Revista Cine

Lo mejor (II): 1990-1999

Publicado el 20 mayo 2013 por Juanjo85

Seguimos con el repaso a lo mejor de la historia del cine con lo mejor que, a mi parecer, dio este arte en la década de los 90. Espero que os guste y, como siempre, podremos coincidir o no, ya que el tema de las listas es algo intrínseca y extraordinariamente personal.
  • La caja de música (Musix box, Costa-Gavras, 1990): descubrir que tu padre es un asesino nazi es el punto de partida de este drama judicial con trasfondo de denuncia social, asunto que el veterano cineasta griego-francés ha tenido siempre en el punto de mira en su filmografía- Desaparecido (Missing,1982) o las más recientes e impactantes Amen (2002) o  El capital (2012)-. Su propuesta es fascinante y su reflexión moral todavía mejor. Escrita por Joe Esterzhas antes de írsele la olla y empezar a escribir cosas como Instinto básico (Basic instinct, Paul Verhoeven 1992).

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Music box


  • Desafío total (Total recall, Paul Verhoeven, 1990): cineasta algo revolucionario este holandés Paul Verhoeven. Revolucionó el thriller de ciencia-ficción con esta original y ciertamente impresionante cinta (eso sí, hecha a medida de Schwarzenegger, pero eso es lo de menos) y lanzando definitivamente al estrellato a Sharon Stone, preparándola para convertirla en icono sexual de la década con la morbosa pero personalmente poco más Instinto básico, thriller erótico, un boom en taquilla que también revolucionó y puso de moda este subgénero criminal- luego llegarían Linda Fiorentino con la interesante La última seducción (The last seduction, John Dahl, 1994) y Jade(William Friedkin, 1995) y la propia Stone con El especialista-. Todo el mundo reconoce la original musiquilla de los créditos iniciales de Desafío total (la del fútbol del Plus de toda la vida), compuesta por Jerry Goldsmith, y eso le hace a uno/a querer ver más. Su diseño de producción y fotografía son realmente impresionantes, además de, en conjunto, resultar bastante imaginativa y mejor escrita (adaptación de una novela de Phillip Dick (Blade Runner). Interesante remake el año pasado con Colin Farrell y Kate Beckinsale.

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Total recall


  • Terminator II (Terminator II: Judgment day, James Cameron, 1991): perfecta combinación de ciencia-ficcion y acción, con unos efectos especiales que todavía sorprenden a día de hoy, a más de 20 años de su realización, para una joya del cine. Secuela para todos aunque, según sea vista, también puede ser considerada en buena parte un remake del original de 1984 ya realizado por Cameron  en su primer proyecto de cierto empaque- luego llegarían la prestigiosa secuela de Alien y la también absorbente y fascinante, aunque menos reconocida, ciencia-ficción submarina Abyss (1989)-. Lo que evidentemente no puede superar esta segunda parte es la tremenda originalidad del, valga la redundancia, original ochentero, aunque sí que excede y con creces, algo lógico por otra parte, su perfección y apabullante nivel técnico, incluida su, según qué escenas, música y fotografía futurista-azulada. La némesis de Sarah Connor vuelve años más tarde (Schwarzenegger, como en la primera), pero ahora es el good guy(ya era una gran estrella y no era plan de volver a hacer de malo, rol que dejó para Robert Patrick), no ya a por ella, sino a por el fruto (Edward Furlong, luego visto en American history X) que tuvo con Michael Biehn en la primera película, para evitar la resistencia humana en un futuro apocalíptico dominado por las máquinas. A los brillantes efectos se le suma unas gigantescas secuencias de acción (Cameron demostró ser un maestro del género, dejando todavía algunos fugaces destellos de dicha habilidad en la posterior e insoportable comedia de acción-términos, comedia y acción, completamente contradictorios- Mentiras arriesgadas, antes de lanzarse al megaproyecto de Titanic). También hay espacio para las relaciones y sentimientos “humanos”: Sarah “terminará” con el bueno de Arnie al final de la película, lo que supone una crítica a la familia, ya que precisamente el terminator bueno ha demostrado ser el padre perfecto para su hijo, demostrando una supuesta humanización de las  máquinas y una “maquinización” (si tal término existe) de los humanos. Sus posteriores secuelas fueron realmente infames (al menos la inmediata. Terminator salvation puede pasar como simple film de acción sin profundizar en absolutamente nada…)

