Revista Arte
Tal vez para ratificar que la vida siempre nos da sorpresas, a menudo las cosas perversas nos sorprenden con sus efectos impensados, y a veces hasta felices.Ejemplo: la crisis económica que estrangula a Europa y USA, hija de la corrupción y de la falta de controles que impone la corrupción, es indudablemente mala para casi todo el mundo, pero hete aquí que también tuvo un rebote saludable y esclarecedor. Me refiero, concretamente, a las dificultades de la gran feria de la banalidad artística conocida con el nombre de ARCO, que en este 2013 arranca con un sinceramiento forzado, ya sin respirador artificial, desconectada de los recursos que una clase política irresponsable y corrupta derramaba sobre ella, y para colmo con un aumento del IVA que desazona tanto a galeristas como a supuestos artistas. Entre los últimos merece una mención especial la mexicana Teresa Margolles, autora de un cartel con la leyenda “YA BASTA HIJOS DE PUTA” (ver foto), cuyo punzante llamado se supone inequívocamente dirigido contra los responsables de la narcoviolencia. Sin embargo, hay por lo menos tres factores que la sutil sabiduría de Margolles no alcanzó a prever, y que podrían desviar su dardo hacia otros destinatarios. El primero es la gran superpoblación de HIJOS DE PUTA de todos los tipos y tamaños, cuya extensión y densidad, llegado el momento de enfrentar al espectador al “YA BASTA HIJOS DE PUTA”, opera como un multiplicador de las opciones.El segundo factor a tener en cuenta es la gran dispersión de los aborrecimientos humanos, que se suma a la superpoblación de HIJOS DE PUTA para potenciar la ambigüedad del mensaje de Margolles. Y como tercer factor, tan importante como los anteriores, no debemos olvidar que cada espectador suele tener su propio ranking de HIJOS DE PUTA, de modo tal que al leer la frase “YA BASTA HIJOS DE PUTA”, lo que repicará en su conciencia, antes que los narcos, será un tropel de aborrecimientos personales. Digamos, por último, que la importancia de estas cuestiones de índole psicológica no debería ser menospreciada.Ante la frase “YA BASTA HIJOS DE PUTA”, podría no faltar, incluso, el espectador que piense en el atrevimiento de presentar semejante cartel como una obra de arte, y se lo dedique in péctore a los gestores de ARCO.