Revista Cultura y Ocio

La decadencia de los Alba

Por Igork
En el post de ayer hablaba del poeta Francisco de Aldana. Decía que sirvió en Flandes, como general de artillería. Lo imagino con una punta de pluma manchada en tinta negro, y mientras ordena tres grados más de inclinación de sus bombardas, apunta un par de versos en su camisa blanca, a la vez que el cielo holandés se ilumina con los fogonazos de las baterías que manda.

Casa Alba

Poderoso Duque de Alba


Tonterías aparte, sirvió a las órdenes del Duque de Alba, nada menos que mariscal de campo y gobernador de esa lluviosa provincia rebelde del Imperio de los Austria.
El duque de Alba fue tildado de cruel y lo fue, los historiadores no se ponen de acuerdo con su altiva figura. En cualquier caso fue un importante general y un político sin visión estratégica. La terrible represión de los rebeldes de los Países Bajos marca su carrera. En Holanda los niños aún lo recuerdan. Creó el Tribunal de los Tumultos o Tribunal de la Sangre. No, no es un cuento de fantasía. Es historia.Así, cuando la situación en Flandes empeoró, fue substituido, tras un intervalo, por Juan de Austria, éste sí, un militar de estirpe, un magnífico estratego y hermano bastardo de Felipe II.
Atención a las falsificaciones y mentiras que hay en Internet a favor de los duques de Alba. ¿Quién lo habrá subido? No, la verdad no está siempre en Internet.
Sea como sea, en aquellos tiempos los duques de Alba eran poderosos y respetados. Eran pares del rey, lo que significa que ante la presencia real podían optar por no descubrir sus calvorotas, dejando el sombrero en su sitio natural, la testa. Si un día viene el rey a cenar a vuestro hogar, dejad vuestro gorrito rojo de navidad en la cabeza. Eso creará enrome conmoción, seguro.

Goya

La Bella y la ...

Hubo un pintor que sordeaba que, incluso, pintó una señora duquesa de Alba desnuda. Carnal, vigorosa, sensual. Bella en su esplendor.
Pero pasaron las generaciones. El tiempo es un compañero de viaje poco recomendable. Y llegó la decadencia a la Casa de los Alba. Empezaron a salir mal. Cada vez peor, pero, ¿quién osa tocar a un Grande de España? Los aparceros, desde luego que no.
No me gusta dar consejos. Casi siempre pasa algo que los contradice. Pero hoy sí daré uno. Es menester tener aventuras, antes o después, pequeñas o grandes. Pero para ponerse a tener hijos, dice el Altísimo que es mejor optar por una desconocida o desconocido. Nada de hermanos, hermanas, primas y primos y otros monstruos familiares. Los resultados de los excesos de endogamia (tan propia del cine y los premios literarios) quedan reflejados en la simpática ilustración que acompaña estas amables palabras.

La decadencia de los Alba

Oh, mi cirujano me odia.

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