Tuve que sufrir sus impertinencias y chulerías cuando empecé en el periodismo, pero tengo compañeros que le apreciaban y que me insistían en que era buena persona. Sea como fuere, ha hecho historia en el fútbol español y se merece mi respeto
Fuente: abc.es
Cuando una persona muere, todo el mundo dice y escribe loas y alabanzas sobre el fallecido. Es lógico, es una cuestión de educación y sentimiento, además de caballerosidad, pues el difunto ya no se puede defender. Esta premisa se está cumpliendo en todos sus términos con la desaparición de Luis Aragones, pues la gran mayoría de epitafios que he leído ensalzan sus logros y sus bondades personales, y dejan en un segundo plano sus numerosos defectos y sus fracasos. Yo no puedo seguir esta línea, si quiero ser honrado conmigo mismo, pues Luis me hizo más daño que aprecio en el poco tiempo que tuve relación con él.Comencé mi vida profesional en el periodismo el 1 de julio de 1985 en la sección de deportes de Diario 16. Gracias a esta labor como periodista en prácticas, luego como colaborador y finalmente en plantilla, tuve que cubrir la información de algunos entrenamientos del Atlético de Madrid, así como las declaraciones tras los partidos, lo que en el argot periodístico se conoce como vestuarios. Fueron en estos actos donde conocí y sufrí al popularmente conocido como Zapatones. En más de una ocasión respondió a mis preguntas de mala manera, con malas caras y palabras malsonantes. Sobre todo cuando la situación no era la mejor para el Atlético de sus amores. Y no lo hizo conmigo porque fuera un plumilla del difunto Diario 16, ni mucho menos porque fuera yo, sino porque era su forma usual de comportarse, principalmente con los periodistas novatos, a los que, me figuro, pretendía asustar para imponer sus argumentos. En aquellos momentos tenía compañeros de declarado sentimiento rojiblanco que escribían o hablaban para otros medios y que sintieron igualmente en sus carnes los dardos del sabio de Hortaleza.
Fuente: as.com
Durante esa temporada, tuve la fortuna de poder compartir con el técnico colchonero minutos de comidas, cervezas y naipes en diferentes bares, restaurantes o pubs, donde periodistas con pedigrí compañeros míos, como Enrique Gozalo, Oswaldo Menéndez o José Vicente Hernáez, o de otros medios, como Enrique Ortego o Miguel Angel López, se reunían con diferentes profesionales del balón para intercambiar chanzas, carcajadas y bravuconerías, además de interesantísimos debates sobre fútbol. Y en estos momentos de ocio pude ratificar su carácter chulesco y su desprecio por los que dábamos nuestros primeros pasos en esa cautivadora profesión. Siempre me quejé de esta actitud a mis compañeros, pero casi todos ellos me insistían en que cuando me conociera bien, me trataría como a los demás, y le quitaban importancia a sus impertinencias. Como al final los caminos de ambos no volvieron a coincidir, pues a él lo destituyeron como técnico del Atlético al final de esa temporada, no tuve la oportunidad de comprobar si realmente Luis era en el fondo como le pintaban mis maestros.Pero como hombre del fútbol que fue Luis, he seguido su actividad profesional a través de los medios de comunicación. Reconozco sus conocimientos sobre la materia y su experiencia en el manejo de ciertos equipos, no de todos, pero he visto en numerosas ocasiones como descargaba sus frustraciones y mal genio sobre personas inocentes que no se merecían ese maltrato. Pues junto a sus geniales frases motivadoras, también hizo famosas otras dignas de olvido, como cuando insultó a un periodista en un aeropuerto llamándole a gritos "¡imbécil, imbécil, vete a cagar! o cuando quiso animar a Reyes diciéndole que era mejor que "ese negro", refiriéndose a Thierry Henry. Incluso tuvo reacciones más que rechazables, como cuando entrenaba al Mallorca y cogió del cuello a Eto'o en un partido al quejarse este porque le había sustituido. El inventor de la roja tendría otros valores, pero no el de dar buen ejemplo.
Fuetne. doolfee.es
A pesar de sus numerosas meteduras de pata, tengo que reconocer que sabía mucho de su profesión y que defendía a muerte a los jugadores de sus equipos, de ahí que la gran mayoría solo digan buenas palabras de él, aunque muchos en privado reconocen que era un hombre difícil de llevar. Entiendo perfectamente que los atléticos le tenga en un altar, pues fue un hombre de espíritu rojiblanco por los cuatro costados. Pero este sentimiento no puede apagar los muchos defectos que difundió como hombre público. En cuanto a su labor como seleccionador, tuvo el mérito de flexibilizar su idea inicial para dar entrada a los famosos "pequeños", aunque no hay que olvidar que los puso juntos en un partido que España creo que jugó en Vigo porque se le lesionaron Albelda, Baraja y Marchena, sus preferidos inicialmente para la zona creadora. La victoria de los Xavi y compañía le sirvió para rectificar y dar con el sistema que ha llevado al combinado nacional a sus mayores momentos de gloria. Además, tuvo el acierto de denominarla la Roja, nombre con el que ya se conoce en el mundo entero a la selección española.En resumen, que a pesar de que Luis Aragonés no se encuentre ente mis personajes admirados, más bien al contrario, doy fe de que ocupa un lugar destacado en la historia del fútbol español por lo que aportó y consiguió. Por todo ello, le presento mis respetos. Descanse en paz.