Foto por: Ángel Raúl Ravelo Rodríguez
Aprovecho la oportunidad que me brinda mi buen amigo Néstor Tazueco en PolskaViva para informar a los lectores que Libertad de Expresión Internacional (LEI), una organización no gubernamental compuesta por periodistas y personas preocupadas por los derechos humanos y la libertad de expresión y prensa en el mundo, con sede en Rabat, celebró recientemente en la capital marroquí su primera conferencia bajo el nombre “La protección de los periodistas en tiempo de revolución”. El evento fue un acto de presentación en sociedad de este colectivo, que fue fundado en Rabat por tres periodistas de España, Marruecos y Colombia: David Alvarado, Karim Douichi y Alberto Abello. Acudimos profesionales de tres continentes: Europa, África y América. Yo viajé a Rabat, una ciudad donde he vivido cuatro años, los más apasionantes de mi larga trayectoria profesional, como representante de LEI en Varsovia. Desde la capital polaca mi cometido será hacer un seguimiento de la situación de la libertad de palabra y prensa en la antigua Europa comunista y Rusia, denunciar las violaciones de estos derechos fundamentales y contactar con periodistas de diversos países de la zona preocupados por la situación de los medios y el futuro de nuestra castigada profesión. El objetivo de LEI, que agrupa en su seno a una mayoría de periodistas hispanófonos y lusófonos, como señala el manifiesto fundacional es “la defensa y la promoción de la libertad de expresión, tal como ésta es reconocida en la Declaración Universal de Derechos del Hombre, de una forma neutra e imparcial, a través de la implementación de misiones de investigación sobre el terreno, acciones de sensibilización, la interpelación directa a autoridades y gobiernos, así como la formación de periodistas en todas las latitudes del globo”. “Más allá de las fronteras de Túnez, Egipto, Libia –destaca el manifiesto- o, más recientemente y de forma harto flagrante, en Siria, también se pondrá el acento en los efectos nefastos de las revueltas árabes para la prensa en otras partes del mundo, como ocurre en África y Asia lusófonas, en Rusia y Europa del Este. Además, como se observa en los casos español, venezolano y colombiano, los periodistas deben enfrentarse a retos y desafíos adaptados a unas nuevas realidades, muy marcadas por la crisis económica, tics autoritarios y problemas estructurales de fondo de sus respectivos estados”.
Primeros contactos
LEI inició en Rabat una primera ronda de contactos con representantes de diversas instituciones marroquíes y extranjeras con el objetivo de explicar los ejes de su estrategia defensora de los derechos humanos y la libertad de expresión y de prensa en el mundo. Encabezada por su presidente, Karim Douichi; sus dos vicepresidentes, Javier Fernández Arribas y Alberto Abello; y su secretario general, David Alvarado, la delegación de LEI mantuvo un encuentro con el embajador de la Unión Europea (UE) en Rabat, Eneko Landaburu, quien expresó la disposición del organismo que representa a prestar apoyo y cooperación material y moral a los colectivos que defienden la libertad de expresión y prensa y denuncian los atropellos a los que son sometidos en muchos lugares del planeta los periodistas. Nuestra organización también recibió el apoyo del embajador de España en Marruecos, Alberto Navarro. El diplomático celebró la apertura de LEI a los periodistas hispanófonos y lusófonos y su afán por estrechar lazos de colaboración profesional y formación entre los trabajadores de la información de los países desarrollados y los países en vías de desarrollo y emergentes. En esta línea, el encuentro que mantuvo la delegación de LEI con la embajada de Brasil en Rabat fue también de sumo interés. Además, LEI se reunió con el director general de la Alta Autoridad de la Comunicación Audiovisual de Marruecos, Nawfel Raghay, para conocer de cerca el cometido de este organismo público, y explicar con detalle la actividad de nuestra asociación a corto y medio plazo. En la entrevista que nuestra asociación mantuvo con el ministro delegado de Asuntos Exteriores del Reino de Marruecos, Youssef Amrani, nuestro presidente, Karim Douichi, expresó la preocupación de LEI por la prohibición de distribución de varios medios impresos, como el diario El País, en territorio marroquí por parte del Ministerio de Comunicación. Por su parte, Javier Fernández Arribas lamentó que la crisis económica que golpea a España y Europa, además de destruir miles de puestos de trabajo en los medios, actúe como un instrumento que empeora la calidad de la información y resta credibilidad a los periodistas. LEI también llevó a cabo una reunión con la presidenta de la histórica Organización Marroquí de Derechos Humanos (OMDH), Amina Bouayach. En este encuentro ambas partes se comprometieron a colaborar en la defensa de los derechos humanos. En este sentido, la OMDH se comprometió a dar todo su apoyo al pueblo sirio víctima de la barbarie de una dictadura criminal y dar a conocer la situación del periodista sirio y miembro de LEI Mohamed Zaid Mastou, que tras haber sufrido encarcelamiento, la detención de su padre y su hermano y la destrucción de su casa familiar en Damasco, se ha tenido que refugiar, como muchos de sus compatriotas, en Amman, la capital de Jordania.