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Terminator II


  • JFK (Oliver Stone, 1991): Oliver Stone consiguió aquí, junto con Platoon (1986), su trabajo más reputado. Nunca fue uno de mis cineastas de cabecera pese a que sí me gusta y bastante, pero aquí hay que reconocer que al César lo que es del César. Un monumental trabajo de guión y, sobre todo, montaje (real y filmado) para una no menos monumental película sobre los entresijos del asesinato del presidente Kennedy y la odisea de un hombre (Kevin Costner) por convencer a su país de que el asesinato de su presidente fue una conspiración y no el acto de un loco. Convirtió a este director en la conciencia de América (dedicó una trilogía de films a la guerra de Vietnam además de dos a los presidentes más notoriamente célebres del siglo XX, con esta JFK y la posterior y mala Nixon) y a Costner en su rostro, perfecto ejemplo de orgullo americano (ya había interpretado más o menos al mismo personaje en Los intocables). Casi todo lo que plantea la cinta en su desarrollo son conjeturas de lo que podría haber ocurrido, pero dichas conjeturas están narradas con gran plausibilidad y verosimilitud, pese a ser ficción. Un impresionante resto del reparto (Jack Lemmon, Vincent d’Onofrio, Kevin Bacon, Joe Pesci, Gary Oldman, Sissy Spacek, Walter Matthau y Michael Rooker) le ponen el lazo.

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JFK


  • Sin perdón (Unforgiven, Clint Eastwood, 1992): este glorioso regreso al western de (tras algún que otro intento ya como realizador en las décadas de los 70 y 80) supuso la tardía consagración de Eastwood como cineasta pese a algunos de sus muy interesantes y anteriores proyectos (Escalofrío en la noche, Bird, etc). Ayudado por monstruos de la interpretación de más o menos su quinta como Morgan Freeman, Gene Hackman y Richard Harris, Eastwood construyó un brillante y violeto relato de venganza, ganador de 4 merecidísimos Oscar -compitió, también hay que decirlo, contra prácticamente sí misma- Algunos hombres buenos (A few good men, Rob Reiner) no estaba mal y Juego de lágrimas (The crying game, Neil Jordan) era buena, pero el peso de los nombres del reparto de Sin perdón y el regreso a un género que prácticamente había muerto hicieron el resto-. Eastwood puso todo su talento y unió clasicismo y nuevos tiempos en el último gran western surgido de Hollywood, seguramente el mejor desde las cincuenteras y míticas Centauros del desierto (The searchers, John Ford, 1956) y Solo ante el peligro (High noon, Fred Zinnemann, 1951.

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Unforgiven


  • Glengarry Glen Ross (James Foley, 1992): la reciente y excelente Margin call (2011), sobre las 24 horas previas a la crisis que vivimos desde 2008, le debe mucho a esta adaptación de una obra teatral, ganadora del Pulitzer de teatro, de David Mamet, realizador de la genial Casa de juegos (House of games, 1987) y el interesante thriller político Spartan (2004), que narra los entresijos del mundo de los negocios inmobiliarios en un espacio de tiempo reducidísimo (24 horas). Un reparto genial (Al Pacino, Alec Baldwyn, Ed Harris y Jack Lemmon) ofrecen algunos de los mejores trabajos de sus respectivas carreras. Escrita por el propio Mamet con gran eficacia y dirigida con mayor vigor por Foley, quien luego realizaría la noble aunque olvidada adaptación de John Grisham (una de tantísimas...) Cámara sellada y que últimamente se dedica a la TV. La desesperación, la ansiedad y la tensión de unos personajes brillantemente creados contribuyen a la grandeza de este drama teatral.

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Glengarry Glen Ross


  • Los amigos de Peter (Peter’s friends, Kenneth Branagh, 1992): genial y entrañable comedia dramática procedente del Reino Unido, con una banda sonora genial, con la amistad y la todavía tabú por aquél entonces cuestión del sida como telones de fondo. Mucho menos conocida que la didáctica Philadelphia (seguramente la cinta con más presencia en videotecas y bibliotecas de colegios e institutos), está compuesta en su totalidad por intérpretes británicos (Stephen Fry, Hugh Laurie, Emma Thompson, el propio director), y una vez terminada, produce un irremediable (para bien) efecto curativo y positivo en cualquiera.

