Revista Cine
y Julen Alonso.
El crimen manda un año más
El pasado 2012 no ha sido un año excepcional en lo que a estrenos televisivos se refiere. Posiblemente sea más recordado por dos sonados fracasos que se anunciaron a bombo y platillo y que finalmente acabaron siendo estrenos a olvidar. En primer lugar nos referimos a la ya cancelada Terra Nova, la serie a la que Spielberg puso el nombre en el membrete y con ello debió chupar medio presupuesto en una apuesta sobre viajes en el tiempo y patéticos dinosaurios digitales, indignos del autor de Jurassic Park. La otra propuesta infausta es Revolution, otro estreno que nos acercaba a una premisa semejante a Mad Max 1 o The Postman y cuyo mayor vínculo con estas obras fue lo mediocre del resultado. Eso sí, a pesar de que su primera temporada haya sido recortada en un par de episodios -serán 20-, su renovación aún está en el aire.
Vamos, que con la excepción de Black Mirror, las ficciones seleccionadas por la redacción en esta edición del ranking son series entradas en años que sin duda ya han conseguido una consolidación importante. No obstante, antes de repasar nuestra lista es obligatorio mencionar las ausencias de este año. Homeland, tras una segunda temporada aceptable pero que sin duda refleja perfectamente los miedos que había tras finalizar su primer año, es una de ellas. En cambio, la desaparición de Dexter en cualquier ranking ya no es noticia después de tres años a la sombra. Por su parte, Fringe y The Walking Dead, a la espera aún de cerrar sus actuales temporadas, seguramente hubieran arañado alguna posición, aunque para ello ya tendremos tiempo para comentarlo a lo largo del 2013.
Descubre tras el salto cuáles son, a juicio de La Palomita Mecánica, las 10 mejores series que nos ha dejado 2012.
Las 10 mejores series de 2012
10. Juego de Tronos (temporada 2)
Como siempre, la segunda temporada es la prueba de fuego para cualquier serie, y a pesar de que Juego de Tronos se encuentra sustentada sobre una saga de calidad incuestionable por miles de lectores, había que comprobar si la cadena HBO era capaz de elevar el listón de espectacularidad que muchos reclamábamos desde la primera temporada. Obviamente, hay que ser conscientes de que aún la televisión no juega en la misma liga que el cine. No obstante, el episodio 2x09 Blackwater justificaba una primera mitad de temporada demasiado relajada logrando difuminar esa separación con la pantalla grande más que nunca.
Juego de Tronos es desde luego una serie exigente, y no por poseer un argumento enrevesado sino por la multitud de líneas argumentales que el libreto desarrolla cada temporada. Este año no podía ser menos –el viaje de Aria, el periplo del Matarreyes, La Guardia Negra, el duelo intelectual entre Varys y Meñique, el camino de Daenerys Targaryen al Trono de Hierro, la madurez de Robb Stark…- pero indudablemente han sido todas ensombrecidas ante la de Tyrion Lannister. Mientras que el pequeño embaucador no ha hecho más que sumar méritos para ser un personaje imborrable en nuestras retinas, Stannis Baratheon, el otro rol prometedor de la temporada, no ha sabido llegar las expectativas creadas con un Stephen Dillane demasiado templado como ya comentamos en el análisis. Sea como fuere, Juego de Tronos ha demostrado ser una apuesta segura y cuyos mejores momento están aún por llegar.
9. The Newsroom (Temporada 1)
La nueva serie de Aaron Sorkin (El Ala Oeste, La Red Social) está muy lejos de ser un producto perfecto, pero sus intenciones sí lo son y en un panorama donde el periodismo tiene que afrontar su época más oscura, que venga la cadena de televisión más prestigiosa -HBO- a enseñar al mundo como se deberían hacer las noticias es casi un acontecimiento de obligada visión.
A la primera temporada de The Newsroom se le puede achacar cierta manipulación sentimental, un exceso de tramas románticas o ese episodio surrealista e incómodo centrado en la muerte de Bin Laden, pero también una interpretación de Jeff Daniels de esas que redimensionan toda una carrera y lo más importante de todo: la marca Sorkin, ese ritmo imparable creado a base de diálogos en cascada y que es capaz de convertir a una serie que se ambienta entre las cuatro paredes de una redacción en una de las más divertidas de la parrilla.
