Hace pocas semanas la Diputación Provincial de Málaga, presentó y difundió a través de los diferentes medios de comunicación la creación de la marca “Sabor a Málaga”, uno de sus eslóganes: “El sabor que nos une”. Con ello se intenta impulsar los productos locales, dándoles un sello de calidad o pertenencia a denominación de origen.
Todo lo que sea dar a conocer nuestra gastronomía, darle publicidad a los productos autóctonos me parece realmente fantástico. Y yo, humildemente desde “Mi cocina” virtual desde hace tres años y medio que se abrió su ventana a través de internet, siempre intento poner “mi granito de arena” a la hora de dar a conocer los platos ancestrales de mi tierra, aquellos que pasaron de generación en generación en mi familia materna la gran mayoría de ellos, de mi familia paterna y de mis suegros; esos guisos que se aprenden de ver a nuestros mayores con la práctica, en sus fogones, entre ollas, cacerolas y sartenes.
¿Hay hoy en día algún malagueñ@ que se pregunte a que sabe Málaga, cual es el sabor de los platos de su tierra? A fé que sí, hoy en día priman los fáciles de cocinar, los precocinados, congelados y productos retractilados de procedencia desconocida en muchas ocasiones, abastecerse y comprar en grandes superficies, sin tener en cuenta los frutos e ingredientes que da nuestro entorno más cercano, nuestra provincia. Es lógico hasta cierto punto que la globalización cambien las costumbres culinarias de una región.
Aunque la gastronomía malagueña cuenta con una tradición que se remonta a los primeros habitantes de la zona, los neandertales; tantísimos siglos de historia que han colmado nuestra cocina malagueña de centenares de recetas tan variadas.
Málaga sabe a salitre, a mar, a monte, a campo, recetas con mucha historia, un legado que no aparecía en los libros, un arte popular que nos ha ido dejando platos de sabiduría, guisos humildes con los productos del terreno o de la mar, esas recetas humildes que no solo alimenta el cuerpo, nos llenan el alma, con nostalgia, añoranzas y recuerdos.
Hoy no podía ser menos, una receta muy, pero que muy malagueña, marinera para más inri, que hará la número 302 de platos tipicos malagueños de éste blog….pueden verlo "pinchando" en el directorio del blog, cada uno de ellos les dirá y podrán averiguar, si no lo conocen, a qué sabe mi tierra, mi Málaga.
¿Cómo lo he hecho?
En una sartén echar un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra (estoy usando en estos días de Riogordo, malagueño) y freir quince o veinte almendras (con su piel), tres dientes de ajo procurando que no se lleguen a quemar, sacarlos y reservarlos.En el mismo aceite sofreír un pedazo de cebolla cortada en trocitos, salándola previamente con cuidado de que no se queme, agregar una rebanada de pan cateto (pan de pueblo, aunque puede servir cualquier otro, Coín aún amasan a mano); cuando esté doradito volver a incorporar las almendras y los ajos, un vaso de vino blanco, un vaso de agua y pasar por la minipimer de forma que quede lo más fino posible.Cortar la jibia en trozos (limpiarla se le puede pedir al pescadero), pelar los langostinos y cortar la cebolla en trozos pequeños.En una cacerolita echar un chorreoncito de aceite de oliva (ya saben, malagueño a ser posible) y sofreír la jibia y los langostinos.Añadir cuatro o cinco granos de pimienta negra, dos hojas de laurel, salar al gusto, la salsa del almendra, azafrán (en su defecto colorante alimentario) y llevar a ebullición a fuego lento.
En ése momento, cuando comience a hervir hay que remover, ya que tiende a salirse del recipiente, así durante cuatro o cinco minutos, pasado éste tiempo ya no hay peligro y se puede dejar cocer tranquilamente durante diez o quince minutos.
Si espesa en demasía, volver a echar agua, hasta obtener la consistencia deseada. Probar de sal
Suelo acompañar ésta receta con arroz blanco (arroz cocido) o bien patatas fritas.
¡¡ Disfruten de los sabores de Málaga, quizás lo consigan en mi blog, en “Mi cocina”, una cocina ante todo muy malagueña !!