Los jóvenes, amos y señores de la tecnología con la que se accede a la información en tiempo real, no parecen en lo más mínimo preparados para gestionar la información que tienen en sus manos; el criterio brilla por su ausencia y les cuelan todo tipo de goles. La humanidad goza de cierta antigüedad, pero no así la ciencia, que aparece apenas hace unos 300 años con Galileo Galilei. El conocimiento desde entonces ha radicado -como hoy- en la aparición de nuevas ideas, los científicos tradicionalmente han tomado las ideas y les han dado tantas vueltas como fuese necesario para pulirlas, crear teorías y demostrar su eficacia. Nuestros jóvenes son bombardeados con ideas tanto como nuestros cuerpos con rayos UV en pleno verano. La realidad es que ni unos ni otros están -en la gran mayoría de los casos- preparados para recibirlos. Así como vamos a la playa sin bloqueador solar, afrontamos cada día sin la preparación necesaria para gestionar la información que nos llega. La asombrosa velocidad con que nos llega la información, hace que en dos días se pueda celebrar un mega-evento con la participación cofirmada de millones de personas; dicha celeridad hace que no nos preocupemos de contrastar la fiabilidad de los datos y mucho menos de que dudemos a la hora de difundirlo. Evidentemente tenemos en nuestras manos un arma de muchos filos y no estamos preparados para manejarla.
Una clase menos de lengua, una menos de matemáticas y ninguna de religión, darían tiempo para unas clases de gestión de la información. Nuestros chicos ya no ven la tele, tienen internet en sus manos, lo más conveniente sería que aprendieran a aprovecharlo.