Salimos hacía la panadería. Aquella tarde era allí el punto de encuentro.
Ir a la panadería es uno de los actos más cotidianos que se puedan imaginar, no por cotidiano menos entrañable: es un camino de vecindad, un camino hacia los cálidos aromas de tahona, un camino de saludos de barrio con sabor a café con leche de desayuno.
Pero aquella tarde no fue un camino cotidiano. Íbamos a Pancontigo y allí se puede ir a por el pan, pero también se va a compartir y a vivir experiencias.
A la derecha, poco más allá del mostrador, casi en el suelo, una mesa de color y buen gusto avisaba de que aquella no iba a ser una tarde cualquiera. Las chicas de Genoveva’s Bodas y Eventos habían estado haciendo de las suyas y con unas pinceladas de flores, unos trazos de plantas y cuatro piezas de vidrio colocadas en ese punto que solo saben encontrar quienes saben de estas cosas habían dibujado un lienzo que daba una alegre bienvenida, como alegre y cálida como el pan es la bienvenida de los anfitriones: Sol y Eugenio.
Y hay más color en la noche: diseños de cien formas y tonalidades, clásicos, modernos, floreados o con paisajes. Son las vajillas desechables de La Sibaritaonline que nos descubren un mundo de sueños en plástico y papel.
Al fondo, Lourdes, hoy no recorre Senderuelos, sino que templa una mandolina arrancando notas de manzana para un ajo blanco de nueces.
Poco a poco llegan comensales y cada uno aporta más aroma y sabor. Un fua, fundente, exquisito, nos trae melodías de chanson de la mano de Marisol y su L’eveil des sens. Notas que evocan sueñosorientales en un tradicional escabeche fruto del Cazueleo de Carol. Gloria y sus pestos plenos de fragancias, que representaba a Ytreats. Bacalao a la nata, mouse de chocolate con textura de fado,es la maestría de Manuel de Andrade que nos hace también comer A Dos Carrillos una presa ibérica tratada como un tataki que se deshace en el paladar. La Dulce Cocina de Luis nos recuerda azulejos azules y olores de obrador del Monasterio de los Jerónimos de esa ciudad antigua y señorial. Cecile nos contó en forma de conservas traídas por su Sillsell que las Azores además de su anticiclón tienen unas magistrales y deliciosas conservas de atún… inolvidable el aromatizado con hinojo.
El estío viene avisando y no faltan las sopas frías: un sorprendente y aromático gazpacho de cilantro y un untuoso salmorejo obra de Elena e Isabel y este Cocidito quiso ofrecer frescor de manzanas y apio y recuerdos eslavos en una crema de pepino.
Imposible citar todos los platos de este picnic urbano y bloguero. Tan imposible como describir todas las sensaciones que se extendían por las mesas. Una velada con mucho sabor, sobre todo sabor compartido como el pan que le gusta a Eugenio que hace suya la frase de Gandhi: “el pan que tiene mejor sabor es el pan compartido”.