Como bien os dije en el artículo anterior sobre los hongos, traería más información al respecto, para ir abriendo nuestras mentes y empezar a pensar de una manera holística y profunda. En esta ocasión, explicaremos la relación que existen entre los hongos y los problemas de infertilidad que sufren muchas personas a causa de los mismos.
¿Cómo producen infertilidad los hongos?
Si bien recordáis, y para los que no lo sepan, la proliferación y asentamiento de los hongos puede darse por vías internas y externas. Un hongo necesita un medio ideal para vivir y prosperar, que para él, consistirá básicamente en habitar un cuerpo inmunodeprimido (no siempre es así, puede hacerlo incluso con un sistema defensivo despierto), lleno de toxinas, con una excesiva permeabilidad intestinal y con un aporte importante de azúcares refinados, es más, en algunas ocasiones, ni siquiera esto le hace falta para invadir un huésped, pero evidentemente, para tal caso, la exposición a las micotoxinas del hongo debe ser notoria.
Existe un género de hongos denominado fusarium (pinchad el enlace para más información sobre el mismo), en especial fusarium graminearum. Estos microorganismos tienen la capacidad de infectar gramíneas (principalmente maíz y trigo) procedentes de la agricultura, contaminando posteriormente a los animales o personas que se alimenten de las mismas. Una de las micotoxinas que produce la cepa fusarium graminearum es denominada zearalenona.
Si el consumo de esta micotoxina es grande producirá severos problemas en la persona afectada, principalmente mujeres, entre ellos, infertilidad. La zearalenona tiene una estructura química muy parecida a las hormonas femeninas de la mujer, los estrógenos. Una vez consumida, la micotoxina se metaboliza en dos residuos que tienen estructura similar a los estrógenos, induciendo el mismo efecto. Si la exposición es elevada se producirá una alteración hormonal que puede entre otras cosas provocar hipertrofia de la vagina, mastitis, dolor en los pechos, amenorrea y hasta esterilidad. En hombres además, que no se salvan, hay estudios que indican problemas reproductivos. En bajas dosis, las micotoxinas pueden ocasionar depresiones del sistema inmunológico en animales, así lo demuestran estudios como éste.
¿Como evitarlo?
Siempre la prevención será nuestra mejor arma. Las micotoxinas del género fusarium, afortunadamente están muy controladas gracias al uso de aditivos antifúngicos, pero inevitablemente existirán mínimos residuos de la misma que quedarán contenidas en los cereales y la carne de los animales infectados, pues la zearalenona, por desgracia es muy estable y puede sobrevivir a la mayoría de los procesos industriales a los que se someten los cereales.
Una buena manera de evitarlo es limitar el consumo de maíz y trigo, que son los cereales diana de este género de hongos y apostar por carne de la mejor calidad posible, que no se hayan alimentado de cereales contaminados, dificil tarea por cierto.
Aunque no ingiramos la toxina en los alimentos, no estamos exentos de ser atacados por fusarium, pues existen vías externas como el contacto sexual, que supone una entrada enorme de patógenos y bacterias. Si por ejemplo un hombre que sufre de prostatitis provocada por micotoxinas de fusarium o de cándida albicans, se relaciona con una mujer sana, esta persona puede perfectamente quedar infectada por hongos, de la misma manera podría ocurrir al revés. En estos casos, si disponemos de un buen sistema defensivo y el terreno donde piensan asentarse estos hongos es inadecuado para ellos, las posibilidades son bastante remotas, que no quiere decir imposibles. La infertilidad es uno de los mayores problemas que puede desencadenar las micotoxinas del género fusarium. Muchas son las parejas que intentan concebir niños, pero debido a problemas de infertilidad por parte de algún miembro, se ven obligados a recurrir a la adopción o a terapias alternativas. Si nos encontramos con esta situación, haremos bien en mirar y prestad atención a los hongos, pues puede que ellos tengan la respuesta a nuestro problema, un problema que con un simple cambio dietético o la abstención de ciertos alimentos y prácticas susceptibles de ser contaminadas por micotoxinas derivadas de hongos, estará solucionado.
El mensaje que quiero transmitir con esta información es que somos un todo y en nuestro organismo conviven cientos de millones de microorganismos que pueden alterar la correcta funcionalidad de nuestro ser, aunque no los tengamos en cuenta. Insisto en evitar los pensamientos reduccionistas que predica la medicina alopática, que solo son efectivos en casos muy concretos, una mirada más allá del papel puede descubrir increíbles experiencias que nos ayudarán a entender que la etiología de una enfermedad o una patología puede ser enormemente diversa en cada individuo, si sabemos apreciar esto es cuando podremos saborear la exquisita diferencia que existe entre una visión holística y una visión mecanicista, simplista y convencional.