Quien escribe no es particularmente seguidor de esa pareja de humoristas llamada Cruz y Raya ya divorciada ni tampoco de ninguno de sus miembros por separado. El señor de los anillos no es una trilogía que, más allá de su espectacularidad visual y su apelación a la épica, despierte mayor interés. Pero la mezcla de ambos proporcionó uno de los momentos más hilarantes de los tiempos recientes de una televisión, la española, acostumbrada a despertar, al menos en sus programas más vistos, la vergüenza ajena. Síntesis paródica de dos personajes y una larga historia en mucho menos de las nueve horas y pico de la trilogía original.