La suerte parecía que no me acompañaba últimamente, ya que de mis 3 últimas carreras, 2 habían sido canceladas por tormenta y en la de en medio me quedé sin chip a pocos metros de meta.
Aun así llegaba a esta aplazada media maratón rural muy contento, ya que comienzo a acumular volúmenes muy por encima de los 130 kilómetros semanales y recupero con presteza de una semana a la siguiente.
La edición de 2016 fue la prueba con la que abrí el año, sin mucho entrenamiento al haber estado parado varias semanas por un ganglión en la base del pulgar, y mi rendimiento fue mucho mejor de lo esperado, así que este año, que llegaba con una gran base de entrenamiento, apostaría por hacer el recorrido con huaraches.
Sabía que del kilómetro 10 al 13 iba a pasarlo regular, al correr por el cauce del río y ascender y descender la zona del bucle, que sobre todo en bajada, me costaría más en sandalias, pero llevo desde octubre sin correr con nada que no sean sandalias y de momento no me ha ido mal.
Las elegidas serían las Nunche 2, a las que cambié las correas hace pocos días, y con ellas puestas me planté poco antes de las 9 y media en la zona del aparcamiento del Parque Miramar.
Tras saludar a unos y otros me dispuse a calentar con Chemari, Paco y después Emilio, que se nos unió, y nos fuimos poniendo al día.
Cuando se fue acercando la hora de la salida fuimos colocándonos en el cajón; el día era inmejorable, hacía calor, pero con el viento la sensación térmica era agradable, solo habría que ver si soplaba a favor o en contra y con qué fuerza.
En el cajón de salida, foto cortesía de Luis Alberto
La carrera comenzó con un grandísimo sprint de Pablo Madrid, a los que seguimos Luis Enrique Lérida, Chemari y un servidor; el ritmo veía que era mucho más alto del que debíamos llevar, ya que ni si quiera Cristóbal Ortigosa, el favorito de la prueba, nos había adelantado todavía.Pero no tardó mucho, poco después de pasar la rotonda del parque biosaludable, donde ya se quedaría Pablo, y tras Cristóbal pasaron José Antonio, Miguel Ángel y otros corredores, siguiendo la estela de Luis Enrique, Ortigosa y Chemari.
Tras un primer kilómetro por debajo de 3:30 bajé un poco el ritmo y dejé que me adelantasen; iba a perder mucho tiempo en el bucle, así que lo mejor sería dejar que los más rápidos cogiesen su sitio y luego poner yo tiempo de por medio para bajar con tranquilidad en la vuelta a meta.
Y a priori así lo hice, pero me encantó este año el recorrido por dos motivos, el primero, que la visión del río Gomenaro con agua es algo que hacía mucho tiempo que no atestiguaba, y el segundo, que la tierra estaba blandita de la lluvia caída recientemente, y correr sobre ella con huaraches era una sensación increíble.
Si a ello sumamos el calorcito, la brisa que soplaba periódicamente, refrescándonos, y la tranquilidad de tener un grupo de referencia de ritmo estable por delante, nos queda un lujo de carrera.
Iba concentrado, pensando en mis cosas y avanzando con una zancada segura sobre guijarros y piedrecillas, y casi sin darme cuenta comencé a pegarme al grupo.
Tras los dos toboganes previos a la Venta la Morena me puse a unos 5 metros del grupo y como iba tan cómodo, decidí apretar el ritmo y pegarme a ellos; llevábamos casi 5 kilómetros y estábamos rodando por debajo de 3:45 con comodidad, así que me dejé llevar y subí el ritmo.
Pequé de audaz y me puse a tirar el grupo, incluso despegándome ligeramente tras dejar atrás el avituallamiento del Esparragal; Chemari estaba ya a tiro y quedaba poco para llegar a la zona del bucle, así que tenía dos opciones... continuar para bingo y arriesgarme a desfondarme para la vuelta, o bajar una marcha y guardar fuerzas para la segunda parte.
Decidí que la segunda opción era la más sensata, y tras recuperarme la posición dos de los corredores, me dejaron atrás antes de llegar al puente de Entrerríos.
Intenté alcanzarlos, pero iban fuertes y tenía que subir mucho el ritmo, así que los dejé ir y en seguida llegamos al cauce del río.
Por suerte esa zona estaba seca, y la lluvia había quitado bastante el polvo, pero tenía que pisar con cuidado, ya que muchas de las piedras estaban sueltas.
Alternaba fugaces vistazos a la pareja que llevaba por delante con el suelo, al que miraba con atención, pero como cada vez estaban más lejos, me concentré en el manto de piedras que se extendía ante mi.
Tras un salto por sobre una corriente de agua llegamos de nuevo a carril, cogí un vaso de isotónico en el avituallamiento y me preparé para la subida.
Ya había perdido otra posición y escuchaba pasos por detrás, pero estaba claro que si no comenzaba la cuesta caminando no iba a llegar arriba con fuerzas...
Los corredores a los que seguía alternaban el caminar con correr, pero yo hasta mediados de la primera cuesta no me puse a trotar... y ya no paré.
Mi idea era haber tenido un colchón de tiempo suficiente para afrontar el bucle con tiempo, al haber varios giros bruscos, firme irregular, mucha piedra y fuerte pendiente, una combinación que si ya requiere técnica de por si con zapatillas, más aun con huaraches, pero al haber apretado de más en la primera mitad mi plan se había ido al traste.
Tampoco quería obstaculizar, así que varias veces me eché a un lado del camino para dejar paso, en un tramo que se me hizo demasiado largo.
Posteriormente, en el cruce del arroyo, me quedé parado unos segundos pensando como cruzar sin mojarme... no por nada, sino porque como me entrase alguna piedrecilla con el huarache mojado no iba a haber manera de sacarla...
