Revista Cultura y Ocio

Oda al presente

Publicado el 26 julio 2016 por María Bertoni
El documental de Kemper se proyectará el jueves 28 y el viernes 29 de julio a las en.

El documental de Kemper se proyectará en el cine Gaumont el jueves 28 a las 21 y el viernes 29 a las 18.

Entre los catorce largometrajes que participan de la competencia internacional del 3° FIDBA, El presente (no existe) invita a reflexionar sobre la dimensión temporal de la condición humana, sobre la angustia existencial que nos provoca la triple imposibilidad de recuperar el pasado, retener el presente y asegurar el futuro. El ejercicio de Klaudia Kemper es notable porque se circunscribe a un universo muy pequeño, y sin embargo consigue transmitir el alcance universal de un tema que ni la ciencia, ni la filosofía, ni el arte, ni la religión consiguen abordar por completo.

La artista chileno-brasileña intenta capturar el ahora mientras filma retazos de cotidianeidad en el departamento donde convive con sus dos hijas jóvenes y una gata, y donde cada tanto recibe a su madre. A través de este registro audiovisual casero, la realizadora pone entre paréntesis la pretendida inexistencia del presente.

Kemper prefiere sostener la tesis de la fugacidad. De ahí la ocurrencia de acordarle al instante en principio inasible una duración de diez segundos. El resto es pasado inmediato o lejano hacia atrás, y futuro incierto hacia adelante.

La autora encuentra un fragmento del ayer en las cartas que su padre le mandó desde Brasil entre los años ’70 y ’90, y un fragmento del futuro en comentarios de su madre sobre la muerte. Entre una y otra representación también fluye el presente que Kemper se propone retratar, acaso para distinguir entre inexistencia y caducidad.

Cuando la realizadora recurre a su condición bilingüe y alterna entre el castellano y el portugués, algunos espectadores tenemos la sensación de asistir a otra aproximación al paso del tiempo. En este marco autobiográfico el primer idioma corresponde al hoy y el segundo, al ayer. El film levanta vuelo poético con este juego de palabras y sonidos.

“Grabar es una forma de meditación” reflexiona Klaudia en voz alta mientras sigue con la cámara el agua que una canilla libera sobre la bacha de la cocina. Para los espíritus que suscriben a una sociedad tan vertiginosa como la nuestra, ése es un “tiempo muerto” y el título del documental debería escribirse sin paréntesis.

A contramano de esta percepción, Kemper reivindica al presente, única instancia desde donde podemos reconstruir nuestra historia y proyectar nuestro porvenir. Desde el ahora de la filmación, les rinde homenaje a las tres mujeres (cuatro si contamos a la gata Sushi) que la acompañan en un transcurrir a veces espontáneo y entrañable, a veces forzado y ríspido. También a ese padre capaz de burlar la distancia primero espacial, luego temporal gracias a las cartas que su hija supo atesorar.

De esta manera, la realizadora le dedica una oda al poder, no sólo del ahora, sino del agónico género epistolar.


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