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Peter's friends


  • La lista de Schindler (Schindler’s list, Steven Spielberg 1993): sencillamente uno de los documentos cinematográficos más importantes de la historia. Homenaje de Spielberg a su pueblo. Ganó un buen puñado de Oscars en su año, también prácticamente sin competencia, como Sin perdón - Lo que queda del día (The remains of the day, James Ivory) era un muy elegante y brillante melodrama de época, pero no era de producción enteramente norteamericana. Más de lo mismo podría decirse de En el nombre del padre (In the name of the father, Jim Sheridan, más abajo). La frialdad de su violencia pone los pelos de punta. La lista de Schindler es una de las mejores películas de la historia, a pesar de su ya conocida licencia dramática que se tomó el director, transformando a un viva la vida en un héroe que sí, salvó a judíos, pero para aprovecharse de ellos.

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Schindler's list


  • Atrapado por su pasado (Carlito’s way, Brian De Palma, 1993): monumental thriller criminal de Brian de Palma, con un Pacino con un look barbudo a lo Serpico que intenta llevar una vida sencilla tras salir de la cárcel por tráfico de drogas, pero vamos, que no le dejan. Su compañero, Sean Penn, también está muy cambiado (ciertamente ridículo). La brillante y creciente tensión de su narración (ver el último tercio, desde que se cargan al gángster en el mar), mezclada con los pensamientos de Pacino plasmados en off y medida con admirable pericia por la cámara de De Palma convierten a este film en la cumbre de De Palma dentro del género negro, bastante por encima de Los intocables o El precio del poder.

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Carlito's way



  • En el nombre del padre (In the name of the father, Jim Sheridan, 1993): arrebatador y sobrecogedor trabajo de Jim Sheridan, cineasta irlandés cuya esta incursión en la cuestión del problema del IRA no iba a ser la única (luego llegaría la admirable y honesta aunque a todas luces inferior The boxer, también con Daniel Day-Lewis como protagonista). Day-Lewis ofrece aquí la interpretación de su vida- seguramente el mejor actor de los 90 y el cual ya había trabajado anteriormente con Sheridan en otra de esas películas con pedazo de interpretación como era Mi pie izquierdo (My left foot, 1989)- como el cabeza de turco del gobierno británico, forzado a encontrar un culpable rápidamente tras el atentado del IRA en un pueblecito al lado de Londres en los años 70. Su último acto, convertido en un drama judicial (con la entrañable Emma Thompson como la abogada de Day-Lewis) es algo inferior al resto del conjunto, pero aún así consigue con creces sus objetivos.

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In the name of the father


  • La edad de la inocencia (The age of innocence, Martin Scorsese, 1993): Scorsese hizo una pausa en sus historias urbano-mafiosas antes de realizar la mejor de ellas (Casino, más abajo) para convertirse en el, por sorpresa, realizador de un drama de época victoriana, recreando con gran brillantez el Nueva York de esa tardía etapa (anticipando lo que haría diez años más tarde en Gangs of New York, curiosamente también con Day-Lewis como prota) caracterizada por ciertos aspectos morales risibles hoy en día. Cinta de corte y look clásicos, nada acorde con el vértigo de la cámara de Scorsese (quizás ésa es la razón por la que me gusta tanto). Un diseño de producción y una fotografía espectaculares, y un final esplendoroso completan un grandísimo film.