Europa central y oriental
En la presentación de LEI en la capital marroquí, a mí me tocó la tarea de informar sobre la situación de la libertad de expresión y prensa en la antigua Europa del ‘socialismo real’ y Rusia. Me centré exclusivamente en los países ex comunistas que están integrados en la Unión Europea (UE). En mi intervención recalqué que los cambios políticos vividos en esta parte del Viejo Continente a partir de 1989, con la caída del Muro de Berlín, repercutieron positivamente en todos los países poscomunistas. Durante el ‘socialismo real’ la prensa, la radio y la televisión eran meros órganos de propaganda del poder comunista, con algunas honrosas excepciones. El Estado ejercía el monopolio de la información, aunque con la crisis del sistema fueron surgiendo espacios de libertad y órganos de prensa clandestinos o tolerados en ciertos países. En Polonia, el primer ejemplar de un diario independiente y legal, Gazeta Wyborcza, se pudo adquirir en los quioscos el 8 de mayo de 1989. Al caer el ‘socialismo real’ fueron apareciendo diarios, semanarios y revistas de todo tipo, llegaron las empresas extranjeras para invertir en la comunicación, y las radios y televisiones privadas ocupan hoy un espacio importante en toda la región y se parecen a las de Europa occidental. “Los medios ya no sufren censura, pero algunos gobiernos intentan controlar la televisión pública y la prensa suele ser bastante conservadora. Además, muchos periodistas jóvenes sufren malas condiciones de trabajo y bajos sueldos”, me comentó en Varsovia el periodista polaco Marcin Szymaniak. El periodista rumano Luca Niculescu me dijo que en Rumanía “ hay decenas de periódicos, radios y televisiones”. Sin embargo, el Senado votó una ley “inquietante”, en palabras de Niculescu, porque obliga a radios y televisiones a dar el mismo peso en sus programas informativos a las noticias positivas y negativas.
En los últimos años, colectivos como ‘Freddom House’ han denunciado ataques a la libertad de prensa en países como Croacia, Serbia, Bulgaria y la República Checa y la existencia de “fuertes lazos” entre el poder político y los medios públicos. En Eslovaquia, después de separarse de Chequia, en 1993, la radio privada Twist tuvo que enfrentarse al autoritarismo del entonces primer ministro conservador, Vladimir Meciar. El periodista rumano Luca Niculescu cree que el problema es que “los medios están en manos de grandes grupos económicos como Media Pro y Realitatea en Rumanía, e intentan presionar al poder político”. Dos países de Europa del Este, Polonia y Bulgaria, no figuran entre los Estados mejor situados. Bulgaria ha bajado del puesto 70 al puesto 80 en el ranking mundial de la libertad de los medios de comunicación, según Reporteros sin Fronteras (RSF). El problema más grave de los medios en Bulgaria es la presión política sistemáticamente ejercida sobre ellos y la dependencia económica, así como la falta de transparencia en cuanto a la propiedad de los medios. La crisis económica ha agudizado el problema, afirma Kamelia Ivanova, secretaria general de la Asociación de Periodistas Europeos en Bulgaria. La situación es tan grave en Bulgaria que, según Georgi Lozanov, presidente del Consejo de Medios de Comunicación Electrónicos, “la libertad de expresión en Bulgaria no responde a los estándares democráticos de un país miembro de la Unión Europea”. RSF denuncia los asesinatos y agresiones físicas por parte de grupos mafiosos pero también presiones políticas del poder contra periodistas búlgaros y la penalización de los delitos de prensa en Polonia. Hay temas tabúes en los medios; por ejemplo, el tema de las minorías nacionales. La problemática de los alemanes expulsados de Checoslovaquia y Polonia después de la II Guerra Mundial, los húngaros en la zona sur de Eslovaquia o en la Transilvania rumana, los gitanos y la minoría turca en Bulgaria o los católicos y musulmanes en algunos países de los Balcanes son temas casi imposibles de tratar en los medios de la región. En Polonia, como ocurre en muchos países europeos, la concentración de empresas de comunicación, la crisis, que ha dejado a numerosos periodistas sin trabajo, y el control que intentan ejercer sobre los medios públicos y privados el poder político y los grupos económicos hacen más difícil la labor de los informadores y limitan la pluralidad, a la vez que restan credibilidad a la prensa, la radio y la televisión.
