TEMA DE LA OBRA
“Las señoritas de Avignon”, considerada por muchos críticos como el comienzo del cubismo, es para la mayoría el punto de partida de este movimiento que, con unas leyes muy estrictas sobre la no representación de la perspectiva lineal, se haría esperar unos pocos años más.
El cuadro que podría llamarse “Las señoritas de la calle Avinyó” hace referencia a las prostitutas que estaban en un burdel situado en dicha calle barcelonesa, donde al parecer no era difícil encontrar al joven Picasso que por entonces formaba parte del grupo de “Els cuatre gats”. Por el tema se puede relacionar con Tolouse Lautrec, Bonnard o Matisse, pero estética y visualmente su pintura está muy apartada de la de éstos.
EL ANÁLISIS FORMAL
Formalmente el cuadro está dividido de manera clara en tres franjas organizadas verticalmente. La parte central es la más “clásica” en cuanto al aspecto, sin embargo se percibe ya en estas dos figuras una compartimentación de sus cuerpos, pese a esto existen referencias a la pintura tradicional de desnudos con especial similitud con las “majas” de Goya, incluso en su posición pues aunque parecen de pie están tumbadas como indica su postura con los brazos tras la cabeza.
En estas dos figuras se observa un principio importante de lo que luego sería la pintura cubista, el diferente punto de vista con que se ven partes de una misma obra. De la misma manera que los egipcios utilizaban una ley de frontalidad en la que las figuras aparecían con el rostro de perfil y el torso de frente, Picasso sitúa a estas dos figuras como si se vieran desde arriba, ya que así son mucho más reconocibles que viéndolas desde su mismo plano horizontal. En esta franja los colores son más clásicos, menos fuertes (entre blancos y celestes), y el tono de las dos muchachas es más amable en relación con el de las otras tres.
Pero a diferencia de lo que puede parecer en un primer momento, ya que están en el centro, lo más importante del cuadro no está en estas figuras, pues las líneas quebradas que pueblan el lienzo nos hacen llevar la mirada fuera del cuadro. Si queremos mirar el cuadro debemos regresar al lienzo una y otra vez ya que la obra nos lleva fuera de sus
límites.
Comentarios de obras de arte Las señoritas de Avignon de Pablo Ruíz Picasso
Óleo sobre lienzo, 244 x 233 cm
Museum of Modern Art. New York.
1907.
TEMA DE LA OBRA
Las líneas de composición son siempre oblicuas, dando un gran dinamismo a la obra, incluso algunas de estas líneas nos llevan a la naturaleza muerta de la parte baja del cuadro, detalle que aunque parezca anecdótico, no lo es tanto, como veremos posteriormente.
Las otras dos franjas del cuadro están pintadas sobre otras figuras ya realizadas anteriormente por Picasso. Estas figuras tenían estéticamente un aspecto parecido a las figuras del centro (una de ellas era de un marinero que aparecía tras una cortina y que entraba en el prostíbulo), sin embargo Picasso decidió cambiar tanto estas figuras como el tratamiento estético. La mujer que está a la izquierda corriendo una cortina de color rojo cálido aparece con su rostro de perfil de color más oscuro que el resto del cuerpo, que a su vez es más rojizo que los cuerpos de las mujeres que hay en el centro. El color y la forma del rostro de esta figura lateral hay que relacionarlos con la influencia que recibió Picasso poco tiempo antes en un viaje por Cataluña, y por las pequeñas figuritas religiosas del Románico que supusieron para el pintor una nueva visión del arte, suponiendo un primer paso en su decantamiento por otro tipo de estética en vez de la naturalista.
La franja de la derecha es algo más compleja en su interpretación desde el punto de vista de la pintura de corte más tradicional, y posiblemente por ello es más importante para la comprensión del cuadro. En esta parte aparecen dos figuras con unos rostros extraños directamente influenciados por las máscaras que Picasso pudo ver en el Museo etnográfico de París, el entonces Museo del Trocadero, actualmente Museo del Hombre.
Estas máscaras, venidas de Costa de Marfil o Congo, llegaron por primera vez a occidente a principios de siglo traídas por antropólogos y supusieron para los artistas de La vanguardia parisina un descubrimiento tal que revolucionó para siempre la Historia del Arte. No sólo Picasso sino que muchísimos artistas, como Matisse, Brancusi, Braque o Derain entre otros, se vieron impresionados por la frescura y la fuerza de estas obras de arte africano.
La concepción geométrica de los espacios que se disolvían en planos para configurar conjuntos de gran sencillez, pero con una gran claridad a la hora de mostrar con el mínimo de rasgos rostros con identidad propia, fue lo que las hizo tan interesantes para Picasso y sus contemporáneos. Así que Picasso decidió cambiar las figuras de la derecha por las mujeres con rostros como máscaras, que llegan a un nivel de expresividad mucho mayor que el de las otras figuras.
