Conocía, por supuesto, Viña Ijalba, pero no tenía ni idea de todo lo que incluía su proyecto, ni las inquietudes de su propietario, Dionisio Ruiz Ijalba, ni conocía los vinos varietales que elabora.
Desde 1975, Dionisio va recuperando los suelos de la explotación de sus canteras de gravas, transformando estas minas, similares a desiertos de piedras, en suelos aptos para el viñedo con la incorporación de unos 50 cm. de tierra pobre caliza. Así, actualmente las 80 Ha que la bodega tiene en propiedad proceden de estas viejas canteras. Controlan además otras 40 Ha.
En 1994, Viña Ijalba inició la conversión hacia la agricultura ecológica, y en 1998 sale al mercado su primer vino certificado. Actualmente, los principios ecológicos se aplican en todo el proceso de elaboración de los vinos. La viticultura incluye el mantenimiento de la cubierta vegetal y el posterior laboreo tradicional mecanizado, estudio de sistemas de poda experimental para un mejor control del oidio, y no se usan insecticidas ni fungicidas de síntesis. Para la lucha contra los hongos se emplean azufre coloidal o caldo bordelés, y contra los insectos sobre todo la lucha biológica mediante feromonas y confusión sexual. La vendimia es siempre manual, por parcelas, en cajas de 20 Kg, y con selección manual de los racimos.
Además de la vitivinicultura ecológica, en Viña Ijalba están desarrollando un interesante programa de recuperación y conservación de variedades minoritarias autóctonas riojanas en vías de extinción, disponiendo actualmente de una plantación experimental con 100 variedades diferentes, de las cuales unas 70 son tradicionales u autóctonas de Rioja. La bodega ha sido pionera en la comercialización de vinos elaborados con Graciano, Maturana Blanca, Maturana Tinta y Tempranillo Blanco.
Actualmente disponen de un parque de 2500 barricas y elaboran unas 700000 botellas al año.
En la presentación pudimos catar 6 vinos de esta bodega, con características tremendamente diferenciadas, y hay que decirlo, de desigual interés.
Empezamos con un blanco, Genolí 2011 (DOCa Rioja, blanco joven 100% Viura). Un vino un bonito color amarillo pálido, brillante, con reflejos pajizos. A copa parada es un vino herbáceo, con algo de fruta de hueso, flores blancas y frutos secos. En boca se mostró amargoso, seco, algo graso pero con una acidez viva que compensaba muy bien y que en conjunto dotan al vino de cierto volumen. No está mal.
El siguiente blanco fue para mí uno de los vinos de la velada. Ijalba Maturana Blanca 2011 (DOCa Rioja, blanco fermentado en barrica 100% Maturana Blanca) tiene un color amarillo alimonado con reflejos verdosos y pajizos. No tiene una nariz muy intensa, con algo de fruta más bien tropical, algo de levaduras y aromas anisados y de hinojo. En boca la cosa cambia, teniendo en vino una buenísima acidez, un delicioso amargor, mostrándose además cítrico y algo graso. Lleno y largo. Un vino interesantísimo y que gustó mucho.
Empezamos los tintos con el joven Livor 2011 (DOCa Rioja, tinto joven 100% Tempranillo). Color cereza oscuro, brillante y bonito, con ribete violáceo muy joven. Nariz de buena intensidad, con mucha frambuesa, nata, levaduras y notas vegetales. En boca es un vino fresco, algo dulzón, con acidez marcada y tanino algo verde. Un vino alegre pero que no gustó demasiado.
Continuamos con el primer tinto con crianza de la noche, el que podríamos considerar el básico de la bodega. Múrice 2008 (DOCa Rioja, tinto con crianza; 90% Tempranillo, 10% Graciano) tiene una crianza de 12 meses en barrica de roble americano. Nos muestra a la vista un color rubídeo, con ribete ya granatoso. La nariz está dominada por las vainillas y otras notas dulzonas de la barrica, con alguna pincelada muy tenue de barniz, es licoroso y aparece al fondo ruta negra muy madura. En boca tiene un cuerpo medio, seco, manteniendo una acidez aceptable, con un tanino algo áspero pero no molesto y donde el retronasal está marcado por las maderas. Posiblemente esté mejor con comida que para beber sólo.
El primero de los tintos monovarietales resultó ser otro vino muy interesante. Con una crianza de 12 meses en barrica, el Dionisio Ruiz Ijalba 2010 (DOCa Rioja, tinto con crianza, 100% Maturana Tinta) es uno de los niños mimados de la bodega. Viste de color picota intenso, de capa muy alta, con ribete violáceo. En nariz destaca por encima de todo un olor que me recordó nuevamente al hinojo, acompañado de un intenso especiado de pimienta negra, viruta de lápiz, lilas y frutos negros al fondo. El paso por boca es fresco por la muy buena acidez que tiene, cuerpo media, algo secante y un final afrutado muy rico. Un vino para saborear con calma, interesante sin duda.
Terminamos la velada con otro monovarietal, de esa uva que se empieza a poner de moda, pero que últimamente sólo era una compañera de la Tempranillo. 12 meses de crianza en barrica y 12 en botellero se encargan de preparar para su salida al mercado al Ijalba Graciano 2009 (DOCa Rioja, tinto con crianza 100% Graciano). Se muestra de color rubí apicotado con ribete granatoso, de buena capa. La nariz es especiada, con algo de cacao, floral y vegetal y con presencia de fruta roja y negra, No es una nariz sencilla. Y tampoco lo es la boca, donde es agradable, seco y frutoso, con buena acidez, que junto con un tanino marcado, hacen trabajar las papilas y el paladar. El final está marcado por la acidez, y es muy agradable. Un vino que no es sencillo, pero que gustó mucho.
En resumen, una agradable velada en la que pudimos conocer un proyecto muy interesante, tanto por su compromiso medioambiental, como por su implicación en la recuperación del patrimonio de variedades autóctonas. Ojo a los varietales de Maturana Blanca, Maturana Tinta y Graciano, se merecen una degustación con calma y tiempo, valen la pena.