8. Modern Family (temporadas 3 y 4)
Modern Family no es trascendental ni excesivamente brillante, pero durante sus casi cuatro años en antena ha demostrado ser la comedia en mejor forma de la parrilla. Con veteranas como The Office, 30 Rock y Cómo Conocí a Vuestra Madre dando sus últimos coletazos, la actualización de la sitcom más clásica que ofrece esta serie es el testigo generacional de Seinfeld, Friends y Ted y compañía. ¿La clave del éxito? Un reparto muchísimo más extenso que el de cualquier serie del estilo y encarnado por unos intérpretes en estado de gracia. Todos, hasta los más pequeños. Y eso no sucede todos los días
7. Inside Men (miniserie)
La última joya de la televisión británica tiene en su principal virtud su particular cruz, y es que Inside Men se parece demasiado a Breaking Bad. Las aventuras de este contable reconvertido a mente maestra del crimen son un calco de las vividas por Walter White, con la diferencia de que Inside Men tiene como epicentro un único atraco a gran escala y no una carrera en el mundo del narcotráfico.
¿El aliciente? Su estructura narrativa al más puro estilo Reservoir Dogs, ya que tras relatarnos el atraco y sus diversas y sangrientas consecuencias en el primer episodio, el resto de la miniserie alterna los santos en el tiempo hacia delante y hacia atrás para que seamos conscientes de todas las ramificaciones del plan, de quién está realmente en el ajo y qué va a pasar con un botín, por cierto, el más grande sustraído nunca en el Reino Unido. Delicatessen.
6. Justified (temporada 3)
Si durante el segundo año Justified conseguía volar a un nivel estratosférico gracias al duelo de clanes sureños, la tercera temporada ha sido igual de magnética pero por razones bien distintas. Robert Quarles, al igual que el Gyp Rosetti de Boardwalk Empire, ha sido un personaje cuyo mayor atractivo ha residido en su capacidad para dinamitar el argumento. Neal McDonough está sencillamente eléctrico en el papel consiguiendo dar forma a un sicario con aires de grandeza que ralla la descripción de psicópata de manual. Pero no solo Quarles ha brillado sobre el cielo de Harlam ya que este año también ha entrado con fuerza un nuevo fichaje, Ellstin Limehouse (Mykelti Williamson), que junto con el siempre sensacional Boyd Crowder nos ha regalado momentos magníficos.
¿Y qué decir de Raylan Givens? A falta del gran Vic Mackey (The Shield), Timothy Olyphant ha conseguido llenar el vacio que Michael Chiklis como el referente actual del thriller policíaco en televisión. Porque Justified, a pesar de sus tímidos inicios, a día de hoy se traduce como una de las fechas marcadas a fuego en el calendario para cualquier seriéfilo.
5. Louie (temporada 3)
La comedia siempre busca nuevas formas de sorprender por su necesidad de renovarse y adaptarse a la vorágine competitiva del mundo que nos asola. Un ejemplo claro fue la irrupción de Wilfred el año pasado o, por supuesto, la que nos compete ahora mismo, Louie, del canal de pago FX. Sin duda, la serie escrita, dirigida y protagonizada por este humorista neoyorquino no es una comedia al uso y ni mucho menos una sitcom corriente. Con Louie nunca sabes realmente a lo que atenerte ya que verdaderamente posee la misma cantidad de comedia que de drama. Sus breves episodios cuentan con la plena libertad que el monologuista y guionista Louis C.K. posee, siendo todos los elementos sacados de su cabeza calva pelirroja, lo cuál se nota posiblemente en una irregularidad que va desde unos episodios delirantemente magistrales hasta otros completamente demenciales.
No obstante, Louie es una sobresaliente comedia cuyo éxito radica en que la mayor parte del tiempo no intenta hacer gracia. Su dramatismo en ocasiones puede calar profundamente hasta dejar una sensación amarga que se compensa con las notas de humor que pone en cada actuación. Da igual lo fuerte que te golpee la vida ya que todo ello siempre puede ser material para usarlo en la tarima frente a tu público. Sea como fuere, Louie es una de las comedias del momento que lamentablemente no podremos volver a disfrutar hasta 2014 por expreso deseo del cómico para tener más tiempo en el que desarrollar todas sus facetas. Sin duda, merecerá la pena.
