Revista Cine
Al ver Pasión en el Cairo (Cairo Time, Canadá-Irlanda-Egipto, 2009), cuarto largometraje -aunque primero estrenado en México- de la cineasta canadiense Ruba Nadda, me pregunté cuándo me había percatado de la existencia de Patricia Clarkson que, como de costumbre, está impecable en esta cinta.
Entré a la Internet Movie Database a ver su resumé fílmico y televisivo -casi 70 apariciones desde fines de los 80- y me di cuenta que el lento pero seguro ascenso de la señora Clarkson inició en 2003, con su participación en tres cintas indies, pequeñas pero más o menos apreciables: Tú y Yo (Gordon Green, 2003), Momentos de Perdón (Hedges, 2003) y, especialmente, Descubriendo la Amistad (McCarthy, 2003). A partir de entonces -sin olvidar sus sólidas apariciones televisivas en Six Feet Under-, Clarkson se convirtió en una de las figuras emblemáticas del cine independiente americano del nuevo siglo.
Lo cierto es que, a estas alturas del juego y para bien, ya le tocó a a la señora Clarkson protagonizar su primera película, un sobrio y sensible filme pasional/romántico que algunos han dicho que está al nivel de Perdidos en Tokio (Coppola, 2003) -no, no es para tanto- o, incluso, del clásico reciente Deseando Amar (Wong, 2001) -¿pues qué fumaron? En realidad, el guión original, escrito por la propia cineasta Nadda, sí nos remite inevitablemente a estas cintas -y a la abuelita de todas ellas, Breve Encuentro (Lean, 1945)-, en su delicada trama amorosa, interrumpida antes de iniciar, toda ella enmarcada en un paseo turístico envidiable -fotografía de Luc Montpellier- por la milenaria ciudad del Cairo.
La tan románticamente llamada Juliette -Clarkson- llega al Cairo a pasar un par de semanas de vacaciones con su marido, un alto funcionario de la ONU que trabaja en los campos de refugiados de Gaza. Como el buen hombre no puede salir de ese atolladero, el encargado de lidiar con la rubia y curiosa Juliette será Tareq (Alexander Siddig), un antiguo colega del marido que ahora, retirado, posee un idílico café-ajedrez en alguno de los callejones de la ciudad.
Como en las cintas ya mencionadas, la atracción entre el delgado árabe cristiano y la guapa mujer de gestos lángidos, irá creciendo casi imperceptiblemente pero también, como la fórmula obliga, esta atracción se detendrá ¿para bien de los dos?, pues en tierras egipcias todos tienen un destino qué cumplir. Así, la frase con la que Juliette recibe a su marido (Tom McCamus) cuando éste llega finalmente a El Cairo, tiene más de un significado: "Me alegro haberte esperado". Claro que sí: sólo así pudo conocer la ciudad, conocer a Tareq, conocerse a ella misma.