Revista Cine

La vida de adèle: spaghettis a la francesa

Publicado el 21 octubre 2013 por Cintasperdidas @cintasperdidas

'La vida de Adèle'

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Extraordinaria e intensa. Natural y triste. Real y sincera. Emocionante y larga. Todos estos adjetivos y otros cuantos más podrían usarse para definir La vida de Adèle. Una narración lineal contada con tal pasión que suscita unos sentimientos únicos en el espectador. Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año, el director Abdellatif Kechiche sorprende gratamente en guión y trama y elevan las expectativas para su siguiente trabajo. La actriz Léa Seydoux coprotagoniza y completa un buen papel siempre eclipsado por el nuevo descubrimiento del cine francés: Adèle Exarchopoulos, una figura que empapa la pantalla de un remolino de sensaciones infinito.

Adèle, una adolescente, vive una vida normal hasta que conoce a Emma, una chica de pelo azul que cambia completamente su camino y su sexualidad. Mediante esta relación, Adèle crece, madura, se encuentra, se desencuentra, sufre, llora y aprende. Visualmente atractiva y con una imagen muy cuidada, la película, extensa donde las haya, muestra las mil caras de Adèle, insegura y precoz. Kechiche exprime a Exarchopoulos hasta la saciedad: la cámara retrata a la joven actriz hasta mostrar todas las expresiones y actitudes posibles.

El personaje de Adèle es seguramente uno de los personajes más trabajados y pensados de los últimos años en el panorama cinematográfico. De parte del guión, hecho por el director, el proceso creativo está estudiado hasta el más mínimo detalle. Es así como se puede ver a Adèle en su vida diaria con una naturalidad y un realismo asombroso por parte de Exarchopoulos, que lleva el peso de la cinta en todo momento. Desde las escenas en las que come (¡qué manera de comer spaghettis: fuerza y energía!) hasta los momentos de vida social o de sexo se pueden palpar los sentimientos más profundos que desprende Adèle a lo largo de toda la película.

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No se queda atrás Seydoux, quien pone las bases para que su compañera de reparto se luzca hasta en el más mínimo detalle. Ella es la fuerza moral de Adèle, quien ve como su vida cambia de estado de ánimo dependiendo de su relación con Emma, más grande de edad, más segura en su camino y más madura para afrontar los hechos. La simpleza de Adèle permite que sus rostros y su espíritu pasen de la tristeza a la alegría en cuestión de segundos.

La vida de Adèle es una pequeña obra de arte que muestra un trabajo excepcional por parte del trío director-actrices. Prueba de ello son las escenas de sexo, apasionadas y sentidas que evidencian el entendimiento de dos actrices que encajan a la perfección. Comprometidos con una película que identifica al espectador, que queda asombrado por un realismo plasmado en la emoción y el amor. Sin ningún lugar a dudas, Kechiche, Seydoux y especialmente Exarchopoulos quedarán marcados por un filme liberador. Esta historia lineal, que dura unos diez años en la ficción y unas tres horas dentro del cine, peca quizá de su duración, pero engancha y vuela por la intensidad que propaga en cada minuto de metraje.


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