Anda el Real Betis en una mala racha de juego y resultados. Lo primero no es novedad, pero lo segundo sí y empieza a preocupar. Cinco jornadas sin ganar, anotando un solo gol y con una inminente eliminatoria de Copa frente al eterno rival.
Mel y la planificación deportiva de Maciá están en entredicho. Hay dos bandos diferenciados: los que responsabilizan al entrenador y los que centran sus críticas hacia el director deportivo. Lo justo sería repartir responsabilidades, pero en la proporción adecuada.
La actual crisis estalló tras el contundente 0-4 de la S.D. Eibar del pasado domingo. La afición pidió la marcha de Mel y la prensa, la gran mayoría de ella, ha salido en defensa del entrenador. El equipo no hay por dónde cogerlo, no transmite absolutamente nada y la imagen que da es muy mejorable. Por no hablar de la condición física de los jugadores.
Con errores claros y palpables, los fichajes del Real Betis dan para mucho más de lo que están haciendo. Las comparaciones son odiosas y se puede caer en la demagogia barata, pero yo aseguro que si los fichajes realizados por la S.D. Eibar los hace Eduardo Maciá, los periodistas afines a Mel habrían denunciado al director deportivo ante el Tribunal de La Haya.
El caso es que el equipo está hecho un flan, el entrenador señalado por la afición y el responsable de los fichajes también, aunque en menor medida. La prensa (la mayoría) se encarga del resto, es decir, de exculpar a Mel (o culparle tibiamente) y demonizar al director deportivo.
La solución es la que todos sabemos y la que ocurre siempre en el mundo del fútbol: el entrenador, salvo milagro, será despedido. Y si no ha sido cesado todavía es por no hacerle al sustituto la jugarreta de tener que debutar en una eliminatoria de Copa del Rey frente al Sevilla F.C. Tomen la fecha de la vuelta de este doble enfrentamiento sevillano como la de caducidad de Pepe Mel como entrenador del Real Betis Balompié. Aunque repito: salvo milagro.
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