¡Qué agradecidos son los mejillones! Estos moluscos bivalvos son un superalimento con un montón de propiedades nutricionales.
Están repletitos de vitaminas, aminoácidos (principales componentes de las proteínas) y sales minerales. Son buenísimos para la piel, los huesos y articulaciones y el sistema inmunitario.
En España, además, tenemos los magníficos ejemplares gallegos que son de una calidad y grosor superior. Las hembras tienen un color más anaranjado, mientras que los machos son de un tono más amarillento-blanquecino.
El único incordio a la hora de prepararlos es la limpieza, pero también los venden ya cocidos o precocinados. Su precio, además, es bajo comparado con el de otros moluscos. Con todos estos argumentos, ¿a qué esperas para comerlos?
Para 4 personas:
- 1 Kg de mejillones frescos
- 50 g (2 cucharadas) de mantequilla sin sal
- 1 cebolleta
- 1 diente de ajo
- 1 manojo de cebollino fresco
- aceite de oliva virgen extra (AOVE)
- agua
Se pone una cazuela grande con un poco de agua a hervir (2 dedos) y, cuando hierva, se añaden los mejillones. Se tapa la cazuela y se deja que los mejillones se vayan abriendo (unos minutos escasos).
Mientras tanto, se pone un poco de aceite de oliva y la mantequilla a derretir en una sartén. Se pica la cebolleta muy fina, el diente de ajo también, y se añade a la mantequilla.
Se pica medio manojo de cebollino y se agrega a la sartén. Se deja a fuego bajo que se vaya ablandando la cebolleta.
Se retira la concha suelta de cada mejillón abierto y se emplatan, vertiendo la mantequilla de hierbas por encima.
Se pica el resto del cebollino fresco y se espolvorea por encima de los mejillones. Se acompaña con una botella de vino blanco muy frío.