4. Boss (temporada 2)
Aquí encontramos la peor noticia del año en lo que a series se refiere, ya que la siempre despiadada guillotina de la cancelación hizo de nuevo acto en escena arrebatándonos una de las mejores series de la parrilla. Los datos de audiencia no eran ni mucho menos sostenibles para la cadena de cable Starz, la cuál en 2011, en un ejercicio de confianza y de apuesta por la calidad, renovó Boss incluso antes de estrenarse el piloto dirigido por Gus Vant Sant. Y aunque el final de la segunda temporada no supone un cierre definitivo (cosa que podían haber tenido en cuenta como en Roma de HBO), la sensación no resulta enteramente insatisfactoria al cerrar gran parte de sus tramas, por lo que cualquiera puede marcar Boss como serie pendiente de obligado visionado sin miedo a quedarse colgado.
Pero si por algo duele esta despedida de Chicago y de sus cargos electos es por perder de nuevo en la televisión norteamericana al gran Kelsey Grammer, al que ya muchos le tenemos en un altar por su inmortal Frasier. Grammer hace una interpretación soberbia dibujando posiblemente a uno de los personajes más viles que hayamos tenido el placer morboso de contemplar. Un personaje carente de escrúpulos y cuyo sadismo se justifica en su negación a caer derrocado. Sí, es cierto que Boss tiene un ritmo en ocasiones pausado y un argumento que raya la la tragedia griega, pero al igual que otras series de autor, Boss tiene su propio tono y su realismo es irrelevante una vez entras en la atmósfera endiablada de Tom Kane.
3. Boardwalk Empire (temporada 3)
La serie de la HBO dio la campanada definitiva el año pasado con una segunda temporada que fue una auténtica obra maestra y posiblemente una de las mejores entregas aisladas de la historia de la pequeña pantalla. Ya con su tercera temporada en nuestra memoria hemos podido atestiguar que estamos ante el principal rival de Breaking Bad a la hora de desbancar a The Wire como la serie más respetada y admirada de todos los tiempos. Obviamente, el vacío de Michael Pitt y de su perdido James Darmody ha sido uno de los mayores hándicaps que tenía que hacer frente la serie de Buscemi, además de vivir bajo la sombra de su segundo año. El resultado, como ya comentamos en el análisis, ha sido casi igual de magistral.
Nucky Thompson ya se ha dejado definitivamente de medias tintas a base de sangre y plomo para perdurar en el trono de Atlantic City. Pero si hay alguien que ha podido eclipsar la hegemonía de Buscemi ha sido Bobby Cannavale bajo la piel de Gyp Rosetti, un personaje todoterreno que ha puesto patas arriba todo el negocio. Cannavale ha hecho una labor sobresaliente consiguiendo junto con el resto del coro una temporada cargada de adrenalina y con un capitulo final que nos regala momentos maravillosos como la obra de arte del entrañable Harrow, la entrada en primera división de Al Capone y Lucciano o, por supuesto, el final de Rosetti.
2. Black Mirror (temporada 1)
Emitida por la cadena de televisión británica Channel 4 de la mano de Charlie Brooker, a quién ya conocíamos por la recomendable Dead Set, esta nueva propuesta compuesta por tres capítulos independientes nos traslada en cada uno de sus relatos a nuevos paradigmas relacionados en la forma en la que las nuevas tecnologías interfieren en nuestra vida diaria e impactan en nuestra naturaleza humana condicionando nuestro comportamiento. Black Mirror representa una obra de obligada visualización que intenta prevenirnos de una sociedad idiotizada, poco autosuficiente y con unos valores culturales y morales al borde del esperpento, y aunque pueda resultar paradójico que se critique a los medios de comunicación a través de uno de los más dañinos de todos, la televisión, al final el mensaje nos termina recordando que todo está en nuestras manos.
