Revista Cocina
Es un mediodía lluvioso y cuando eso pasa salir a la calle, aunque sea a dos pasos para entrar a un restaurante, es una alternativa muy poco contemplada. Da pereza coger el paragüas o el chubasquero y esto supone que nos encontramos el local poco lleno. Un local bonito y tranquilo, con buena decoración. Sobria, en colores neutros y con una chimenea al fondo que pasa desapercibida. Deberían realzar su encanto. Vamos a comer a Malgam.
A mediodía solo hacen menú, no trabajan la carta. Les preguntamos el porqué por curiosidad, y nos contestaron que no quieren hacerlo hasta no tenerlo todo mas coordinado y asegurarse que el servicio no verá perjudicado cuando convivan carta y menú. Buen planteamiento, mejor así, quien mucho abarca…Igualmente echamos una ojeada a su carta para ver que tienen de tapas y platillos, ya que es lo que nos trajo hasta aquí y la verdad tiene una buenísima pinta.
También vimos la de vinos. La carta es corta pero están muy bien seleccionados: priorat, Riojas, Riberas, verdejos, alellas y cavas entre otras opciones. Hay que decir que no es una carta arriesgada, pero si nos pareció muy correcta.
Así que tomaremos el menú, del que tienen varias combinaciones: “Tinc Pressa” de un solo plato, el “Clàssic” un platillo y un plato y el “Capritxós”, un plato principal y dos platillos . Todos incluyen bebida (caña, refresco, agua o copa de vino) pan, postre o café. Como en el 99% de los menús.
Elegimos el Clàssic. De los platillos que se toman como entrante siempre suele haber un par que son de su carta. El día de nuestra visita, era la ensalada de tomate con atún y piparras y las alitas de pollo con gambas y sansa ponzu los que estaban en el menú, éste último con un pequeño suplemento.
La ensalada esta aliñada con pesto y el tomate es muy carnoso, “cor de bou” nos responden!. El atún tiene un toque de plancha, no es en conserva y lleva piparras como “ingrediente exótico” que la hace diferente
Muy buena y cargada de tomate, además de algo de cebolla y aceitunas.
Las alitas era un “mar y montaña” con un toque asiático. Acompañadas de dos langostinos pasados por la plancha se convierte en un buen entrante. Una ración de 5 piezas que la hace correcta tanto como entrante para una persona como para tapeo a compartir. Bien hechas, crujientes que no quemadas y melosas que no crudas. La salsa ponzu no invadía el plato, pero se hacia notar.
El restaurante se va llenando en la misma proporción en que la lluvia va cesando. Son las 15 horas y parece ser la hora punta, y empieza a entrar más gente.
Seguimos con lo que serían los platos principales. Uno de los elegidos fue la Lubina a la plancha con juliana de verduritas (también con suplemento)
Dos lomos de lubina limpia bien pasada a la plancha en su punto lo justo para quitar bien la piel. Las verduras estaban al dente muy buenas y con un ligero sabor dulce seguramente de wok o de alguna salsa añadida a la cocción.
El otro plato principal fue Churrasco de ternera Con Chimichurri y patatas al caliu.
Por fin un churrasco que no parece una serpentina en un menú. No es que fuera excesivamente grueso, no es un solomillo, pero si más de lo que es habitual. De hecho, en la fotografía parece más fino de lo que era. La salsa chimichurri es hecha por ellos y la patata al caliu está tierna. Buena guarnición y proporcionada en cantidad. La carne estaba hecha al punto, por lo tanto, bien jugosa.
Compartiremos un postre aunque es de tamaño individual. En un principio pedimos el Selva negra que era junto con sopa de melón y sandía las opciones que había en el menú. La sopa sería difícil de compartir (excusas), pero ya que sólo vamos a pedir uno nos recomiendan que probemos el cheesecake aunque lo tienen fuera de menú lo podemos probar.
Presentado en vaso como si fuera un yogur de cristal, el cheesecake es ligero y no es una tarta horneada si no que está hecho “por separado” aunque sin prescindir de ninguno de sus ingredientes. De base la galleta con sabor a mantequilla. Después el queso con el azúcar y seguramente algún ingrediente más pero con textura de mousse. El remate unos fresones y una salsa de frutos rojos. Nos quitó el deseo sin ser un exceso.
Acompañamos la comida con una copa de vino cada uno, el tinto Syrah, Catalunya y el blanco Zorzal, de Navarra.
La verdad es que este menú nos dejó con ganas de más. No por quedarnos con hambre, todo lo contrario, encontramos el precio muy ajustado para la cantidad de comida que sirven, sino por volver un día más tranquilamente a probar su carta.
Ahora mismo Malgam ofrece almuerzos por la mañana, menú a mediodía y carta y copas por la noche. Durante todo el día están adaptándose a lo que en cada momento apetece y seguramente, la noche es su punto fuerte. Tendremos que volver para confirmarlo, ya os contaremos.
De momento, la experiencia del menú ha sido muy satisfactoria. Así que si estáis por el Eixample, cerca de la calle Aribau, es muy buena opción a contemplar. Si vais por la noche antes que nosotros, contádnoslo para ver si nuestras sospechas son correctas. Tienen otro restaurante cerca de Sagrada Familia, aunque está más enfocado a tapas, pizzas y hamburguesas: Mos Art. Quizá este lo conozcáis.
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