EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS
El mundo del sol naciente anda de capa caída, casi se está convirtiendo en el mundo del sol poniente, a juzgar por la desorientación que reina últimamente en Japón. Todavía no nos habíamos repuesto de los cabezazos etílicos de Shoichi Nakagawa, aquel ministro de finanzas que tanto animó la pasada reunión del G-8, cuando emerge ahora la figura de Miyuki Hatoyama, esposa del futuro primer ministro nipón, asegurando que en su día fue abducida por alienígenas.
Joder con la herencia de los Manga. Y eso que a Yukio Hatoyama, el consorte de la criatura, ya le apodaban “el extraterrestre” por su carácter excéntrico (cosa muy rara tratándose de japoneses, puedo dar fe de ello), sus ojos saltones y el pelo alborotado que dicen le deforma la cabeza como a E.T. Por si no tenía suficiente con el aspecto y con lanzarse a dirigir a un pueblo como el japonés, llega ahora la parienta y le suelta que, una noche, mientras dormía, viajó en un platillo volante triangular y llegó a Venus. A ver, vamos a ver, triangular y llegando a Venus, igual hay que decirle al bueno de Yukio que no haga uso del débito matrimonial mientras Miyuki duerme, que luego pasa lo que pasa y vienen las abducciones.
Con razón desvelaba ella después que el planeta de marras era un lugar muy hermoso y muy verde, claro, otras culturas llaman a eso orgasmo, pero son civilizaciones mucho más atrasadas que la de los líderes tecnológicos. La mujer, con sus sesenta y seis años a cuestas, igual ha tenido algún problemilla para reconocer o recordar ciertas sensaciones, y claro, lo fácil es echarle la culpa a algún selenita rijoso.
En fin, no sé yo si será mejor tener estos gobernantes que otros supuestamente más centrados, tipo cachitas de la tundra, conquistadores alpinos, cejitas seductoras o barbitas siseantes. Esperemos que la buena de Miyuki vuelva a ser abducida frecuentemente, aunque para ello el primer ministro nipón tenga que hacer horas extras, no sea que una noche ella despierte echando de menos el viaje astral y le emascule los adminículos viriles como en la película de Oshima.