Y es que a pesar de contar con tres entregas de calidad impoluta, posiblemente muchos quedamos fascinados ante la maravillosa puesta en escena del segundo capítulo de la temporada. Un ejercicio fabuloso de imaginación que aporta su granito de arena al género llevando la propuesta orwelliana a su extremo más agobianete. Un episodio sencillamente cautivador con una sensibilidad única que sin duda merece un puesto de honor en el ranking televisivo de 2012.
1. Breaking Bad (temporada 5 - parte 1)
A pesar de que el pasado año tuvo que conformarse con la segunda posición, la serie fetiche de ésta página recupera su puesto habitual en nuestro ranking anual. Después de una cuarta temporada con un final de vértigo donde pudimos asistir al espectacular adiós del metódico Gus Fring –personaje inmortal ya en la televisión-, el mayor reto que tenía por delante Breaking Bad era partir de cero en su anunciada última temporada, dividida en dos partes. Evidentemente, hacer una valoración de la primera mitad en solitario resulta difícil ya que ha sido un terreno perfecto para allanar el camino ante lo que está por llegar. No obstante, Breaking Bad no acusa ningún signo de que vaya errar en el blanco ya que hasta la fecha su calidad creciente no ha titubeado ni un segundo a pesar de no contar con un peso pesado como Fring, al que obviamente el relato le hecha de menos pero cuya muerte -y la posterior de su mano derecha, Mike- otorga el auténtico protagonismo al verdadero villano de la temporada, Heisenberg.
Qué Walter White es un personaje magnífico no lo discute nadie, pero el recorrido que ha tenido durante estos años hasta convertirse en la persona que es hoy en día ha sido una sorpresa para todos y el auténtico éxito de la serie. Mr. White ha probado las mieles del éxito, un éxito al que estaba llamado por su intelecto pero al que ha terminado llegando por un sendero bien distinto. La vanidad siempre ha sido el pecado que ha conducido los pasos de White, y ahora ya ha cruzado una línea sobre la que Ícaro ya atestiguó al atravesar con sus alas ardientes la división que separa el cielo del sol. Heisenberg lo ha logrado, pero el precio se antoja demasiado alto y la caída promete ser legendaria.
El crimen manda un año más
El pasado 2012 no ha sido un año excepcional en lo que a estrenos televisivos se refiere. Posiblemente sea más recordado por dos sonados fracasos que se anunciaron a bombo y platillo y que finalmente acabaron siendo estrenos a olvidar. En primer lugar nos referimos a la ya cancelada Terra Nova, la serie a la que Spielberg puso el nombre en el membrete y con ello debió chupar medio presupuesto en una apuesta sobre viajes en el tiempo y patéticos dinosaurios digitales, indignos del autor de Jurassic Park. La otra propuesta infausta es Revolution, otro estreno que nos acercaba a una premisa semejante a Mad Max 1 o The Postman y cuyo mayor vínculo con estas obras fue lo mediocre del resultado. Eso sí, a pesar de que su primera temporada haya sido recortada en un par de episodios -serán 20-, su renovación aún está en el aire.
Vamos, que con la excepción de Black Mirror, las ficciones seleccionadas por la redacción en esta edición del ranking son series entradas en años que sin duda ya han conseguido una consolidación importante. No obstante, antes de repasar nuestra lista es obligatorio mencionar las ausencias de este año. Homeland, tras una segunda temporada aceptable pero que sin duda refleja perfectamente los miedos que había tras finalizar su primer año, es una de ellas. En cambio, la desaparición de Dexter en cualquier ranking ya no es noticia después de tres años a la sombra. Por su parte, Fringe y The Walking Dead, a la espera aún de cerrar sus actuales temporadas, seguramente hubieran arañado alguna posición, aunque para ello ya tendremos tiempo para comentarlo a lo largo del 2013.
Descubre tras el salto cuáles son, a juicio de La Palomita Mecánica, las 10 mejores series que nos ha dejado 2012.