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The age of innocence


  • Pulp fiction (Quentin Tarantino, 1994): por muy entretenidas (que lo son), visualmente espectaculares (como así resultan) y su verbalmente inspirados (en bastante menor medida pero también) que hayan sido sus posteriores trabajos, desde el más flojo (Jackie Brown) hasta el más potente (ya a criterio de cada uno/a), Quentin Tarantino nunca llegó a alcanzar ni la perfección formal (montaje) ni la precisión milimétrica (guión) que alcanzó con este su segundo trabajo tras el muy prometedor Reservoir dogs, con el que Tarantino ya anunciaba que podía romper en un gran director. Varias historias interrelacionadas entre sí pero desordenadas en el tiempo construyen un relato maestro que valió a Tarantino una Palma de Oro en Cannes y un gran salto a la popularidad, sirviéndose de multitud de referencias y homenajes a sus películas y directores favoritos. Aclamadísima. Convirtió a Tarantino en toda una celebridad y objeto de culto y, de paso, recuperó a John Travolta para el cine. Siempre quedará la duda de saber qué habría hecho el propio Tarantino con sus guiones caídos en manos ajenas: la ya de por sí genial aunque muy estilizada y videoclipera Amor a quemarropa (True romance, Tony Scott, 1993), esa joya del cine llamada Abierto hasta el amanecer (From dusk till dawn, Robert Rodríguez, 1996) y la directamente horrenda Asesinos natos(Natural born killers, Oliver Stone, 1994).

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Pulp fiction


  • Ed Wood (Tim Burton, 1994): Tim Burton, cineasta atípico donde los haya (sus personajes de Bitelchús, Pesadilla antes de Navidad yEduardo Manostijeras tienen un desgarbado aspecto similar a él) y tras despachar su díptico (aclamado, aunque a día de hoy empequeñecido por la trilogía de Christopher Nolan) sobre Batman, rodó su película, digamos, más “normal” con este homenaje al cine y biopic sobre el real y comúnmente conocido como peor director de la historia, Edward D. Wood Jr, realizador de cutres películas de ciencia-ficción en los años 50 que tuvo la suerte de colaborar y ganarse la amistad de un ya decrépito y adicto a las drogas Bela Lugosi, el mayor mito del clásico género de terror. Aquí, Lugosi es interpretado por Martin Landau (lo que le valió un Oscar)

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Ed Wood


  • Frankenstein (Mary Shelley’s Frankenstein, Kenneth Branagh, 1994): Branagh vuelve a cumplir y a repetir en esta lista con una majestuosa, muy ambiciosa y, personalmente, muy fiel recreación del original literario de Mary Shelley Frankenstein; o El moderno Prometeo, publicado en el primer cuarto del siglo XIX y adaptado (tras la época clásica de los años 30)  en plena vorágine de adaptaciones de clásicos del terror (el Drácula de Coppola y la Mary Reilly de Stephen Frears también llegarían por esos años, con la moda de incluir, mediante el uso del genitivo sajón, el nombre del autor original). Con un diseño de producción espectacular y un reparto que no lo es menos (De Niro, Branagh, Helena Bonham-Carter, Ian Holm), supone una sangrienta, energética y salvaje incursión del shakesperiano Branagh (Hamlet, Mucho ruido y pocas nueces) en el gothic horror.

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Mary Shelley's Frankenstein


  • Entrevista con el vampiro (Interview with the vampire, Neil Jordan, 1994): bajo la inocente apariencia de un vehículo comercial con los guaperas de aquellos años (Cruise, Pitt y Banderas, apoyados por Stephen Rea, Christian Slater y una, creo recordar que debutante, Kirsten Dunst), Jordan, director irlándes en su, si no recuerdo mal, única incursión en Hollywood, aunó los dos aspectos fundamentales del cine (arte, y en bastante mayor medida para desgracia de todos, industria) y creó una cinta con una dirección, un look, una música y unas interpretaciones de primera, con unas interesantísimas reflexiones sobre temas clásicos del fantástico como la inmortalidad, vista como una condena en lugar de como un regalo, disfrazados en una, para nada estereotípica, cinta de horror vampírica. Un ejercicio tan habilidoso como macabro. El film con el que la carrera de Brad Pitt despegó definitivamente. La trama gira en torno al personaje de Pitt, pero el verdadero protagonista es el personaje de Lestat, interpretado por Cruise.

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Interview with the vampire


  • Cuatro bodas y un funeral (Four weddings and a funeral, Mike Newell, 1994): deliciosa y redondísima comedia con aroma British con memorables gags(la mayoría de ellos de humor británico) y un guión perfecto que consagró a la norteamericana Andie MacDowell (quien desperdició su carrera más tarde) y a Hugh Grant, actor de rostro ridículo y una todavía más ridícula vida alejado de las cámaras y cuya gloria en el cine apenas duró unos años. También aparece Kristn Scott Thomas, quien ya había formado pareja con Grant en la anterior y morbosa Lunas de hiel (Bitter moon, Roman Polanski, 1992). Muy divertida y entrañable, uno de los escasos ejemplos de gran comedia, comparable sin duda a la época clásica de las screwball comedies norteamericanas, por muy británica que sea.