Las máscaras son representaciones de rostros, Picasso no quiso hacer mujeres escondidas tras máscaras, sino rostros de mujeres de una mayor expresividad, con un nuevo planteamientoestético. De esas dos máscaras una, la de abajo, tiene mayor abstracción; mientras que la de arriba todavía tiene referencias perspectivas, la de abajo, que pertenece a una figura mucho más radical, ya es plana e inicia lo que se llama “respeto al lienzo”, el respeto a las dos dimensiones sin que aparezca la tercera, la profundidad, que desde el Renacimiento ha sido el fundamento de la pintura occidental.
Así se inicia el desaprendizaje, casi diríamos el “olvido” de toda la tradición pictórica tradicional desde el siglo XV, y el invento de la perspectiva matemática. Olvido que es un punto de partida esencial para la comprensión de toda la pintura del siglo XX. Algunos críticos han afirmado que el rostro de la figura de la izquierda también viene del descubrimiento del arte africano, sin embargo no parece que tenga este sentido ya que en realidad no tiene ninguna similitud con las máscaras rituales del continente negro.
Las figuras de las derecha son aún más fragmentadas, incluso hay una descompensación entre distintas partes del cuerpo, con gran diferencia de formas y tamaños, algo que Llegará a su máxima expresión en el cubismo de años posteriores. Por ejemplo, la figura de abajo está sentada de espaldas mientras que su máscara nos mira, su brazo es desmesurado en comparación con su torso, dando un gran paso hacia la libertad de formas en la pintura.
El pequeño bodegón de la parte más baja del cuadro tiene importancia no sólo en la composición, sino también en la simbología del cuadro. El bodegón recoge muchas de las líneas oblicuas de composición, es difícil imaginarse el cuadro sin él ya que quedarían las figuras agitadas y descompuestas. El bodegón es el símbolo de unión entre lo viejo y lo nuevo, entre la tradición del bodegón español del siglo de Oro y Cézanne, su maestro y punto de partida de la pintura del siglo XX. Y es precisamente esto lo que representa este cuadro la transición de la pintura de Picasso desde unos planteamientos naturalistas a la verdadera pintura, con respeto por la superficie que se pinta que no ha de desaparecer como se afirmaba desde el Renacimiento.
Por eso Picasso nos lleva en un movimiento curvo desde los rostros centrales a los laterales en orden de audacia estética, iniciándolo en la mujer de sólo un brazo tras la cabeza y finalizándolo en la muchacha de espaldas con la máscara africana. Éste es el motivo por el cual el cuadro nos lleva hacia afuera, hacia las partes más radicales figurativamente hablando, porque es hacia allá hacia donde se dirigía su pintura y el arte del siglo XX.
EL AUTOR Y SU ÉPOCA
Pablo Ruiz Picasso, posiblemente el artista más influyente de todo el siglo XX, nació en Málaga en 1881, hijo de un profesor de dibujo, demostró desde niño un talento impresionante como pintor y dibujante. Desde Barcelona (donde se inició en la pintura) se desplazó a París definitivamente en 1904 donde contactó con los postimpresionistas y los fauvistas, y donde desarrolló los periodos “azul” y “rosa”. Hacia el año 1907, y tras realizar “Las señoritas de Avignon”, inicia su colaboración con Braque de la que surge (partiendo de las enseñanzas de Cézanne) el cubismo entre los años 1908 y 1914. A partir de este momento Picasso mantiene contacto con todos los movimientos artísticos de la primera parte del siglo, ocupando un importante lugar entre los surrealistas, pero con vueltas al clasicismo en ciertas épocas de su vida. Al residir siempre en Francia (tras la guerra no volvería nunca a España), este país lo ha reivindicado como pintor francés, sin embargo los temas utilizados y sus declaraciones siempre lo situaron al final de la tradición de grandes pintores españoles como Velázquez (con su serie sobre “Las Meninas”) o Goya. Es durante esos años cuando realiza el “Guernica” uno de los iconos de la cultura del siglo XX, alegato impresionante contra la guerra y la muerte de los inocentes. En su larga vejez Picasso fue incluso más infatigable en su producción que durante su juventud, proyectando su sombra sobre todo el arte realizado durante el siglo XX, también tras su muerte en Mougins en 1973.
EL CONTEXTO HISTÓRICO
El cuadro, realizado en 1907, permaneció varios años en el estudio del pintor, sin que fuera dado a conocer al público, y sólo fue mostrado a amigos y a algunos críticos. Picasso tenía miedo de que su obra no fuera entendida, y en cierto modo así fue ya que algunas de las personas que la vieron mostraron su desagrado. Fue Apollinaire, uno de los amigos que vieron la obra en el estudio del pintor, el que dio ánimos a Picasso y a Braque para que continuaran con sus estudios sobre esta nueva forma de representación pictórica, la que se convirtió unos años después en el cubismo. Por esto mismo no parece razonable decir que “Las señoritas de Avignon” sea el primer cuadro cubista, porque no es un cuadro cubista, ya que existen un gran número de referencias que no
sólo no tienen nada que ver con el cubismo, sino que son esenciales para su comprensión datos de la pintura anterior. Lo que sí debe hacerse es ponerlo como punto de partida, como inicio a unas investigaciones pictóricas que luego desarrollarían el cubismo en las estancias de Picasso y Braque en Horta de Ebro y L’Estaque respectivamente. En definitiva el punto de partida de los grandes cambios de la pintura del siglo XX.