Las 10 mejores series de 2012
10. Juego de Tronos (temporada 2)
Como siempre, la segunda temporada es la prueba de fuego para cualquier serie, y a pesar de que Juego de Tronos se encuentra sustentada sobre una saga de calidad incuestionable por miles de lectores, había que comprobar si la cadena HBO era capaz de elevar el listón de espectacularidad que muchos reclamábamos desde la primera temporada. Obviamente, hay que ser conscientes de que aún la televisión no juega en la misma liga que el cine. No obstante, el episodio 2x09 Blackwater justificaba una primera mitad de temporada demasiado relajada logrando difuminar esa separación con la pantalla grande más que nunca.
Juego de Tronos es desde luego una serie exigente, y no por poseer un argumento enrevesado sino por la multitud de líneas argumentales que el libreto desarrolla cada temporada. Este año no podía ser menos –el viaje de Aria, el periplo del Matarreyes, La Guardia Negra, el duelo intelectual entre Varys y Meñique, el camino de Daenerys Targaryen al Trono de Hierro, la madurez de Robb Stark…- pero indudablemente han sido todas ensombrecidas ante la de Tyrion Lannister. Mientras que el pequeño embaucador no ha hecho más que sumar méritos para ser un personaje imborrable en nuestras retinas, Stannis Baratheon, el otro rol prometedor de la temporada, no ha sabido llegar las expectativas creadas con un Stephen Dillane demasiado templado como ya comentamos en el análisis. Sea como fuere, Juego de Tronos ha demostrado ser una apuesta segura y cuyos mejores momento están aún por llegar.
9. The Newsroom (Temporada 1)
La nueva serie de Aaron Sorkin (El Ala Oeste, La Red Social) está muy lejos de ser un producto perfecto, pero sus intenciones sí lo son y en un panorama donde el periodismo tiene que afrontar su época más oscura, que venga la cadena de televisión más prestigiosa -HBO- a enseñar al mundo como se deberían hacer las noticias es casi un acontecimiento de obligada visión.
A la primera temporada de The Newsroom se le puede achacar cierta manipulación sentimental, un exceso de tramas románticas o ese episodio surrealista e incómodo centrado en la muerte de Bin Laden, pero también una interpretación de Jeff Daniels de esas que redimensionan toda una carrera y lo más importante de todo: la marca Sorkin, ese ritmo imparable creado a base de diálogos en cascada y que es capaz de convertir a una serie que se ambienta entre las cuatro paredes de una redacción en una de las más divertidas de la parrilla.
8. Modern Family (temporadas 3 y 4)
Modern Family no es trascendental ni excesivamente brillante, pero durante sus casi cuatro años en antena ha demostrado ser la comedia en mejor forma de la parrilla. Con veteranas como The Office, 30 Rock y Cómo Conocí a Vuestra Madre dando sus últimos coletazos, la actualización de la sitcom más clásica que ofrece esta serie es el testigo generacional de Seinfeld, Friends y Ted y compañía. ¿La clave del éxito? Un reparto muchísimo más extenso que el de cualquier serie del estilo y encarnado por unos intérpretes en estado de gracia. Todos, hasta los más pequeños. Y eso no sucede todos los días
7. Inside Men (miniserie)
La última joya de la televisión británica tiene en su principal virtud su particular cruz, y es que Inside Men se parece demasiado a Breaking Bad. Las aventuras de este contable reconvertido a mente maestra del crimen son un calco de las vividas por Walter White, con la diferencia de que Inside Men tiene como epicentro un único atraco a gran escala y no una carrera en el mundo del narcotráfico.
¿El aliciente? Su estructura narrativa al más puro estilo Reservoir Dogs, ya que tras relatarnos el atraco y sus diversas y sangrientas consecuencias en el primer episodio, el resto de la miniserie alterna los santos en el tiempo hacia delante y hacia atrás para que seamos conscientes de todas las ramificaciones del plan, de quién está realmente en el ajo y qué va a pasar con un botín, por cierto, el más grande sustraído nunca en el Reino Unido. Delicatessen.
6. Justified (temporada 3)
Si durante el segundo año Justified conseguía volar a un nivel estratosférico gracias al duelo de clanes sureños, la tercera temporada ha sido igual de magnética pero por razones bien distintas. Robert Quarles, al igual que el Gyp Rosetti de Boardwalk Empire, ha sido un personaje cuyo mayor atractivo ha residido en su capacidad para dinamitar el argumento. Neal McDonough está sencillamente eléctrico en el papel consiguiendo dar forma a un sicario con aires de grandeza que ralla la descripción de psicópata de manual. Pero no solo Quarles ha brillado sobre el cielo de Harlam ya que este año también ha entrado con fuerza un nuevo fichaje, Ellstin Limehouse (Mykelti Williamson), que junto con el siempre sensacional Boyd Crowder nos ha regalado momentos magníficos.