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Four weddings and a funeral


  • Heat (Michael Mann, 1995): espectacular, monumental, épico y muy ambicioso policíaco que reunió por vez primera en pantalla (El padrino IIcuenta poco, ya que no compartían ninguna escena. Y Asesinato justo, por razones obvias, aún menos) a De Niro y Pacino, además de un no menos meritorio reparto de supporters (Jon Voight, Val Kilmer, Ashley Judd, Tom Sizemore, etc). Quizás en su día fue considerado únicamente algo por encima de la media debido al peso de sus dos colosos interpretativos, pero que hoy en día ha adquirido tal prestigio que la hace estar en la cumbre de todo el cine americano de los 90 y la obra maestra del director que mejor entendió el paso del cine de acción noventero al thriller criminal post-moderno y digital (ahí están las brillantes Collateral, Corrupción en Miami y, en menor medida, Enemigos públicos). Con seguramente la mejor serie de secuencias de tiroteo mejor filmadas en muchísimos años (el atraco central, secuencia por la que debería ser recordada, y no por la tan celebrada secuencia de Pacino y De Niro tomando un café). Espléndidas cintas recientes como El caballero oscuro (The dark knight, Chris Nolan, 2008) o Ciudad de ladrones (The town, Ben Affleck, 2010) la toman como referencia. El mejor thriller en muchos años. Para cintas puramente de acción ya vino después la espléndida Cara a cara (Face off, John Woo, 1997).

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Heat


  • Casino (Martin Scorsese, 1995): eterno dilema, tanto para fans de Scorsese como para aficionados al cine en general ante el papelón de elegir qué cinta es mejor, si ésta o su anterior y curiosamente a día de hoy de mayor consideración crítica, Uno de los nuestros (Goodfellas). O sea, más o menos como elegir entre los dos primeros padrinos de Coppola o más recientemente, entre los dos Eastwood Mystic river o Million dollar baby. Pues bien, para mí, esta crónica de los entresijos de la mafia en la ciudad del vicio en los años 70 y primeros 80 resulta sensiblemente superior a aquella crónica del gangsterismo urbano norteamericano que Scorsese había rodado años antes. Tras El cabo del miedo (Cape fear, 1991), y La edad de la inocencia (The age of innocence, 1993) Scorsese retornaba a un universo más acorde y familiar con él Una fotografía espectacular (algo forzado, tratándose de un film sobre luces de neón y rascacielos), la absorbente cámara de Scorsese y el vertiginoso ritmo que imprime a la película hacen que sus tres horas se pasen volando (su banda sonora también ayuda). Scorsese, personalmente, se superó a sí mismo.

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Casino


  • Tesis (Alejandro Amenábar, 1996): gran debut del español y jovencísimo Alejandro Amenábar (la filmó con 23 años), un cineasta que jamás ha vuelto a los niveles de qualité que mostró aquí (Abre los ojos parece como si se la inventara sobre la marcha, a medida que la rodaba; Los otros, apreciable como era, también resultaba un descarado copia-pega de El sexto sentido; Mar adentro buscaba la lágrima fácil con un insoportable Javier Bardem; con todo, tuvo puntos para admirar y aplaudir; y Ágora directamente no la he visto). Amenábar construyó aquí un elogiable ejercicio de intriga sobre una chica que prepara su tesis universitaria sobre la violencia en el cine, adentrándose en el mundo, tan sangriento como desconocido, de las snuff-movies. Un admirable dominio del suspense y un final-epílogo memorable.

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Tesis


  • Doce monos (Twelve monkeys, Terry Guilliam, 1996): muy original incursión de un cineasta tan raro como Guilliam (ex-miembro de los Monty Python y autor de films tan alejados el uno del otro como Brazil, Miedo y asco en las Vegas o El rey pescador) con esta inteligente sci-fi apocalíptica hollywoodiense (por su reparto y su toque personal, evidentemente; si no, no estaría presente en esta entrada) con viajes en el tiempo y percepción paranoica de la realidad, con Brad Pitt, Bruce Willis, una banda sonora muy buena y una fotografía de verdad espléndida. Debe verse con atención. Es mucho más que un brillante entretenimiento despachado por las mejores manos.

