temas mas conocidos y reconocidos: “Juke Box Hero”.

Lo curioso del caso es que para un grupo como Foreigner, con un sonido rockero donde los haya, iba a ser con una balada con la que iban a conseguir el, hasta ese momento, mayor éxito de su carrera discográfica.

Hasta ese momento, nunca habían publicado un sencillo en plan tranquilo. Todos sus singles habían sido siempre temas interpretados a todo volumen y con las guitarras inundándolo todo. Como ya os digo, en “4” habían dado un pequeño giro hacia el pop (bendito giro) y eso les llevaría a publicar por primera vez como sencillo una balada. Sabían que corrían un gran riesgo con esta decisión pero la jugada les salió perfecta.

La canción en cuestión no es otra que “Waiting For A Girl Like You” y se convertiría en su sencillo más vendido de su carrera hasta ese momento y su mayor éxito a nivel mundial. Curioso cuanto menos, aunque ya veremos como no mucho tiempo después sería otra balada, mítica balada, la que le arrebataría ese privilegio.

Sin embargo, esta canción es una excepción dentro del disco, ya que éste está repleto de rock, aunque algunos de sus críticos, siempre los hay, les acusaran de haber dejado a un lado ese sonido e ir convirtiéndose poco a poco en un grupo más cercano al pop. Fuera como fuese, seguían siendo muy grandes.

Y que mejor para demostrar que seguían bebiendo de las fuentes del auténtico rock & roll que escuchar uno de los mejores temas del disco, “Luanne”, una canción que habrían firmado como propia cualquiera de los artistas más cercanos a este estilo sin dudar un solo instante.

La verdad es que el disco es una maravilla. Está repleto de grandes canciones y contaría con la ilustre colaboración del saxofonista Junior Walker y de un jovencísimo y prácticamente desconocido por entonces Thomas Dolby, que poco tiempo después se convertiría en uno de los productores musicales sin los cuales es imposible comprender la música que se hizo en la década de los 80.

La mano de éste último podría apreciarse en alguna de las canciones del disco. Concretamente, el sonido de “Break It Up” podría considerarse un anticipo de lo que iba a venir a continuación, con grupos de rock más o menos “duro” que introducirían el sonido de sintentizadores en su música y obtendrían unos maravillosos resultados, como sucedería con los mismísimos Van Halen, aunque posiblemente su mayor exponente serían Europe y ese mítico “The Final Countdown”.

Lo que estaba claro es que en ese momento Foreigner se habían convertido en una banda importante y en uno de los grupos más grandes y de mayor éxito del momento, algo que confirmarían con la publicación de su siguiente disco. La salida del grupo de Ian McDonald y Al Greenwood había supuesto una pequeña dulcificación de su estilo y este cambio les había llevado al estrellato.

Sería en el año 1984 cuando aparecería en el mercado su siguiente disco que seguiría la senda marcada por “4” y confirmaría paso por paso su evolución y su éxito. Se trata de “Agent Provocateur”, su segundo éxito a nivel mundial de manera consecutiva.

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Nuevamente Foreigner lograría llegar al número uno en las listas de todo el mundo igualando el éxito de su anterior disco. Se habían instalado en la cima y no iban a bajarse de ella fácilmente. Si a esto le añadimos que este disco contenía una canción que iba a convertirse en su tema más emblemático es fácil comprender que se convirtieran en una de las bandas del momento.

La canción a la que me estoy refiriendo no es otra que “I Want To Know What Love Is”, una espectacular balada en la que la voz de Lou Gramm luce como nunca, dominando varios registros a la perfección y en la que un coro de gospell final la convierten en una de las baladas más bonitas de la década de los 80 y, a la postre, el tema de mayor éxito de toda su carrera.

Habían encontrado la fórmula perfecta e iban a aprovecharlo. Esas baladas y esos medios tiempos que en sus inicios ni se planteaban “trabajar” se estaban convirtiendo en su auténtico sostén, convirtiéndose incluso en uno de los grupos preferidos para aquellos fans más románticos.

Siguiendo estas pautas, este disco alternaría casi al cincuenta por ciento temas con el sonido habitual con otras más relajadas que, realmente, eran las que más tiraban del carro. No hay más que escuchar otro de los singles publicados de este trabajo: “That Was Yesterday”.

Eso sí, no todas las canciones de “Agent Provocateur” eran tan tranquilas y románticas, también se incluían en este disco temas con el sonido potente de siempre, aunque en esta ocasión habían pasado a un segundo plano y el éxito lo acaparaban más los medios tiempos y baladas.

