Y fue preciso. Precisa la historia, los realizadores, los actores y actrices. Y más todavía lo fue, escuchar las voces de los jóvenes, que en su gran mayoría eran lxs espectadores de la función. Fueron 90 minutos estremecedores, como bien dijo una joven, creo que nadie se libró de llorar con el documental. Y es que la historia lamentablemente sigue siendo tan vigente como actual y desde todos los puntos de vista, uno se siente tocado.
Confieso que cuando mi hermana me contó de la existencia del documental, que trata sobre Lucho Costa y Alfredo García, dos jóvenes del MIR que caen detenidos en Valparaíso y son conducidos hasta Villa Grimaldi y que sin conocerse, entablan un vínculo, durante a penas 15 días, que marcara a Costa para siempre, ya que García, actualmente integra la larga lista de detenidos desaparecidos chilenos. Y que la historia en vez de contarla en formato documental, con entrevistas o imágenes, fotografías, usaron actores para interpretar a Costa y García. Entonces saber eso, me dio cosa o desconfianza. Desconfianza o cosa que los actores fueran exagerados, llorones, muy melodramática, cebolla. Pero la verdad que eso no sucede para nada.
Al contrario, uno a medida que conoce al joven que interpretará a Alfredo García y al que hará lo propio con Lucha Costa, va entendiendo y sintiendo la importancia de esos roles, así como el de las actrices que harán de Silvia Vera Sommer, pareja de Alfredo y Ginny la mujer de Costa. La importancia para Paulina, Lucho, Silvia y Alfredo hijo, de enfrentarse, encontrarse, en ese momento en el que se conocen en Villa Grimaldi y con todo lo terrible que ahí vivieron, entrelazar un vínculo, una amistad, un cariño inmenso, que perdura en el tiempo/sensaciones de Costa, ya que él sobrevive y el otro, desaparece. Sumado a esa necesidad tan comprensible y conmovedora, del hijo y la mujer de Alfredo, por recobrar -de alguna forma-, al padre y a la pareja.
Hay un momento muy potente y notorio, la necesidad o el querer de Silvia, porque este joven actor, en realidad fuera su Alfredo. Porque si bien no lo encontré tan parecido físicamente a García, uno entiende esa conexión de la mujer por este hombre, que intenta actuar y comportarse/hablar/expresarse, como lo hacía su marido. Y así también, en un momento muy, muy emotivo, Alfredo hijo, abraza a este actor/padre, como si fuera el verdadero.
Por otra parte está la historia/vivencia de Paulina Costa. La historia que tiene con su padre Lucho, que además es el único testigo capaz de contar cómo fueron los hechos, describir el lugar en el que estuvieron detenidos en Villa Grimaldi, las sensaciones, las emociones. Sumado a la experiencia de Ginny, la entonces mujer de Costa. Entonces es a través de ese relato, que por tantísimos años no ha podido contar y que dice "con la ayuda de ustedes podré", es con el que generan el guión de esta historia y que irá gatillando pesado, en la hija como en la ex pareja.
Porque cuando Lucho Costa, logra salir de Villa Grimaldi, ya no tiene ni mujer, menos hija, ellas están fuera del país. Y esa distancia, quiebra a la pareja y aunque niña, algo muy sensible también se rompe en el inconsciente de la pequeñita Paulina. Que con el tiempo irá sanándose para el padre y la hija, aunque gracias al documental, Paulina, constatará que ese amor absoluto y rotundo por el padre, hizo dejar en el olvido y acallado, lo que tanto ella, como su madre sufrieron/sintieron.
Une de les jóvenes del conversatorio, hizo referencia -acertadamente-, a las múltiples consecuencias de la detención, tortura, ejecución y/o desaparición de une ser querido. Ya que por un lado está el sufrimiento de la víctima, y después además la angustia, desazón de la familia al iniciar una larga búsqueda por justicia verdad y reparación, que como bien sabemos, en muchos casos como en el de Alfredo García, continúa inconclusa y esa será la constante de vida para sus familiares.
Tristeza y estremecimiento es lo que todavía palpita, hoy que han pasado 14 y tantas horas, desde que la vimos. Pasé muchos momentos de la noche, mientras diluviaba, pensándola. Me desperté con la tristeza del 11, hicimos nuestro rito del minuto de silencio y escuchar las últimas palabras del compañero Presidente Salvador Allende y el documental seguía sonando en cada palabra, en cada silencio. No tengo familiar desparecido, tampoco detenido, ejecutado, pero a mis 54 años, mis pamadres ya partieron y supongo que esa ausencia, sumado a lo sensible de la historia, produjo que quedara tan tocada, sensibilizada y sintiendo que Paulina y Alfredo, eran parte de mi vida, mis cercanos. De hecho en un momento, al terminar ya la función, saliendo del Cine Arte Alameda, nos cruzamos con Alfredo, quien me sonrió y raudamente le respondí la sonrisa/saludo y es que sentí algo tan fuerte, me dieron ganas de abrazarlo y abrazar a Paulina y a cada uno de los actores y actrices y a Silvia y al Lucho Costa. Es que tras 90 minutos de documental, más conversatorio, fue inevitable sentirlos parte de mi vida, como nosotros de la suya. Fue muy potente y hermoso y triste y emocionante y estremecedor. Realmente estoy muy agradecida al Cine Arte Alameda por la exhibición de este gran documental, a mi por haber visto el correo, reservar las entradas y haber asistido. Y para quienes queden atrapados con este comentario y quieran verla, la primera opción es a través de www.ondamedia.cl tienes que registrarte, es gratuito y podrás ver este importante documental.Totalmente recomendada!!!SINOPSIS:
Dos cineastas usan la ficción para reconstruir lo que vivieron sus padres en un centro de tortura 45 años atrás. Ambos involucran a sus familias en el trabajo con los actores. Tras las cámaras se revelan las repercusiones emocionales que tiene para las distintas generaciones lo que pasó, porque solo uno de sus padres sobrevivió y el otro es hasta hoy un detenido desaparecido.
CALIFICACIÓN:
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FICHA TÉCNICA:
Título original: Punto de encuentro, Chile, 2022.
Género: Documental.
Duración: 90 minutos.
Dirección: Roberto Baeza.
Guión: Alfredo García, Paulina Costa, Roberto Baeza.
Música: Ricardo Santander.
Fotografía: Alejandro Carrasco.
mi septima pasion