Revista Arte

Jaume Muxart, pintor. 'Se pinta con el corazón'

Por Eltallerdelaeam @elTallerdelaeaM

Cumplo 90 años durante el 2012. Nací en Martorell y vivo en Barcelona. Soy pintor desde hace sesenta años. Estoy casado y tengo cuatro hijos y siete nietos. Soy un demócrata anarquizante. Me atrae el esoterismo y las religiones orientales. Trae muy mala suerte pintar peces.

Jaume Muxart, pintor. “Se pinta con el corazón”.

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Mariposas

Muxart lleva más de sesenta años pintando, y sigue siendo prolífico y creativo. Me regala una mariposa pintada el pasado verano, de azules preciosos y técnica mixta: altísimo honor de un gran pintor. Me habla de peces y le muestro en mi iPhone La pesca del atún de Dalí, que mira con un ojo para dictaminar: “No lo conocía: ¡qué composición, es el mejor Dalí que he visto!”. No dejar de hablar de pintura, su pasión (ha sido catedrático y decano de la facultad de Bellas Artes, que él sostiene que debiera llamarse de Estética), y no puede dejar de pintar: es su vida. Le veo pintar en su taller, sin miedo alguno, llenando lienzos de color. En Muxart, Espai d’Art (Martorell) puede verse parte de su gran obra.

 

Qué está pintando?

Versiones coloristas de la Dama de Elx.

¡Un montón!

No puedo dejar de pintar. Soy un fanático de la pintura.

¿Y si no pudiera pintar?

Estoy quedándome ciego… y pinto. Veo los colores. Con poca vista se puede pintar.

¿Desde cuándo pinta?

Deserté de la mili para pintar, en 1948: obtuve una beca para estudiar pintura en París, y no dudé en largarme.

Una locura peligrosa por entonces.

Mi padre escribió una carta al ministro, y pude volver sin cárcel… si cumplía con los cuatro meses de mili que me quedaban.

¿Cuántos cuadros habrá pintado?

¿Cómo calcularlo? ¡Más de 10.000 cuadros.

¿Dónde están?

Por todo el mundo.

¿Sería capaz de elegir uno?

Una marina de la costa de Palamós, con el mar rojo y el cielo rojo: la pinté sobre la misma marina, pero originariamente en azul. 

¿Qué le costaba hacerlo en otro lienzo?

Es una pulsión, un instinto. Aquel cuadro en azul ya figuraba en libros y catálogos, ¡y hoy no existe! Hay varios cuadros míos que no existen porque pinté otros encima.

Vaya.

Peor era Picasso, que los quemaba. Él tenía la obsesión por pintar bien, y yo también.

¿Es su pintor favorito?

Velázquez, el más sabio pintor de todos. ¿Cómo logra que la falda de las Meninas, que de cerca parece sucia, de lejos brille?

¿Qué cuadro histórico le gustaría tener en su taller?

Algún Velázquez. Pero me conozco… y sé que acabaría retocándolo, pintando encima y cambiándolo todo.

¿Qué no ha pintado que querría pintar?

Hay algo que no pintaré: peces.

¿Por qué no?

Trae muy mala suerte, lo tengo comprobado en mí y en otros pintores. ¡Los peces son para comérselos, no para pintarlos!

Qué supersticioso, ¿no?

El instinto es mi maestro. Es mi valor primordial, y luego el intelecto lo hace comprensible. Yo logro más en cinco minutos de rauxa que en una hora de seny.

¿Qué se necesita para pintar?

Instinto, ya digo: se pinta con la emoción. Lo de menos son los pinceles, los colores, las líneas… Hay o no hay emoción. Yo pinto y dibujo treinta obras a la vez: voy cambiando de una a la otra… según mi emoción.

¿Qué valora más en una obra de arte?

La estética. Que transmita algo. El criterio estético es válido para todas las épocas y estilos, desde la Venus de Milo hasta la Gioconda. O Picasso, al que conocí en París.

¿Y qué tal?

Soy tímido, pero en una exposición me atreví, en 1948: “¿Me permite felicitarle?”, le dije. Al saber que era de Barcelona, empezó a preguntarme cosas, más de media hora: ¡parecía que Picasso era yo! Partía hacia Niza y me invitó gentilmente a visitarle.

¿Y fue?

No, no, volví a ser tímido. ¡Yo soy valiente pintando!

¿Cómo fue su regreso de París?

Triste, porque fue en el momento en que llegaban americanos y empezaban a comprar cuadros… Lo bueno es que conseguí otra beca para ir a Roma, y allí conocí a mi mujer. Pero pinté y viajé mucho antes de casarme.

¿Alguna exposición memorable?

Ahora recuerdo una con más pintores españoles en El Cairo, en la que había también grabados de Goya, y el ministro de Cultura egipcio nos preguntó a los artistas españoles: “Monsieur Goya, ¿no ha venido?” “No, no ha podido”, le respondimos, pasmados.

Y era verdad.

Goya es colosal como dibujante de grabados y aguafuertes, pero un pintor normal. Rembrandt, en cambio, es un pintor fenomenal. Rembrandt, por cierto, robaba para pintar. ¡Entiendo esa pasión!

¿Es la que usted siente por pintar?

Sí, por eso me pregunto: ¿qué pasa hoy con la pintura? ¡No veo pintores jóvenes tan fanáticos! Quizá son más inteligentes, claro…

¿Morirá la pintura?

No puede morir. Pero están perjudicándola los malos críticos. El buen crítico debería saber pintar un poco.

¿Qué opina de Barceló, de Tàpies…?

¿Barceló? Es pintor, sin duda. Me gusta. Tiene fallos ¿eh? Debería ser más autoexigente. Picasso lo era.

Compararlos es poner alto el listón.

Recuerdo una anécdota de Picasso, al que pidieron que autentificase unos cuadros aparentemente suyos, y que él vio falsos. Al certificarle que sí los había pintado él, sentenció: “Es que yo también pinto falsos”.

¿Iba a decirme algo de Tàpies?

Me interesan su imaginación y su materia. Ha tenido mucho ego, pero le ha salvado. Compone bien, aunque cada vez puede detallar menos. Es un gran esteta. Ahora quizá se repite, pero es inteligente: le admiro.

Le ha ido bien, desde luego.

Bien decía su primo Cuixart al hablar de ambición pictórica: “Al menos, ¡ser Tàpies!”.

Cuixart, Guinovart, Muxart…: todos con art (arte) en el apellido.

Curioso. Por cierto, yo creo que los que tienen la misma inicial en nombre y apellido triunfan: Pablo Picasso, Federico Fellini…

Si tuviera que dar un solo consejo a un pintor joven, ¿cuál sería?

¡Intenta superarte a cada instante!

 


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