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Twelve monkeys


  • Carretera perdida (Lost highway, David Lynch, 1996): un espeluznante y terrorífico Robert Blake para la mejor película de David Lynch desde El hombre elefante (The elephant man, 1980), sobre los inquietantes quehaceres de una común pareja, grabados en video y enseñados al marido. Onírica, debe verse con muchísima atención, atendiendo a cada detalle.

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Lost highway


  • Trainspotting (Danny Boyle, 1996): vaya usted a saber en qué género podríamos encuadrar esta cinta. Que si comedia, que si drama, que si thriller… quizás en “nuevo cine británico”, sin tabúes ni concesiones debido a la asquerosidad, dureza y crudeza de algunas de sus imágenes. Danny Boyle, sin dura un interesante cineasta (La playa, 28 días después, Sunshine, Slumdog millionaire, 127 horas, la recién estrenada Trance o Porno, la secuela de Trainspotting que prepara…) que gustará más o menos, pero interesante qué duda cabe, y que revolucionó el paranorama cinematográfico con esta crónica de unos jóvenes escoceses adictos a la heroína en el Edimburgo actual, dando a conocer a Ewan McGregor, entre otros intérpretes que gozaron de mayor o menor popularidad en años venideros como secundarios en Hollywood. Con una banda sonora electrónica para el recuerdo y una vitalidad y vigorosidad en su ritmo pocas veces igualadas.

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Trainspotting


  • Boogie nights (Paul Thomas Anderson, 1997): una de las pelis clave de la década, realizada con una inusitada ambición y exuberancia, que consagró tanto a Anderson (tras su poco conocido thriller criminal Hard eight) como cineasta como a Mark Wahlberg como estrella, con este aclamadísimo biopic "a lo Scorsese" (look, banda sonora, ritmo y manera de mover la cámara, incluyendo un homenaje al final de Toro salvaje) de un camarero de discoteca convertido a estrella real del porno de finales de los 70 y 80, recuperando a Burt Reynolds. También con una Julianne Moore y un estupendo plantel de secundarios, convirtiendo a Anderson en uno de los cineastas con mayor personalidad y frescura del cine USA actual- más tarde llegarían las también aclamadas y muy buenas Magnolia (1999) y Pozos de ambición (There will be blood, 2007), aunque también la reciente y terriblemente aburrida The master(2012)- dotándole de un prestigio que le ha permitido hacer lo que le diese la gana desde entonces.

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Boogie nights


  • Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, Woody Allen, 1997): un reparto interminable de caras conocidas para, personalmente, uno de los 4 o 5 mejores Allen de toda su carrera. Sin duda un Allen muy original y divertidísimo, disertando sobre arte y artista, sobre un personaje (Harry) que prácticamente se interpreta a sí mismo (el propio Allen). Elegí esta como podría haber escogido otra, ya que en este revival noventero Allen realizó varios de sus mejores trabajos, como, además de la citada, las deliciosas Maridos y mujeres (Husbands and wives, 1992), Balas sobre Broadway (Bullets over Broadway, 1994) o Poderosa afrodita (Mighty Aphrodite, 1995). Es lo que tiene realizar películas tan de seguido (a media de una por año): de vez en cuando, suena la flauta y te sale algo (casi) perfecto.

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Deconstructing Harry


  • La tormenta de hielo (Ice storm, Ang Lee, 1997): impactante retrato sobre el desquebrajamiento de la familia, digamos, “tradicional”, para un prestigioso drama ambientado en los tiempos de la dimisión de Nixon, con un inmejorable elenco de protagonistas (Kevin Kline, Sigourney Weaver, Joan Allen, Tobey Maguire, etc). Mejor Guión en el festival de Cannes.

