Revista Cine

Lo que sucedió en realidad

Publicado el 13 julio 2010 por Jesuscortes
¿Qué es "The inside story"?
¿Una amable comedia de enredos?, ¿un tratado sobre economía?, ¿Un intento ignoto de repetir el éxito de "It´s a wonderful life"? o simplemente ¿una de esas películas "peligrosas"?Sí, ahí está para cualquier persona inteligente que sepa ver por encima y por debajo de la divertida y dinámica historia que cuenta esta obra clave de Allan Dwan en 1948, la esencia misma de los problemas económicos que han acabado derivando en esta famosa crisis que acucia desde hace un par de años al mundo.
Me pregunto cuántos mandatarios y ministros del ramo la habrán visto y de ellos cuántos le encontraron la gracia.Es probable que quien se dé por aludido antes de admirarla, algo debe estar haciendo muy bien para sus intereses y muy mal en contra de los de mucha gente que aún ni se cuestionan esos misteriosos mecanismos que hacen girar la ruleta del dinero.
Decía peligrosa y lo hacía sin sobrevalorar el efecto de una película.
Pero dar a ver, sin circunscribirla a circuitos de VO o retrospectivas varias esta película, no creo que le parezca buena idea a demasiada gente empeñada (velando por y respondiendo a una demanda ¿qué demanda? del público) en no proporcionar a la gente argumentos para que piensen por ellos mismos, que es malo para el consumo y el sistema se resiente.
Se dirá que es otra época y es obvio que es así: la historia, que además es un flashback, se remonta a los días de la Gran Depresión, que desgraciadamente se está quedando pequeña, pero se estrena en unos años en que Estados Unidos, con Truman al frente, por fin podía ocuparse de asuntos domésticos tras dejar poco a poco atrás la guerra y en apenas un lustro con los dos mandatos de Eisenhower, vivirá un periodo que se recuerda como uno de los más prósperos del siglo. No es ventajista ni catastrofista, quiero decir.Por otro lado, el pequeño pueblito de Silver Creek (New England, bien cerca de la frontera con el Canada, de donde era Dwan), que bien se guarda el maestro de no convertitr en postalita, ahorrando planos costumbristas y folklore, circunscribiendo la acción a interiores y estancias iguales a las que tenía en casa cualquier espectador, y las cómicas reacciones del bonachón tío Ed, tan despistado como sensato y agudo para las cosas verdaderamente importantes, y el siempre nervioso e impresionable Gene Lockhart, no deben llevar a engaño y tomarse a la ligera.
Tantas películas en mayúsculas para asuntos minúsculos no deben impedir que cuando se hace a la inversa el intento carezca de alcance: recomendaría a quienes les pueda parecer un simple divertimento, que traten de resumir brevemente todo lo que acontece en el film y se darán cuenta de la enorme complejidad de formas que tiene.
Porque esa anécdota (1000 $ depositados en la caja fuerte de un  hotel que son "tomados prestados" por pura equivocación y los problemas y peripecias que vienen después) ponen en liza ni más ni menos que las soluciones que se le puede ocurrir a la gente cuando puede acceder y le es concedida la posiblidad, el tiempo, para devolver un préstamo y otorgan al film una universalidad de esas que, entre risas, abren ojos y debieran remover conciencias.LO QUE SUCEDIÓ EN REALIDADLO QUE SUCEDIÓ EN REALIDADAllan Dwan, un milagro más en su haber, es capaz de hilar tan fino que no necesita recurrir a la fácil parodia y tira de su proverbial ambigüedad para provocar un efecto boomerang.Acompañamos a los personajes tratando de escapar de sus atolladeros, les ponemos caras de gente que conocemos y puede que hasta la nuestra, nos identificamos con sus cuestiones morales (¿se puede pedir a la gente que se apriete el cinturón a sabiendas de que se disponen de los instrumentos, más o menos "secuestrados" para que un sistema funcione más equitativamente?, ¿puede una colectividad derrumbar realmente o siquiera oponerse a lo que se le ordena si lo considera injusto?, etc.) y no debemos hacer un gran esfuerzo para dar verosimilitud a las soluciones que encuentran para salir adelante sin que hayamos visto nunca a nadie adoptarlas sin ser reprobado incluso por los más liberales y, de boquilla, de izquierdas.Mejor que ningún otro film, documental (no digamos un interesado discurso político), "The inside story" muestra el dinero como lo que es, un medio de cambio, que no sirve para NADA mientras no se mueva y los estragos que causa cuando falta.
En un momento sublime y bien al principio, sin quedar relegado a apéndice ilustrativo, sobre el rostro sobreimpresionado del tío Ed se muestran las más duras y emotivas imágenes que conozco sobre aquella y todas las épocas de carestía del siglo, un nudo en la garganta como sólo algún Capra o "Heroes for sale" de Wellman supieron provocar.
Es demoledor el efecto que acompaña al film desde entonces, que redobla todas las implicaciones de sus ángulos y adquiere un sentido cercano al cine de McCarey o Renoir, como cuando un haz de luz pasa a través de un poliedro y se convierte en un arco iris.
Demuestra de esa forma tan aparentemente casual o colateral Dwan, como siempre hizo, que una película puede y hasta debe ser algo muy simple y diáfano siempre que tenga un interior de humanismo y esté armada sobre una férrea, por invisible que parezca, coraza narrativa.

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