Revista Cocina

La leyenda del Águila y del Halcón

Por Marta De La Cruz @MartadelaCruz
La leyenda del Águila y del Halcón
Cuenta una vieja leyenda de los indios sioux que una vez llegó hasta la tienda de un viejo brujo de la tribu una pareja de enamorados cogidos de la mano, Nube Alta y Toro Bravo.- Nos amamos - empezó el joven.

- Y nos vamos a casar - dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro un talismán. Algo que nos garantice que podemos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos siempre juntos. Que nos asegure que esteremos al lado del otro hasta el día de nuestra muerte. Por favor, ¿hay algo que podamos hacer?
El brujo los miró y le emocionó verles tan jóvenes y enamorados.
- Hay algo, pero, no sé... es una tarea muy difícil y sacrificada  dijo el brujo.
- No importa - contestaron los enamorados.
- Bien, Nube Alta, deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Luego deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. Y tu, Toro Bravo, deberás encontrar la más brava de todas las águilas y traerla ante mi, viva, el mismo día que vendrá Nube Alta ¿Comprendéis?
La pareja asintió y el anciano hizo el gesto indicado que no tenía más que decir. Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa, salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte y él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas de tela que contenían las aves. El viejo les pidió que, con mucho cuidado, las sacaran de las bolsas. Los dos jóvenes enamorados lo hicieron y mostraron al brujo los pájaros cazados. Eran verdaderamente hermosos, sin duda los mejores de su especie.
- Ahora hagan lo que les digo: tomad las aves y atadlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando lo hayáis anudado, soltadlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven así lo hicieron. Cuando soltaron a las aves, el águila y el halcón intentaron levantar el vuelo, solo consiguieron revolcarse por el suelo. Unos minutos después, frustradas, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta matarse.
- Este es el conjuro: jamás olvidéis lo que habéis visto. Sois como un águila y un halcón: si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no solo vivirán arrastrándose sino que, además, tarde o temprano, empezarán a hacerse daño el uno al otro. Si queréis que vuestro amor dure para siempre, VOLAD JUNTOS PERO JAMÁS ATADOS.


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