Otra semana va quedando elegantemente enterrada en el polvo de los tiempos perdidos, y nosotros seguimos de pie sobre el mascarón de la balsa, a la espera de lo que nos traiga el viento -aunque sean más resacas. Vaya manía esta de seguir viviendo, por muy absurdo que pueda verse todo una mañana de resaca, y mucho más aún en todas las demás (como decía San Bukowski, "es mejor la resaca que el manicomio"). Total, que si entre sábado y sábado nos estamos armando una Crónica Musical de las Resacas Universales, no puede faltar en ella temazo que he traído a sonar esta tarde que se cae como los bordes de una hoja seca. A contratiempo es una de esas canciones que te van desollando de a poquitos, que se clavan lenta pero persistentemente en nuestra fibra más sensible, mientras masticamos su nada sutil poesía. Un día de estos me voy a mandar con una nota sobre el hombre que la escribió, Chicho Sánchez Ferlosio, pedazo de genio cabrón que se tomó muy en serio eso de que la pluma es más poderosa que la espada, y la guitarra más que una catapulta medieval. Pero eso, que quede para otra tarde: el día de hoy, resignémonos al sofá, la taza de café y la propgramación del fin de semana, a la espera de que vuelva a asentarse la noche sobre la ciudad. Este cuento aún no termina, ni parece tener intenciones de hacerlo algún día. Mientras sea necesario, pues nada: seguiremos bailando.