Revista Cultura y Ocio

Me gustaría...

Publicado el 09 mayo 2019 por Molinos @molinos1282
Me gustaría...Me gustaría ser como Cenicienta y en las cenas de trabajo poder salir corriendo a las once y media para estar en la cama a las doce con mis tacones y mi falda convertidos en mi pijama. Me gustaría, alguna vez y para variar, acordarme de bajar la basura cuando digo «cuando baje a la calle, me llevo la basura» y no acordarme cuando estoy doblando la esquina de mi calle. Me gustaría que mi móvil me importara tanto como para tener los iconos ordenados. Me gustaría que, cuando muestro entusiasmo por algo o alguien, los demás no me miraran como si estuviera loca o no supieran que estoy diciendo. Y que me hicieran caso, claro. Me gustaría saber qué cortocircuito neuronal lleva a casi todos los hombres de mi curro a intentar encalomarme sus marrones laborales acompañados de la frase «Yo es que tengo muchísimo trabajo». No sé si me encabrona más que crean que yo no tengo nada que hacer o que, de verdad, crean que lo van a conseguir. Aunque puede que lo más me hostilice sea el hecho de que sé que la mayoría de ellos no hacen ni el huevo. Me gustaría que mi profesora de inglés no tuviera que recordarme nunca más que detrás de make va infinitivo y que la gente no se tomara las frases de cierre de un correo electrónico de manera literal o tendré que dejar de poner «Un abrazo». Me gustaría poder enviar un correo al gobierno de Estados Unidos y explicarles de manera didáctica y sencilla que ningún malvado del planeta va a ser tan estúpido como para responder que sí a la ristra de preguntas tontas que te hacen para sacarte el ESTA. Me gustaría decirles, de manera pausada y calmada, que todo ese trámite es una memez que no sirve para nada. Me gustaría acordarme de porqué en la adolescencia cuando tu madre te pide un beso, tú prefieres donarle un riñón antes que dar una muestra pública de cariño. Me gustaría que mi hija estuviera leyendo Mujercitas y no After. Y me gustaría no preferir eso en honor a mi yo adolescente que, a su edad, leyó la saga entera de Flores en el ático arrobada de emoción. Me gustaría tener una obra de arte en mi casa, un cuadro colorista y luminoso con una historia complicada detrás. Me gustaría tener pasta, tiempo y valor para solicitar una estancia en algún retiro de escritores en Estados Unidos y empezar allí, obligada por la presión de hacerlo bien, a escribir algo nuevo. Me gustaría que todo mi entorno escuchara el podcast Cold para poder comentarlo con alguien y dejar de ir en mi coche pensando «no me lo puedo creer» según avanzo en la historia. De hecho, me gustaría no pensar que me estoy obsesionado con ella. Me gustaría también que uno de mis podcasts de cabecera, el más antiguo de todos los que sigo, no se hubiera convertido en una tertulia de mal gusto, plagada de gente encantada de conocerse que pontifica sobre todo investidos por la autoridad divina que les da ser ellos mismos. Me gustaría que el último programa no me hubiera dado tanta vergüenza ajena como para pulsar «dejar de suscribirse». Me gustaría que no me diera tanta pereza ir al ginecólogo, hablar por teléfono y archivar correos electrónicos. Me gustaría saber cuántas manzanas más tengo que traer al curro para picar a mediodía para que empiecen a gustarme y dejen de parecerme un castigo. Me gustaría que comer roquefort fuera sano y redujera el colesterol. Y ya puestos que eliminara las arrugas y diera luminosidad a la piel. Me gustaría conocer a Guillaume Canet. Y ser capaz de decirle que es el típico tío que hace que me trague una peli horrible solo por el placer de contemplarle. Ahora que lo pienso me gustaría que Guillaume Canet fuera la obra de arte de mi casa. Aunque la historia complicada detrás me convirtiera en Kathy Bates.  

Volver a la Portada de Logo Paperblog