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"King Kazu". Realidad animada

Publicado el 03 julio 2014 por Squadraeterna @squadraeterna

Brasil, Europa y un sueño, ser futbolista, triunfar y guiar a tu país, Japón, en la Copa del Mundo. Esta historia nos puede sonar a leyenda de dibujos animados, si se llama Óliver y se apellida Atton es que todos pensamos en lo mismo. Su autor, Yoichi Takahashi, marcó en muchos de nosotros nuestra niñez, adolescencia y la pasión por el balón que heredamos de su historia. Pero esta serie con la que disfrutamos y siempre tendremos presente,  parte de una base real, un joven nipón que lideró a su colegio marcando goles y decidió emigrar a tierras sudamericanas para hacer realidad su sueño. Ni hablamos de Atton, ni de su escuela Niupi ni del viaje de Óliver para jugar con los Brancos. Apuntad: Kazuyoshi Miura, leyenda del fútbol nipón. Un futbolista de carne y hueso.


Como el personaje de la historia de anime, Miura nació en Shizuoka, una ciudad costera que alterna fuertes vientos con veranos cálidos de mucha humedad e inviernos de poca nieve, tras comenzar dando patadas en la escuela, decidió buscar la gloria lejos de casa, el fútbol en Japón no era profesional y Brasil, la cuna del balón, sería su destino. Coritiba, Santos y Palmeiras fueron las camisetas que vistió, allí, entre otros, forjó su amistad con Zico, curioso parecido al mentor de Óliver, Roberto Sedinho le llamaron. Tenía 15 años Miura cuando partió a tierras desconocidas, se convirtió en un icono de Japón, un espejo donde estrellas actuales como Honda o Kagawa podrían mirarse, cuando aquella leyenda empezaba su carrera, estos aún no habían nacido.
A diferencia de Atton, Miura volvió a Japón antes de emprender rumbo a Europa. La primera edición de la J.League contaría con su buque insignia, el niño que más peleó por ser futbolista debía estar, y estaría. Miura sería nombrado por la Confederación Asiática como mejor futbolista del continente, el primero en lograrlo. Coleccionista de títulos colectivos, individuales y goleador por naturaleza, bien se había ganado su viaje a Europa, el primer japonés en hacerlo, su hora había llegado.
Italia era el país, Genoa su destino. Los paralelismos con la serie de Takahashi continuaban, aunque aquí Óliver eligió España, el Cataluña F.C, el guiño entre camisetas, más que similares y su llegada al viejo continente tienen tintes semejantes. El ‘cuento’ seguía. Miura se lesionaba al poco de llegar al país transalpino, al igual que su homólogo animado debía recuperarse de un fuerte golpe en los primeros compases del curso. Como no podía ser de otra forma, la leyenda nipona se repondría. Un curso pasó en tierras italianas antes de regresar a su Japón natal, allí recuperaría sensaciones, su buen fútbol le brindó un nuevo regreso a Europa, Croacia le esperaba, Zagreb le acogió y el nipón conquistó un título liguero. Antes de regresar a Asia, donde siempre destacó, buscaría un contrato en Inglaterra, no lo consiguió y tras seis buenos cursos en casa, cuando el retiro asomaba, la leyenda nipona emprendió un nuevo viaje, esta vez sería a Sídney, Australia, donde una vez más el japonés rayó a un gran nivel.
Desde su traspaso al Genoa, la historia de Miura y el anime de Atton eligieron caminos dispares, y es que Óliver no solo triunfó en Europa, si no que fue capaz de guiar a su país a la conquista de un campeonato juvenil en Francia y a la disputa del Mundial de 2002, donde nuestros dibujos finalizaban con un partido entre Japón y Brasil, no sabemos si lograrían levantar el trofeo, lo que si conocemos es que Miura nunca pudo disputar una fase final.

Tan cruel como cierto, su rendimiento en año de Mundial nunca fue el esperado y la edad no acompañaba, Miura hizo mucho por Japón y por el fútbol nipón, a nivel internacional fue importante, ayudando a la conquista de una Copa de Asia y a la clasificación del país a su primer campeonato del Mundo, el de Francia 1998, pero finalmente no estaría. Takeshi Okada no contó para la cita gala con la leyenda nipona, los galones fueron para Nakata, aunque muchos soñaron con poder verlos juntos, el seleccionador nipón nos privó de aplaudir a Miura por cerrar una historia perfecta, y al mismo Miura por arrebatarle un sueño por el que luchó con 15 años cuando abandonaba su casa rumbo a Brasil. Aunque en realidad, su sueño ya estaba realizado. Era uno de los artífices de los años dorados del fútbol de su país, un pionero que nunca bajó los brazos. Un héroe digno de una historia de dibujos animados.
Kazu Miura dejó Shizuoka para regresar convertido en el “Rey Kazu”. Tan sólo Kanamoto ha logrado más tantos que Kazu con el combinado de Japón, más de 50 en 89 partidos, superando los 200 en total y la sensación de ver como su figura representa más que el simple hecho de ser futbolista. En el año 2000 disputó en Casablanca su último partido internacional, un 6 de junio dejó de vestir la casaca nipona, pero este joven de casi 50 años sigue haciendo goles en el Yokohama F.C, en su país, al que tanto dio y tanto le dio.
Óliver nunca fue real, y lo que es seguro que a “King Kazu” le hubiera gustado que su historia acabase como la del anime, pero también es cierto que si Atton pudiese tener vida, elegiría ser futbolista y elegiría ser Kazu Miura, nadie lo duda. Mito. Leyenda viva. Un héroe de dibujos animados.

 


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