Entre las canciones más rockeras del disco habría que destacar “Reaction To Action”, en el que Foreigner se mostraban como siempre se habían mostrado: contundentes.

Las giras eran cada vez más largas y exitosas y la publicación de los discos solía espaciarse unos tres años. Por este motivo hasta el año 1987 no volveríamos a saborear un nuevo disco de Foreigner. Su título sería “Inside Information” e iba a convertirse en el principio del fin del grupo, ya que a partir de ese momento una serie de acontecimientos que rodearían a Lou Gramm tendrían efectos bastante negativos.

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Este disco no reeditaría el éxito cosechado por sus dos anteriores trabajos pero contaría con dos canciones en concreto que alcanzarían un rotundo éxito, pudiendo decirse que esos dos temas serían los dos últimos grandes éxitos de la carrera de Foreigner. Como os podéis imaginar, uno de ellos sería una balada.

Esa balada llevaría el título de “I Don’t Want To Live Without You” y llegaría al número uno en Estados Unidos, convirtiéndose en el single más vendido de “Inside Information”.

Las ventas de este disco caerían en picado, convirtiéndose en una pequeña decepción. Como veremos a continuación una decisión tomada por Lou Gramm sería posiblemente la causa de este paso atrás, aunque todavía les daría tiempo para cosechar otro gran éxito con una de sus canciones.

Esa canción no es otra que “Say You Will”, que podría considerarse como el último hit de la carrera discográfica de Foreigner. Una canción de puro rock de los 80.

Simultáneamente a la publicación de este disco, Lou Gramm publicaría su primer trabajo en solitario, algo que no sería bien acogido por el resto de los miembros del grupo. De hecho, el retroceso en las ventas de “Inside Information” con respecto a anteriores trabajos sería achacado a que el vocalista de Foreinger estaría más pendiente de su carrera como solista que de seguir implicado con el grupo.

La rivalidad dentro de la banda entre Mick Jones y Lou Gramm fue evidente desde el primer momento. El primero era el gran fundador del grupo y se consideraba su líder, pero el protagonisto de Lou Gramm poco a poco le había ido quitando protagonismo y éste se sentía como el verdadero líder. La lucha de ambos egos iba a ser definitiva.

Cada uno de ellos tenía su mérito, está claro, pero lo cierto es que escuchando la voz de Gramm en temas como “Out Of The Blue”, posiblemente el mejor tema del disco, se hace complicado no considerarle el verdadero “jefe”.

Con el ambiente bastante enrarecido y con diferencias entre Jones y Gramm respecto al rumbo a seguir por el grupo, nada más finalizar la gira, Lour Gramm anunciaría su salida para volcarse totalmente en su carrera en solitario. Desde ese instante, Foreigner tenían fecha de caducidad.

Tras la marcha de Gramm, Mick Jones y el resto del grupo continuarían adelante, publicando en el año 1991 un nuevo disco titulado “Unusual Heat” para lo que se harían con los servicios de un nuevo vocalista.

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El escogido sería Johnny Edwards, hasta ese instante vocalista del grupo “Wild Horses”, que sería el encargado de intentar hacer olvidar a Lou Gramm. Ni que decir tiene que no lo conseguiría ni de casualidad, a pesar de tener una potencia vocal nada desdeñable.

Los habituales seguidores de Foreigner darían la espalda al grupo, ya que no comprendían su existencia sin la presencia del artista que le había puesto voz a sus canciones desde su creación. La deserción fue masiva y el primer disco de la nueva era sería un estrepitoso fracaso, con muy pocas ventas y con una gira que tampoco tuvo demasiada aceptación.

El que menos culpa tendría de este desaguisado sería el propio Edwards, un cantante con un registro vocal más que aceptable pero que saldría perdiendo en la comparación. Dado que el disco no tuvo ningún éxito, únicamente se publicaría un sencillo, el titulado “Lowdown And Dirty”.

Tras este estrepitoso fracaso, y dado que la carrera en solitario de Lou Gramm tampoco acababa de despegar, éste y Jones estaban llamados a entenderse, por lo que dejarían sus rencillas a un lado y decidirían refundar el grupo buscando el regreso a los viejos y buenos tiempos. Pese a la buena voluntad de ambos no lo conseguiría, en gran medida por un suceso inesperado.