Laboratorio húngaro
En este contexto, hay que decir que Hungría es un laboratorio de lo que podría ocurrir en otros países europeos en los próximos años. El Gobierno conservador de Viktor Orban, que tiene mayoría absoluta en el Parlamento y controla buena parte de las instituciones políticas del país, y cuenta con una Constitución de corte autoritario a su favor, ha aprobado leyes que alejan al Estado magiar de los parámetros democráticos de la UE. La involución política de Hungría inquieta a sus socios comunitarios y a una parte de la sociedad húngara. Bruselas ha presionado a Budapest para que retirara o al menos suavizara el contenido de algunas leyes, como la controvertida ley de medios, que legaliza el control del Estado sobre los medios y limita el ejercicio de la profesión periodística. En 2011, el informe que emitió la ONG ‘Freedom House’ sobre la libertad de prensa en el mundo fue severo con Hungría. Según explicó el director de esta organización norteamericana, David Kramer, Hungría ha retrocedió siete puntos respecto al año 2009, y se situó en el puesto número 30, que incluye a países con un nivel de “prensa parcialmente libre”. En la UE, Italia, Bulgaria y Rumanía están en el mismo grupo. ‘Freedom House’ lamenta que el “gobierno conservador de Orban haya hecho votar por el Parlamento una ley restrictiva que permite la vigilancia sobre los medios de comunicación y los medios públicos”.
Esta ley de medios fue aprobada por el Parlamento, según Orban, para “racionalizar” el sector. La oposición denunció con preocupación lo que califica de “ley mordaza” porque, a su juicio, pretende controlar a los medios. Organizaciones como el International Press Institute (IPI) y su filial South Europe Media Organisation (SEEMO), Freedom House, la Federación Europea de Periodistas (FEP) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) también han criticado la legislación húngara, que prevé sanciones económicas de hasta 730.000 euros para los grupos multimedia, los periódicos y portales de Internet que no ofrezcan “una cobertura equilibrada”, no respeten cuestiones como “la institución del matrimonio y la familia” y atenten contra “el interés público, el orden público y la moral”. La ley otorga al Estado –a través de la Autoridad Nacional de Medios de Comunicación (NMHH) en manos del Gobierno- la vigilancia de los medios para que no puedan “injuriar” a entidades como las “naciones” y “la Iglesia”. Además, estipula que los periodistas de investigación tendrán que revelar sus fuentes y contempla la supresión de las redacciones en los medios públicos y su sustitución por un ente de noticias centralizado y dependiente de la agencia estatal MTI. Ante el enorme descontento social en Hungría y las presiones de Bruselas, Orban ha tenido que retroceder tácticamente y ha modificado algunos aspectos de la ley sobre medios, pero sin alterar su naturaleza autoritaria. Aunque el Tribunal Constitucional húngaro calificó de “liberticida” la ley, ésta sigue vigente y pende como una espada de Damocles sobre la cabeza de muchos periodistas. Tanto es así, que el Gobierno de Orban clausuró recientemente Klub Radio, la única emisora de oposición del país. Para acabar quisiera destacar que mucho más grave es la situación en Rusia, donde el poder autoritario con oropeles parlamentarios controla la gran mayoría de los medios, y los pocos que resisten, como el periódico Novaïa Gazeta y la emisora El Eco de Moscú se enfrentan a problemas de todo tipo: juicios, presiones, asfixia económica, registros y detenciones, condenas y asesinatos de periodistas… Más de 300 periodistas han sido asesinados en la Federación Rusa desde 1993. El atentado mortal contra Anna Politkovskaïa, en octubre de 2006, demostró que en Rusia es peligroso querer ser un periodista honesto e independiente de los grandes poderes. Como ya he dicho, mucho me temo que lo que pasa en Rusia y Hungría en estos momentos, si los ciudadanos no lo remediamos, en un futuro no muy lejano podría convertirse en triste realidad en el resto de Europa.
Paco Soto