Revista Deportes

La insensatez del héroe

Por Malagatoro

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Víctor Puerto camino a la enfermería con la tez pálida. Al fondo el doctor Duarte con gafas de sol


Plaza de toros de la Malagueta, 14 de agosto. Cuarta de Feria. Media entrada

Toros de José Luis Pereda y La Dehesilla (1º, 5º y 6º). Desigualmente presentados. Bien presentados primero y sexto, terciado el 3º, el resto justos de presentación (como para Málaga). Descastados y mansos en diferentes grados. Los mejores sexto y, especialmente, el primero, noble y con calidad en la embestida.

Víctor Puerto: pinchazo hondo, aviso, pinchazo y descabello. Vuelta. Pasó a la enfermería.

Alejandro Amaya: bajonazo trasero y tendido. Cinco descabellos (silencio). Sartenazo en el costillar, (silencio). En el que mató por Víctor Puerto, bajonazo en los costillares, pinchazo y descabello. Silencio 

Morenito de Aranda: estocada delantera, seis descabellos, aviso, descabello, silencio. Estocada caída y atravesada con derrame, silencio.

Parte médico de Víctor Puerto. Herida inciso contusa de seis centímetros en la cara anterointerna del tercio superior del muslo derecho con una trayectoria de 14 cm. hacia arriba, hacia dentro y hacia atrás que rompe fibras del musculo sartorio y fibras del abductor produciendo hemorragia. La otra cornada tiene 15 cm. de extensión, 3 por encima de la anterior y está envainada. Afecta a la piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis con trayectoria también hacia arriba, hacia dentro y hacia afuera. Pronóstico grave. Será trasladado a la clínica Gálvez.Doctor Juan Pedro de Luna.


Al salir ayer de la Malagueta se comentaba la actitud de Víctor Puerto que permaneció en el callejón un buen rato con dos cornadas que le había asestado el primero de la tarde, al cogerle aparatosamente y de mala manera cuando finalizaba su faena por estatuarios. El diestro, al que pronto se vio que llevaba la cornada, permaneció en el ruedo hasta que acabó con la vida del toro y dio una vuelta al ruedo cojeando y con la taleguilla perforada y manchada con la sangre que manaba de la herida. Cuando todos creíamos que, tras su actitud de gallardía torera permaneciendo en el ruedo hasta acabar con su oponente, pasaría a la enfermería, insistió en quedarse en el callejón, aguantado el dolor para poder llegar a matar su segundo toro. Le sentaron, le abanicaron con una toalla, le dieron a beber y vertieron sobre él ingentes cantidades de agua. Nada, seguía insistiendo en quedarse. El equipo médico de la plaza actuó en consecuencia y el doctor Duarte llegó hasta donde se encontraba el torero para examinar la herida y, viendo su gravedad, insistirle en que debía pasar a la enfermería. Momentos antes de que Alejandro Amaya iniciara la faena de muleta, accedió a ello, partiendo hacia la enfermería por su propio pie con la tez cada vez más pálida, hasta que se desmayó y le llevaron en volandas hasta el quirófano.

Si bien es contraproducente retrasar la atención médica de una herida por asta de toro, al estar consciente Víctor Puerto y negarse a pasar a la enfermería, los médicos hicieron lo que debieron, reconocerle e insistir en que la herida era seria y necesitaba de intervención quirúrgica. Y así se hizo. Tampoco creo que la autoridad pueda obligarle a hacerlo. Quizás los que debieron forzarle a ello fueron los suyos. Sea como sea, la insistencia de Puerto por quedarse, insensata desde el punto de vista médico, es un ejemplo más de eso que siempre se ha dicho: que los toreros están hechos de otra pasta. Víctor Puerto aguantó el dolor con la intención de poder lograr un triunfo en el otro toro. Esa actitud para mi tiene otra lectura: gallardía, hombría, responsabilidad, ansias de triunfo. Estas actitudes resultan incomprensibles para quien desconoce lo que es el honor del hombre que se viste de luces y la vergüenza torera. Por eso los toreros siguen siendo héroes. 