La ansiada reunión se produciría en el año 1992, en principio únicamente para iniciar una gira en la que rememorar sus grandes canciones, pero dado el éxito de público y la gran aceptación que tendrían sus conciertos, dos años después publicarían un nuevo disco con Lou Gramm nuevamente como vocalista. Su título: “Mr. Moonlight”.

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Para intentar recuperar a esa gran cantidad de seguidores que se habían quedado por el camino, intentarían repetir la fórmula de sus discos de mayor éxito, pero lo cierto es que sus fans no estaban demasiado por la labor. Sus conciertos, en los que interpretaban sus éxitos de siempre, eran seguidos con fervor, pero las nuevas canciones no tenían demasiada repercusión.

Además, la promoción que su discográfica haría de este disco dejaría mucho que desear. Daba la impresión de que ésta también había perdido la fe y la confianza de recuperar los buenos momentos, pensando que la andadura de Foreigner había llegado a su fin.

Como venía siendo habitual, alternarían canciones más lentas y románticas con otras con el ritmo de rock & roll de siempre, entre las que podríamos destacar este “Under The Gun”.

Lo cierto es que ninguna de las canciones de este disco tendría demasiado relevancia, ni tan siquiera la habitual balada que en los últimos tiempos siempre les llevaba a los primeros puestos de las listas de éxitos. La escogida para estos menesteres sería “Until The End Of Time” y como ya os cuento ni chicha ni limoná.

Por si fuera poco, la mala suerte en forma de tragedia en la persona de Lou Gramm iba a ser el desencadenante definitivo para el final de la banda. Ya metidos en 1995 y con la gira de promoción del disco llegando a su fin, en un concierto celebrado en Japón, el vocalista de Foreigner cae redondo sobre el escenario teniendo que ser evacuado urgentemente hasta un hospital.

Tras las pruebas pertinentes se le descubre un tumor cerebral del que tiene que ser intervenido quirúrgicamente de manera inmediata. Tras una larguísima operación y una durísima fase de recuperación, Gramm sale adelante pero con unas demoledoras consecuencias: pérdida de visión y de memoria y una obesidad incontrolada dejarían muy mermado al cantante.

Unos cuantos meses después, Gramm intentaría retomar su actividad con el grupo, pero sería un intento fallido. En el escenario se le olvidaba la letra de las canciones y era incapaz de seguir el ritmo del resto del grupo, por lo que finalmente Foreigner decidirían arrojar la toalla.

Con Lou Gramm fuera de la circulación, Mick Jones intentaría en varias ocasiones retomar la actividad del grupo, pero lo cierto es que esta no acababa de concretarse. Tendrían que pasar nada más y nada menos que 15 años para que apareciera en el mercado un nuevo disco del grupo. Sería en el año 2009 bajo el título de “Can’t Slow Down”.

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El vocalista elegido en esta ocasión sería Kelly Hansen y lo cierto es que tampoco tendrían demasiado éxito. Estaba claro que Foreigner ya eran historia y por mucho que lo intentase con baladas como “When It Comes To Love”, los buenos tiempos ya habían llegado a su fin y quedaban muy lejanos.

Podemos comprobar que el cambio de sonido es radical escuchando este tema. Mucho piano, guitarras acústicas … algo verdaderamente impensable para sus seguidores.

Para intentar que el disco tuviese una buena acogida y, por supuesto, unas buenas ventas, se incluiría en el paquete un segundo disco con algunos de los temas más representativos de su trayectoria debidamente remezclados y un dvd con actuaciones en directo y algún videoclip, pero lo cierto es que ni por esas conseguirían unos resultados medianamente aceptables.

Este es el último disco de estudio con temas nuevos de Foreigner, pero evidentemente ya no es lo mismo. Atrás quedaron los tiempos de éxito con la maravillosa voz de Lou Gramm llevando el mando y dejando para la posteridad un buen puñado de canciones. Tras este trabajo han seguido publicando más recopilatorios, discos en directo y hasta un álbum grabado en acústico, lo que nos llevaría a tirar del tópico de “quien os ha visto y quien os ve”.

Quiero despedir el artículo de hoy dejando constancia de que nada queda, o al menos muy poco, de aquel grupo que nos cautivó a tantos en la década de los 80. Cualquier atisbo del sonido de entonces ha quedado olvidado, no hay más que escuchar este “In Pieces”, un tema que nada tiene que ver con el rock & roll sino más bien con el pop más popero que podamos imaginar.

Nos vemos y pronto, Graminoleños. Hasta la próxima.

JUAN JOSÉ GOMARIZ


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