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The ice storm


  • Aflicción (Affliction, Paul Schrader, 1998): con Willem Dafoe y un Nick Nolte en el papel de su vida interpretando a un, como su propio título indica, afligido sheriff de una pequeña y nevada localidad norteamericana, atormentado por sus violentos recuerdos de infancia y a la cual llegará su hermano, exitoso profesor de universidad, que ayudará a resolver un crimen cometido en los bosques de los alrededores. Sigue ciertas convenciones del cine de Schrader (tensión creciente hasta un inevitable estallido de violencia, como ya hacían American gigoló y Posibilidad de escape) pero narrado todo con una elegancia y una brillantez propia de los grandes maestros. Realizado el mismo año que otra maravilla del thriller rural como fue Un plan sencillo (A simple plan, Sam Raimi 1998).

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Affliction


  • Gattaca (Andrew Niccol, 1998): muy inteligente ejercicio de ciencia-ficción, con un precioso tema principal de su score, de escasa repercusión en su momento pero hoy en día resulta una de las obras clave del género del último cuarto de siglo gracias a la originalidad de su planteamiento. Su look futurista resulta impecable. La reciente Nunca me abandones (Never let me go, 2010, ya comentada en otra entrada) le debe mucho. Su realizador ofrecería propuestas innegablemente interesantes en los años venideros, como esa impecable rareza, a medio camino entre el gangster film al estilo de El precio del poder (Scarface, Brian de Palma, 1983) y la denuncia social que supuso El señor de la guerra (Lord of war, 2005) y su esperado regreso al universo creado en Gattaca y que  le valió su reconocido prestigio, con In time (2011)

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Gattaca


  • Salvar al soldado Ryan (Saving private Ryan, Steven Spielberg, 1998):  Spielberg vuelve a tocar la segunda gran guerra, esta vez desde el género bélico, olvidándose del dramón que supuso La lista de Schindler, para legarnos posiblemente los 30 mejores minutos de dicho género en la historia del cine. Me refiero, cómo no, al apabullante y brutal arranque de esta cinta de Tom Hanks, en la cual se toma la playa de Normandía y luego (sí, el hilo conductor del relato es algo ridículo, lo sé) se decide enviar a un batallón para enviar a casa a un soldado que ha perdido a todos sus hermanos en la contienda y cuya muerte significaría un drama total para sus padres. También con la mejor fotografía de la filmografía de Spielberg.

Lo mejor (II): 1990-1999

Saving private Ryan


  • La delgada línea roja (The thin red line, Terrence Malick, 1998): inicialmente estrenada como respuesta (también comercial) a Salvar al soldado Ryan, resulta una cinta completamente reflexiva y filosófica aunque igualmente brillante, como la de arriba, proponiendo una relectura de la segunda guerra mundial desde el punto de vista de los pensamientos de los combatientes (norteamericanos, claro está, en la época de la toma de las islas Solomón), todos intérpretes masculinos de renombre. Puede hacerse pesada y/o aburrida, pero bien vista resulta una memorable (y memorablemente triste) denuncia de la guerra, con una banda sonora preciosa. Como curiosidad, anotar que fue la tercera película de un profesor universitario aficionado a dirigir películas, tras las setenteras Malas tierras (Badlands, 1973) y Días del cielo(Days of heaven, 1978). Tras 20 años alejado del cine, dirigiría este extraordinario drama sobre la guerra (que no bélico) realizando después una impecable interpretación del nacimiento de América con El nuevo mundo (The new world, 2005) y también la incomprendidísima (por mí, entre otra mucha gente) El árbol de la vida (The tree of life, 2012).

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The thin red line


  • Matrix (hermanos Wachowski, 1999): tras un muy estilizado y brillante debut con el thriller erótico Lazos ardientes (Bound, 1996), los hermanos Wachowski revolucionaron el cine con esta importantísima (por su influencia posterior tanto en el cine de ciencia- ficción- por lo que cuenta- como sobre todo por el de acción- por sus efectos especiales: no se entiende el cine de acción a raudales sin ella- cinta de ciencia-ficción). Resulta una obra clave que bordea temas filosóficos y/o metafísicos mezclada con unos efectos que cambiaron el modo de filmar las escenas de acción para siempre. Parodiada y homenajeada hasta la saciedad, generó dos secuelas harto inferiores donde la acción más simple y banal (aunque igual de bien hecha) tomó todo el protagonismo.

Lo mejor (II): 1990-1999

Matrix


Menciones especiales para Muerte entre las flores (Miller’s crossing, hermanos Coen, 1990) y Seven (David Fincher, 1995), ya incluidas y comentadas en otras entradas.

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