Tras varios saltos casi acrobáticos crucé, para, al momento, encontrarme con una zona donde no tenía más narices que mojarme, y a los pocos metros comenzaron a entrarme algunos guijarros en los huaraches; ¡que lata!
Mientras seguía a un compañero de La Senda me concentraba en ir apoyando y estirando los pies de forma que los guijarros se fueran saliendo de las sandalias.
Alguno se quedó, pero al ser pequeños tampoco molestaban demasiado.
Llegamos al inicio del bucle y nos fuimos encontrando de cara con el grueso del pelotón, momento en el que nos animábamos mutuamente.
Tras cruzar de nuevo el lecho del río llegamos a la pista, con el muchacho de La Senda casi fuera del alcance... y con alguien pisándome los talones.
Nuevamente me encontraba en una encrucijada, apretar para intentar cogerle y llegar con él a meta o esperar al compañero que llegaba y tirar con él.
Como en la curva hacia el Esparragal tardé mucho en divisarle decidí dejarle ir (no sabía si me aguantarían las fuerzas en un cambio de ritmo de, al menos, 50 metros para alcanzarle, a tan solo 5 de meta).
Me hidraté bien en el avituallamiento y dejé que el corredor que llegaba desde detrás marcase el ritmo; llevaba una zancada potente y me costaba no quedarme atrás.
Cuando por fin pillé la zancada y había conseguido mantenerme a una distancia uniforme paró un momento a orinar y decidí continuar en solitario.
No veía al muchacho de La Senda y estaba claro que no me iba a dejar atrapar por el corredor que acababa de dejar atrás, así que cambié el ritmo, atravesé la zona de los toboganes de la Venta con energía y fui devorando los kilómetros que faltaban para llegar al asfalto con la mirada perdida en el agua del río.
Llegando al giro hacia el asfalto un corredor me animó y me comunicó que estaba en decimotercera posición; número curioso, si no encontraba a nadie a tiro en la carretera lucharía por conservarlo...
Ese último kilómetro por asfalto se me hizo super lento, con el sol cayendo a plomo, varios corredores al alcance de la vista a lo lejos (pero fuera del alcance de las piernas) y nadie para animar... salvo Pablo, ya llegando a la rotonda, y un par de ciclistas que me pasaron camino a meta.
Cuando ya sabía que no podía adelantar a nadie apreté el ritmo, enfilé la última curva y apreté para entrar a meta con fuerza.
¡Últimos metros!
Si efectivamente llegaba entre los 13 primeros no sabía si acabaría cogiendo trofeo, al ser los trofeos acumulables, por lo que fui a preguntar a cronometraje.
Introduciendo el dorsal en una pantalla táctil te daban la información del resultado, y para mi sorpresa, ¡había sido tercero senior!
Los dos primeros fueron Cristóbal, ganador absoluto, y Miguel Ángel, cuarto clasificado de la general, por lo que no hubiese podido disputarles la posición en absoluto; pese a los errores de estrategia me había colado en el podio.
Mi idea era irme a casa y ducharme, pero me comentaron que tan pronto como acabase la prueba sería la entrega; decidí llamar a Mayte (muchas gracias a la mujer que me dejó su iphone para llamarle) y esperar in situ.
Chemari había sido octavo, cuarto de su categoría, y ni lo había podido "oler" en la vuelta, todo un carrerón.
Charlando con compañeros y amigos y tras una entrevista con la prensa local, por motivo de mis huaraches, que habían sorprendido a más de uno, comenzó la entrega de premios.
De izquierda a derecha, Miguel Ángel, Ortigosa y un servidor
Ha sido una buena carrera y me marcho muy contento con el resultado, aunque con ganas de más; echo de menos los carriles, el campo y el monte, pero si resulto agraciado en la "lotería" del Sartathlon, todo el asfalto que pueda acumular de aquí a septiembre será poco.Mientras tanto y siempre que quede cerca de casa, habrá que aprovechar estas escapadas.
Me despido como siempre con mi análisis de la prueba, ¡hasta la próxima!
Lo mejor
-Para comenzar, de 10 la actuación de la organización ante la suspensión por tormenta; se avisó por sms y correo electrónico de la suspensión, y se ofrecieron las siguientes posibilidades a los corredores ya inscritos:
*Devolución de la inscripción indicando el número de dorsal.
*Para quien hubiese recogido dorsal y camiseta, entregarlas en la Ciudad Deportiva para la devolución de la cuota.*Cambio de titularidad del dorsal.
*Mantener el dorsal, aplazando la carrera inicialmente al 5 de marzo, y finalmente, al 28 de febrero.
-Precio popular, 10 euros por media maratón, con camiseta, avituallamientos en meta, zona para dejar a los peques...
-El día fue un lujo, y correr con el río al lado de la pista, más aun; hay que aprovechar que este año ha llovido, ya que llevaba años sin mantener el caudal tanto tiempo.A mejorar
-Pienso que un aspecto a mejorar ha sido la información en web, ya que aunque por email se ha ido informando de todo y no ha habido lugar a dudas, en la página de gesconchip tardaron en actualizar la fecha de la prueba del 5 de marzo al 28 de febrero.
-Por otro lado, pienso que siendo una prueba popular y más teniendo premios económicos los 3 primeros clasificados absolutos, los trofeos no deberían haber sido acumulables; así se reparten más los premios y se fomenta la participación.
-Y por último, habría colocado papeleras más alejadas de los avituallamientos, ya que si coges una botella de agua y vas a un buen ritmo, a la distancia a la que estaban las papeleras, cuando terminabas de hidratarte ya te habías pasado por más de 50 metros, y eso provocó que muchos dejásemos las botellas demasiado alejadas del avituallamiento.