Remember the lightning. 20/20, 1979
Director: Jovan B. Todorovic
2009
Serbia
82 min.
Fotografía: András Nagy
Música: –
Guión: Jovan B. Todorovic, Bogdan Petkovic y Kosta Pesevski
Reparto: Milutin Milosevic, Marko Zivic, Radoslav Milenkovic, Nada Macankovic, Andrej Sepetkovski, Aleksandar Djurica, Milos Samolov, Goran Radakovic, Uros Urosevic, Boris Komnenic
En los primeros tiempos del blog apareció por aquí un extravagante título nuevaolero (musicalmente, no godardianamente hablando) dirigido por Slobodan Sijan y titulado en España Dos estranguladores andan sueltos que se abría con un gracioso reportaje televisivo explicando la necesidad que tenía Belgrado de incorporar a un serial-killer a su panteón de rarezas urbanas para ser, finalmente, una ciudad verdaderamente europea y cosmopolita. Entre semejante galería aparecía brevemente un Porche blanco

Durante una semana el indómito Porsche 911 S Targa puso bocabajo un régimen totalitario. Y lo hizo desde la impremeditación y el misterio. Una figura pura (blanca), anónima e imparable que ridiculizaba a la autoridad, reunía a las masas en una Plaza Slavija que lo esperaba cada noche. Con su fea arquitectura comunista regada solo para él, con sus farolas encendidas solo para él . Encaraba a toda velocidad, la policía siguiéndolo, un giro completo, como un beso de asfalto y humedad disparado a penetrar Belgrado. Un amante-bala con seis cilindros hirvientes, una fuerza condenada a la fugacidad y al fracaso. Un

Esta inteligente propuesta sobre la naturaleza y el impacto de esta leyenda urbana belgradense nace de un documental que el propio Jovan B. Todorovic (nada puedo aportar sobre este director, dedicado a los cortos y los documentales hasta ahora) había realizado en 2005. Una realización de apenas 5 minutos que ya plantea el tono que tendrá el film aunque de manera no tan ambiciosa (ni tan brillante formalmente) y mucho menos estilizada.

Esta pieza (que puede verse en Youtube y aquí arriba también) ya plantea (parcialmente) los recursos formales y sobre todo el concepto de choque entre lenguajes que es, en el fondo, lo más interesante de su película. La manera de difuminar las líneas entre lo documental y lo ficticio, equiparándolos, entremezclándolos hasta hacerlas indistinguibles y convertir el documento en un material tan inestable como la misma invención. Mirando la historia como terreno para las historias, planteando la verdad subyacente dentro del artificio y la mentir


Mientras las escenas documentales se avienen al recurso de la “cabeza parlante” que da testimonio de lo vivido por parte de su protagonistas o a la manipulación de material de archivo al que se le otorga un sesgo sutilmente satírico, la parte reconstruida opta por una visión nocturna y ligeramente romántica, que participa tanto del toque Melville del lamentablemente olvidado Driver (1977) de Walter Hill en esos nocturnos lluviosos y bellamente abstractos, en la concepción casi femenina de la ciudad -hay algo extrañamente fetichista, sexual, entre esa ciudad y ese coche que parecen follar ardorosa y


Una decisión que lo acerca a la estilización genérica de ese magnífico film mencionado arriba, un intento de thriller abstracto y esencializado con los ojos puestos en Bresson y Melville en el que unos personajes sin nombre (el conductor, la jugadora, el policía) se relacionan/enfrentan en una ciudad convertida en estilizado decorado, a través de diálogos arquetípicos y magníficas personificaciones/caracterizaciones con aire de cómic (algo que Hill tratará de repetir en otras películas sin éxito) enmarcadas entre potentes escenas de duelo/persecución automovilística y una gran fotografía nocturna para uno

A esto se une una cierta reminiscencia de la mística del outsider y un nihilismo cercano al clásico contracultural Punto límite: cero, extraña película dirigida en 1971 por Richard C. Sarafian bajo guión, nada menos, que de Guillermo Cabrera Infante, en la que un conductor lacónico e imperturbable cruzaba los Estados Unidos en un Dodge Challenger igualmente blanco con el que retaba a la autoridad desde la fuerza del “porque si” mientras era animado/narrado por un presentador de radio al que interpretaba un memorable Cleavon Little.

Rasgos puramente de cine de género a los que Beogradski Fantom añade una capa más, la del recuerdo colectivo corporeizado en un joven guapo y silencioso: ¿una imagen idealizada por esta misma influencia del cine o un filtrado de las esperanzas de una sociedad?.
Un film a descubrir, fácil de encontrar (preguntad en peliculasyonkis) y difícil de conocer, nada pretencioso, contado en unos apretados 82 minútos, soberbiamente filmada (las escenas de conducción y persecución tienen una elegancia hipnótica con una cámara ágil y una planificación limpia que nunca confunde y deja ver todo el cuadro) y montada con un pulso vertiginoso pero siempre claro con el que las hazañas del fantasma de Belgrado alcanzan una impremeditada doble dimensión: por un lado la pura deleitación hedonista y por otra el desafío libertario de carácter simbólico.