¿Y qué decir de Raylan Givens? A falta del gran Vic Mackey (The Shield), Timothy Olyphant ha conseguido llenar el vacio que Michael Chiklis como el referente actual del thriller policíaco en televisión. Porque Justified, a pesar de sus tímidos inicios, a día de hoy se traduce como una de las fechas marcadas a fuego en el calendario para cualquier seriéfilo.
5. Louie (temporada 3)
La comedia siempre busca nuevas formas de sorprender por su necesidad de renovarse y adaptarse a la vorágine competitiva del mundo que nos asola. Un ejemplo claro fue la irrupción de Wilfred el año pasado o, por supuesto, la que nos compete ahora mismo, Louie, del canal de pago FX. Sin duda, la serie escrita, dirigida y protagonizada por este humorista neoyorquino no es una comedia al uso y ni mucho menos una sitcom corriente. Con Louie nunca sabes realmente a lo que atenerte ya que verdaderamente posee la misma cantidad de comedia que de drama. Sus breves episodios cuentan con la plena libertad que el monologuista y guionista Louis C.K. posee, siendo todos los elementos sacados de su cabeza calva pelirroja, lo cuál se nota posiblemente en una irregularidad que va desde unos episodios delirantemente magistrales hasta otros completamente demenciales.
No obstante, Louie es una sobresaliente comedia cuyo éxito radica en que la mayor parte del tiempo no intenta hacer gracia. Su dramatismo en ocasiones puede calar profundamente hasta dejar una sensación amarga que se compensa con las notas de humor que pone en cada actuación. Da igual lo fuerte que te golpee la vida ya que todo ello siempre puede ser material para usarlo en la tarima frente a tu público. Sea como fuere, Louie es una de las comedias del momento que lamentablemente no podremos volver a disfrutar hasta 2014 por expreso deseo del cómico para tener más tiempo en el que desarrollar todas sus facetas. Sin duda, merecerá la pena.
4. Boss (temporada 2)
Aquí encontramos la peor noticia del año en lo que a series se refiere, ya que la siempre despiadada guillotina de la cancelación hizo de nuevo acto en escena arrebatándonos una de las mejores series de la parrilla. Los datos de audiencia no eran ni mucho menos sostenibles para la cadena de cable Starz, la cuál en 2011, en un ejercicio de confianza y de apuesta por la calidad, renovó Boss incluso antes de estrenarse el piloto dirigido por Gus Vant Sant. Y aunque el final de la segunda temporada no supone un cierre definitivo (cosa que podían haber tenido en cuenta como en Roma de HBO), la sensación no resulta enteramente insatisfactoria al cerrar gran parte de sus tramas, por lo que cualquiera puede marcar Boss como serie pendiente de obligado visionado sin miedo a quedarse colgado.
Pero si por algo duele esta despedida de Chicago y de sus cargos electos es por perder de nuevo en la televisión norteamericana al gran Kelsey Grammer, al que ya muchos le tenemos en un altar por su inmortal Frasier. Grammer hace una interpretación soberbia dibujando posiblemente a uno de los personajes más viles que hayamos tenido el placer morboso de contemplar. Un personaje carente de escrúpulos y cuyo sadismo se justifica en su negación a caer derrocado. Sí, es cierto que Boss tiene un ritmo en ocasiones pausado y un argumento que raya la la tragedia griega, pero al igual que otras series de autor, Boss tiene su propio tono y su realismo es irrelevante una vez entras en la atmósfera endiablada de Tom Kane.