Escribía mi amigo Navarro Arias que los bailes de corrales denotan aires pueblerinos que no deben consentirse en Málaga. Pues ayer ya los hubo, ya que según me contaron se reconocieron hasta dieciocho toros para poder lidiar un encierro completo del hierro anunciado. Dicen que la presidenta del festejo, Ana María Romero, anda intentando poner seriedad en los corrales y que le está costando mucho la tarea. Pues ya sabe lo que debe hacer, exigir toros y si no se suspende el festejo y punto. Que no encuentra apoyo de la superioridad para realizar su labor, pues se marcha uno, que para no recibir emolumentos y aguantar malos ratos, el permanecer en el palco es de idiotas. La corrida de ayer a excepción del primero y sexto, bien presentados, el resto y, para ser benévolos, digamos que justos de presentación, en el tipo del “toro de Málaga”. Lo que no se entiende es como se aprobó al sexto que salió de chiqueros con los pitones sospechosamente escobillados. Mal el que en la primera corrida viéramos toros de verdad y se nos hiciera la boca agua con ese caramelo para luego quitárnoslo de la boca. Mejor habría sido que la corrida de Guardiola hubiera sido la última del ciclo ferial. Así se hubiera despedido el señor Puche en una corrida con lo que no ha traído a Málaga en estos años: toros con mayúsculas. Y que se deje de anuncios de corrida de despedida con José Tomás. La Diputación debe finiquitar a la mayor brevedad con la empresa y elaborar un nuevo pliego que facilite el que la Malagueta sea explotada por una empresa que tenga peso en el mundillo taurino. Dejémonos ya de toreros en activo metidos a empresarios, y de ladrilleros y hosteleros con poca o ninguna relevancia en el mundo del toro.

La corrida salió descastada a excepción del primero, un toro justo de raza y noble, de mucha calidad en la muleta, y del sexto también noble y de calidad aunque se rajó pronto. El resto fueron mansos y sin clase. Lo mejor de la tarde vino del capote de Víctor Puerto, enjaretando verónicas con gusto y empaque, rematadas con la media belmontina, así como un quite por chicuelinas ajustadas. Con la muleta la faena bajó en enteros a pesar de la calidad de la embestida por ambos pitones de su oponente, destacando una serie en redondo de dominio con mano baja y una serie de buenos naturales.

El mexicano de Tijuana, Alejando Amaya, que nos había recomendado Javier Conde el día de la presentación de los carteles de la feria, demostró su manifiesta impotencia y desconocimiento para ponerse delante de un toro. Destoreó y anduvo a la deriva toda la tarde. Apático, desganado, como quedó patente dejando la lidia de su segundo a cargo de Joselito Rus, permaneciendo como convidado de piedra. Al sexto, otro toro con nobleza y calidad en la embestida, ni lo vio. Le padecimos en los tres toros que mató muy mal en un recital de sartenazos y bajonazos infames. ¡Menuda recomendación!

Morenito de Aranda anduvo desangelado. No destacó en el toreo de capa como se esperaba y estuvo vulgar con la pañosa, aunque es cierto que tuvo el peor lote con ejemplares mansos y con querencia a tablas. Anduvo muy mal con la espada. 

Viniendo a la plaza caminando por el paseo del Parque, observé que no había gatos por los alrededores. Pensé, ¿habrá habido una campaña gaticida municipal? Cuando, de repente, caí en la razón de ello. ¡Mañana viene a Málaga don Julián y don Roberto los llevará a los corrales de la Malagueta para, como es habitual, darnos gatos por toros! Espero equivocarme, pero que el Cielo nos asista y, especialmente, a don Ildefonso Dell´Olmo y a su equipo de veterinarios en los corrales. 

¡Paz y salud!


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