Honeymoons (Lunas de miel) es una creación conjunta, la primera coproducción serbo-albanesa, dirigida por el cineasta serbio Goran Paskaljevic, que narra el periplo de dos jóvenes parejas que deciden abandonar sus respectivos países en busca de una vida mejor en Europa. Maylinda (Mirela Naska) y Nik (Jozef Shiroka) quieren salir de Albania dirigiéndose en barco hasta Italia, donde esperan vivir su amor prohibido, pues un cúmulo de circunstancias no les permite estar juntos. Vera (Jelena Trkulja) y Marko (Nebojsa Milovanovik) dejan Serbia por tren en dirección a Austria, atravesando Hungría. Marko es un talentoso violoncelista en busca de su oportunidad para entrar en la Orquesta Filarmónica de Viena. A pesar de que los cuatro tienen sus papeles en orden, los problemas comienzan al llegar a la frontera. Sus historias se desarrollan en paralelo y nunca, a lo largo de la película, llegan a encontrarse.
La película nos muestra dos frentes diferenciados. Por un lado, cómo a pesar de lo diferentes que son, en sus tradiciones, costumbres, historia e incluso su lengua, el destino de ambas parejas se entrelaza en el denominador común de querer ser parte de Europa, a la que pertenecen física y geográficamente, a pesar de que todavía les quede mucho camino por recorrer, como parece evidenciar el director. Por otro, la difícil posible convivencia de ambos pueblos, serbio y albano, cuyos países fronterizos han estado históricamente enfrentados, presos hoy de prejuicios, nacionalismos exacerbados y gobernantes que han contribuido decisivamente a la intolerancia latente entre las gentes de ambas naciones.
La idea de Paskaljevic es transmitir al espectador cómo ambas parejas están en un mismo espacio imaginario, a las puertas de la frontera de otro país y cómo sus pasados no son en realidad tan diferentes. Los cuatro aterrizan en el umbral de la presumible sociedad donde podrán vivir una vida mejor, dejando atrás sus esfuerzos por romper un pasado de lucha del que han salido enfrentando mezquinas reyertas ultranacionalistas, en el caso de los serbios, o rigores de una sociedad anclada en el pasado donde la mujer puede ser repudiada por su familia si su prometido la abandona, mientras una generación de nuevos ricos conforman la élite corrupta y mafiosa que sustituye la despótica dictadura de Enver Hoxha, que es el caso de los albanos. Sin embargo, toda su lucha y sus deseos se convertirán en una terrible pesadilla cuando los países receptores -en este caso son Hungría e Italia porque geográficamente les corresponde, pero el tema sería trasladable a cualquiera- no solo no ponen nada de su parte sino todo lo contrario: la intolerancia, el miedo a una cultura diferente y las trabas burocráticas pondrán fin a la aventura después de un amargo momento en la frontera cuando amanecen en un puerto italiano o en una perdida estación de tren húngara sin poder lograr su sueño.
Honeymoons es un film realista y muy pegado a la actualidad, de Europa y de los ciudadanos que la componen. Es una película pequeña, pero a la vez necesaria para comprender la realidad de esta parte del continente, hace unos años tan desafortunadamente de moda en los medios de comunicación, y que hoy parece olvidada por todos. Mediante relaciones familiares, asistiendo a dos bodas -una en cada lado, parece que el cine de los Balcanes no logra desprenderse del cliché de este escenario-, a sus tradiciones y a la vida en directo de los cuatro protagonistas, comprendemos mejor la situación de estos pueblos que, en pleno siglo XXI, continúan viviendo con los mismos parámetros que hace cincuenta años.
Una mirada desde la tolerancia a la xenofobia todavía presente y difícil de erradicar, la marginación de las zonas rurales y de las minorías étnicas, a las costumbres anquilosadas que pesan como una losa a la hora de avanzar hacia una sociedad moderna, multicultural y democrática. El guión nos va ofreciendo el detallado panorama, rabiosamente actual, a lo que ayudan las interpretaciones y la espontaneidad que se respira a lo largo de la película, factores todos que añaden un plus de dignidad al producto. Por otro lado, en su aspecto formal, y a pesar del interés de la temática, hay serias lagunas que hacen que no termine de ser todo lo redonda. Y es que si bien la historia de la pareja serbia sale airosa, la albanesa deja, desde mi punto de vista, bastante que desear. En primer lugar porque hasta bien entrados en materia no sabemos exactamente qué tipo de relación mantiene esta joven pareja, y deducimos casi a mitad película que se trata de unos cuñados enamorados (él sí, seguro; ella, todavía tengo la duda) fruto de los deseos comunes y de que el prometido desapareció cuando trataba de llegar a Italia en una patera. Como consecuencia se nota una falta de empatía notable en este cincuenta por ciento para con el espectador, con quien no llegan a conectar en ningún momento, sobre todo ella, exageradamente sumisa, de quien tenemos que imaginar sus contradicciones y sentimientos, que siguen sin quedarnos claros cuando se sale del cine.
Por otro lado, no tenemos final, es un film inconcluso, que se corta de repente y suponemos, al menos yo, que los protagonistas no logran su objetivo. Algo así como ofrecerte un sabroso menú y dejarte sin postre porque el chiringuito se cierra llegada la hora. Una pena, porque pudiendo haber sido un film excelente se queda en bienintencionado y, por supuesto, valiente. Con todo, interesante a la hora de conocer la realidad que nos rodea, esa que pocas veces se presenta ante el mundo pero existe, guste o no a quienes pretenden el sueño europeo cerrando los ojos y las fronteras a la parte menos próspera de su territorio. Ganadora de la Espiga de Oro en la pasada edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, afortunadamente, aunque de puntillas, pasa esta semana por alguna de nuestras salas de cine. Prueba de ello es la imposibilidad de encontrar, a pesar de haberse estrenado, un trailer en nuestro idioma.