3. Boardwalk Empire (temporada 3)
La serie de la HBO dio la campanada definitiva el año pasado con una segunda temporada que fue una auténtica obra maestra y posiblemente una de las mejores entregas aisladas de la historia de la pequeña pantalla. Ya con su tercera temporada en nuestra memoria hemos podido atestiguar que estamos ante el principal rival de Breaking Bad a la hora de desbancar a The Wire como la serie más respetada y admirada de todos los tiempos. Obviamente, el vacío de Michael Pitt y de su perdido James Darmody ha sido uno de los mayores hándicaps que tenía que hacer frente la serie de Buscemi, además de vivir bajo la sombra de su segundo año. El resultado, como ya comentamos en el análisis, ha sido casi igual de magistral.
Nucky Thompson ya se ha dejado definitivamente de medias tintas a base de sangre y plomo para perdurar en el trono de Atlantic City. Pero si hay alguien que ha podido eclipsar la hegemonía de Buscemi ha sido Bobby Cannavale bajo la piel de Gyp Rosetti, un personaje todoterreno que ha puesto patas arriba todo el negocio. Cannavale ha hecho una labor sobresaliente consiguiendo junto con el resto del coro una temporada cargada de adrenalina y con un capitulo final que nos regala momentos maravillosos como la obra de arte del entrañable Harrow, la entrada en primera división de Al Capone y Lucciano o, por supuesto, el final de Rosetti.
2. Black Mirror (temporada 1)
Emitida por la cadena de televisión británica Channel 4 de la mano de Charlie Brooker, a quién ya conocíamos por la recomendable Dead Set, esta nueva propuesta compuesta por tres capítulos independientes nos traslada en cada uno de sus relatos a nuevos paradigmas relacionados en la forma en la que las nuevas tecnologías interfieren en nuestra vida diaria e impactan en nuestra naturaleza humana condicionando nuestro comportamiento. Black Mirror representa una obra de obligada visualización que intenta prevenirnos de una sociedad idiotizada, poco autosuficiente y con unos valores culturales y morales al borde del esperpento, y aunque pueda resultar paradójico que se critique a los medios de comunicación a través de uno de los más dañinos de todos, la televisión, al final el mensaje nos termina recordando que todo está en nuestras manos.
Y es que a pesar de contar con tres entregas de calidad impoluta, posiblemente muchos quedamos fascinados ante la maravillosa puesta en escena del segundo capítulo de la temporada. Un ejercicio fabuloso de imaginación que aporta su granito de arena al género llevando la propuesta orwelliana a su extremo más agobianete. Un episodio sencillamente cautivador con una sensibilidad única que sin duda merece un puesto de honor en el ranking televisivo de 2012.
1. Breaking Bad (temporada 5 - parte 1)
A pesar de que el pasado año tuvo que conformarse con la segunda posición, la serie fetiche de ésta página recupera su puesto habitual en nuestro ranking anual. Después de una cuarta temporada con un final de vértigo donde pudimos asistir al espectacular adiós del metódico Gus Fring –personaje inmortal ya en la televisión-, el mayor reto que tenía por delante Breaking Bad era partir de cero en su anunciada última temporada, dividida en dos partes. Evidentemente, hacer una valoración de la primera mitad en solitario resulta difícil ya que ha sido un terreno perfecto para allanar el camino ante lo que está por llegar. No obstante, Breaking Bad no acusa ningún signo de que vaya errar en el blanco ya que hasta la fecha su calidad creciente no ha titubeado ni un segundo a pesar de no contar con un peso pesado como Fring, al que obviamente el relato le hecha de menos pero cuya muerte -y la posterior de su mano derecha, Mike- otorga el auténtico protagonismo al verdadero villano de la temporada, Heisenberg.
Qué Walter White es un personaje magnífico no lo discute nadie, pero el recorrido que ha tenido durante estos años hasta convertirse en la persona que es hoy en día ha sido una sorpresa para todos y el auténtico éxito de la serie. Mr. White ha probado las mieles del éxito, un éxito al que estaba llamado por su intelecto pero al que ha terminado llegando por un sendero bien distinto. La vanidad siempre ha sido el pecado que ha conducido los pasos de White, y ahora ya ha cruzado una línea sobre la que Ícaro ya atestiguó al atravesar con sus alas ardientes la división que separa el cielo del sol. Heisenberg lo ha logrado, pero el precio se antoja demasiado alto y la caída promete ser legendaria.